Capítulo cincuenta y uno.

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Jessica.



¿Qué...?

Por inercia, doy un paso hacía atrás.

Las palabras del morocho quedan revoloteando a nuestro alrededor como un maldito remolino.

¿Por qué...? ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no confió en mi?

Parpadeo, incapaz de poder procesar todo al mismo tiempo. La cabeza me da vueltas. Me sostengo del brazo de Liv, pero fracaso en el intento porque ella está igual que yo; ambas perplejas.

—No...—consigo decir en un hilo de voz. Suena fatal y hasta doloroso. Frunzo el entrecejo—Ella no... Ella no nos mentiría. Estás manipulando la situación... Yo no—sacudo la cabeza con frenesí. Miles de recuerdos me vienen a la cabeza y solo quiero gritar de frustración. No me dejan pensar con claridad. Eso y el jodido sueño del que me despertó mi imbécil prometido al meterse en una pelea—¿Cómo sé que no estás mintiendo?

Eirc parece notar mi preocupación. Niega con la cabeza y la tira hacía atrás, en un intento de mantener la calma también. Me detengo a observarlo mejor. Si qué ha cambiado bastante estos últimos años... Me doy cuenta también de que no lleva la misma actitud egocéntrica de siempre, se deja ver como está realmente y... Ahora parece... Parece derrotado.

Mierda.

Me caeré de culo en cualquier momento.

—¿Por qué lo haría, Jessica?¿Acaso me arriesgaría de está manera si fuera solo un estúpido juego mío?

—Como si a ti te resultara difícil salirte con la tuya—contraataca Loan. Su voz flaquea en el proceso.

Le está doliendo igual que a mi. Esa molestia en el pecho... Traición.

Eric le regala una sonrisa fingida. Se cruza de brazos.

—En eso tienes razón, Loancito...

—No vuelvas a llamarm...

—Pero no en este caso—termina por decir con determinación en un murmuro. Desvía la mirada de todos nosotros y la posa en el suelo.

—¿Y eso es todo?—pregunto hosca. Me acerco unos pasos hacía su cuerpo. Aprieto la mandíbula—¿Has hecho una entrada dramática como de una maldita película de hadas para no decir nada más?

Su comisura se levanta y ladea la cabeza. A través de uno de sus ojos morados, puedo ver un destello de diversión.

Y eso hace que me cabree más. Pedazo de mierda...

—Lamento no ser el príncipe en esta historia.

Abro la boca, atónita.

Hacía tanto tiempo que no me encontraba con el humor tan... negro, de este tipo, que ahora tenerlo frente y escucharlo, no hace más que sacarme de quicio. Se está riendo de mi. Lo disfruta. Igual a su puto hermano...

Mi cuerpo tiembla. Tiembla de ira. De todas las emociones a flor de piel.

Y sin poder evitarlo, levanto una mano y lo siguiente que escucho es el sonido de esta contra la piel de su mejilla. Hace eco en toda la sala, haciendo que personas que también se hayan allí, levanten la mirada hacía nosotros.
No quito la mirada de él, fija. Determinante. Sin embargo, siento ese calor recorrerme el cuerpo. Lo conozco. Y sube por mis venas hasta colarse en mi rostro, volviéndolo caliente. Mis mejillas están hirviendo.

DESTINOS ENCONTRADOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora