Ella II

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Estaba tan rota que sólo mirarla dolía,

tan muerta por dentro que sus ojos dejaron de reflejar cualquier luz.

Estaba loca,

le daba igual gritar en plena calle,

o ir corriendo de un lado a otro,

sólo porque sabía que acabaría cayendo en tus brazos.

Te encantaba,

hacía que los gusanos de tu estómago echaran a volar,

todo ello sin quitarse la ropa,

y eso te acojonaba.

Reía como ninguna,

y de pronto se echaba a llorar,

sin ser capaz de darte una explicación,

sin poder darse a sí misma una respuesta a los mil porqués que la atormentaban.

No sabía querer,

mucho menos quererse,

y aún así lo daría todo por ti.

Te atreviste a compartir su vida,

como nadie había sido capaz de hacerlo,

y la desarmaste,

y rompiste sus esquemas,

y supiste acabar con sus mil demonios,

y le quitaste el cigarro de la mano,

y la besaste como nadie,

y le desnudaste cuerpo y alma,

y te follaste sus complejos hasta que se rompieron por desgaste,

y te atreviste a quererla,

aún sabiendo todo lo que ello conllevaba.

Ella era una yonki,

y tú su mayor dosis.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora