Capítulo nueve.

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Los labios de este hombre se mueven contra los míos de una forma suave pero salvaje a la vez. No sé que diablos estoy haciendo pero la sensación de tenerlo cerca está haciendo que la tensión que siento haya abajo se vaya incrementando.

Una tremenda locura, ¿verdad?

No debería de estar haciendo esto seguramente, pero ya no he podido parar. Además, ¿porqué debería? Nadie aquí conoce de mi existencia salvo Jess y Loan. Pero las luces siguen apagadas y cuando vuelvan a su estado normal, ya no estaré aquí. Buen plan, ¿cierto?

Él es quien me conduce, después de aferrarse las manos a mi cintura, contra un rincón. O es lo que supongo que es. Doy gracias que no me he tropezado con nadie. Mi espalda queda estampada contra la pared fría y siento que se me erizan los vellos. Aprovecho para recorrer su cabello corto y suave, donde mis dedos casi que resbalan. Me separo unos segundos para poder volver a recuperar el aire, vaya, su olor inunda mis fosas nasales, y es entonces cuando comienzo a sentir su boca húmeda bajar por mi mentón, hacía las curvas de mi cuello. De forma inconsciente tiro la cabeza hacía atrás, recargándola contra la pared.

Un pequeño jadeo sale involuntariamente de mi boca.

Después de eso, pierdo la noción de mis acciones.





Los rayos del sol que entran por los ventanales de mi cuarto hacen que murmuré cosas intangibles al día siguiente.

Pero no es eso lo que me saca de mi estado adormilado, sino algo vibrando cerca de mi. Específicamente en la mesa de noche. Pasando una mano por mi rostro, lo tomo frunciendo el ceño y los ojos se me abren como platos en cuanto veo el nombre de mi jefe en la pantalla. Al carajo el sueño que tenía. Mierda.

Tomo una respiración honda intentando calmar los nervios antes de responder.

—¿Hola?

—Señorita Broke, buenos días—saluda él.

—¡Señor Well! Que gusto saber de usted... ¿A que se debe la llamada?

Intente sonar inocente, de verdad, lo intenté.

Me levanto de la cama de un tirón y contengo un jadeo cuando me doy cuenta de que voy desnuda. ¿Pero que carajos...?

Tomo entonces la sabana y salgo sin pensar al salón del departamento.

—¿Realmente me está preguntando eso? Señorita Broke, parece que usted se ha divertido más de la cuenta anoche, parece.

Hago silencio. Me quedo congelada en el lugar.

—¿Dónde carajo están los contratos que te pedí, Samantha?—termina de preguntar. Trago saliva al escuchar su tajante tono de voz.

Abro la boca y vuelvo a cerrarla, no sé que decir. Estoy confusa. ¿No debía entregárselos a las dos de la tarde? Quito entonces el móvil de mi oreja y confirmo la hora.

Las tres y media pasada.

Siento que la sangre se me congela en los pies.

—No, no, no. ¡Carajo! Maldita idiota—suelto de repente.

—¿Samantha?—escucho su voz, del otro lado.

Me paseo de un lado al otro, histérica. Puedo perder mi trabajo con esto. ¡Maldita sea! ¿Porqué me dejé arrastrar por Loan?

Has sido tú sola querida, quien ha ido.

Casi que quiero llorar de lo nerviosa que me encuentro. ¿Qué mierda debo decirle ahora?¿Que he dejado mis responsabilidades de lado solo porque salí de fiesta? No creo que un hombre como él se lo tome correcto. Cierro los ojos cuando vuelvo a escuchar su voz.

DESTINOS ENCONTRADOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora