GRITAR III

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Te juro que pensaba que era fuerte.

Te juro que siempre creí ser valiente.

Y como siempre,

me equivocaba.

El día que me dijeron que soy igual que tú, que tengo tu misma forma de mirar, que hago tus mismos gestos y que incluso pongo la misma cara que tú cuando estoy enfadada, fue el momento más feliz que he vivido en estos últimos años.

Ojalá fuese verdad y sea un poco como eras tú, porque joder, eras la persona más maravillosa que ha pisado jamás este planeta.

Recuerdo bailar contigo en la cocina,

buscarte por todos lados cuando tardabas demasiado en volver,

pasear mientras me contabas mil historias,

que me enseñaras los mejores trucos de cocina para hacer aquellos platos que tanto nos gustaban,

estar llorando y sentir de repente tus brazos acunándome y el típico todoirábien que sólo me creía de tus labios.

Y ya no estás.

Hace dos años que no estás.

Siempre he odiado agosto, supongo que porque es el mes en el que se acaba el verano y eso conlleva muchas despedidas.

Sabes que no soporto las despedidas, pero nunca he vivido una tan dura e inesperada como la tuya.

No sabes qué difícil es crecer sin ti a mi lado, qué duro se me hace el camino sin poder recorrerlo de tu mano, qué triste es caerme y no encontrarte a mi vera para levantarme del suelo, ni acabar con un beso tuyo en cada una de mis heridas.

No sabes lo difícil que se está volviendo todo, que no encuentro ninguna luz para salir de este absurdo túnel, porque tú ya no estás para guiarme.

Sé que hago muchas cosas mal, que soy extremadamente cabezota y que no soy de pensar antes de actuar, pero lo único que quiero es que algún día, estés donde estés, vuelvas a sentirte orgullosa de mí.

Y te juro que lo conseguiré, abuela.

Seguiré gritando hasta que me escuches, seguiré gritando hasta llegar a lo más alto.

Todo por ti, siempre por ti.

Te quiero, con toda mi alma, todo mi corazón, y todo mi ser.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora