Pequeña mercenaria

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Juraría haber prometido no quererte, mucho menos llorar por ti.

Juraría haberme puesto la coraza ante ti, y ahora está hecha pedazos vete a saber en qué parte de tu cuarto.

Quizás me equivocaba al sentirme especial,

aunque quizás, y solo quizás,

realmente te importé.

Rompiste todos mis esquemas, me desarmaste demasiado rápido;

¿quién iba a pensar que esta mercenaria acabaría con su propia espada clavada?

Y es que todos hemos roto promesas alguna vez, ¿verdad?

Pues aquí me tienes, llorándole a la almohada,

queriéndote como siempre y echándote de menos como nunca.

La espada ya no está clavada, no, pero la herida aún sigue abierta, y joder, no sabes cómo duele.

Poesía y pipasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora