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Cuando bajo a la recepción y salgo a la calle, noto que Carl no está parado esperando por mi llegada ni la camioneta que usan habitualmente para transportarse. Sino que ahora una figura imponente y atractiva, la misma que provoca que tenga que tomar una respiración honda, está parada delante de un coche negro que conozco bien. Es el mismo que usó aquella noche de bar para traerme a casa.
Su mirada se encuentra con la mía. La veo brillar. Le doy una sonrisa ladina mientras me acerco.
—Hola, Ken—digo con burles. Él sonríe y rueda los ojos.
Antes de responder, sus ojos miran con descaro mi atuendo. Mi cuerpo. Y siento que tiemblo algo nerviosa. Recorre lentamente toda mi figura, deteniéndose unos minutos en mis piernas descubiertas. Se moja los labios en un acto inconsciente y yo tengo que tragar saliva.
Sus faroles azules se vuelven hacía arriba. Están dilatados y llameantes.
—Te ves...
—¿Me queda mal?—aproximo a decir, aunque mi voz sale entrecortada.
Siento que hace calor aquí. Demasiado...
Sacude rápidamente con la cabeza.
—No, claro que no—asegura mientras da un paso hacía mi. Tengo que levantar la cabeza para mirarlo—Estás hermosa.
Sus palabras hacen que el corazón me dé un vuelco aunque las escuche constantemente. Creo que nunca voy a terminar de acostumbrarme a él. A sus constantes halagos y que me haga sentir tan... Deseada. Y no sé si es el rejunte de todo lo que ha a ocurrido hoy, o el deseo de llevarlo a rastras a mi cama, o el que nunca antes me sentí de está manera tan arrolladora que hace que corte la distancia entre nosotros y tomando su nuca, tire de él para juntar nuestros labios.
Él accede enseguida. Su boca se abre y la mía sigue su paso. Es un beso lento, suave y hace que mi piel se erice.
No deseo que pare. No deseo tampoco que siga el tiempo después de esto. Y siempre me ocurre lo mismo cuando estoy entre sus brazos.
Sus manos se aferran a mi cintura para pegarme aún más a su pecho mientras yo sigo con sus manos en la nuca. Tiro más de si para profundizar aún más el beso. Él no se niega, al contrario, de un movimiento nos gira y termino pegada de espalda al coche. El calor de nuestros cuerpos lo siento al instante en el que no queda ningún recoveco entre nosotros. Su respiración es agitada y concluyó que la mía debe estar igual o peor. La corriente que se extiende por mis extremidades termina por acentuarse bajo mi vientre.
Y sé que si no freno esto ahora, muy de seguro no llegaremos a la cena. Mucho menos teniendo la puerta de mi edificio a solo unos pasos.
Me separo de su boca. No me gusta la sensación, pero todavía nos queda una larga noche.
—Llegaremos tarde—murmuro. Mi voz sale con dificultad.
Parece entenderme sin apenas mirarlo y asiente. Se vuelve a acercar y deja un casto beso en mi frente, antes de abrirme la puerta del acompañante.
—Que caballero—digo en tono burlón. Él me da una mirada irritada mientras rodea el coche que me hace reír.
Llegamos al restaurante media hora después. Está algo alejado de la ciudad. Por lo que me contó Max, el dueño del lugar es conocido intimo de su padre y Loan le ha pedido el favor de reservarlo esta noche para nosotros y algunos invitados más, incluyendo a los padres de ambos.
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DESTINOS ENCONTRADOS.
Storie d'amore𝑀𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜, 𝑒́𝑙 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟. Samantha estaba bien siendo asistente de...