Capítulo cuarenta y cuatro.

666 28 8
                                    


Instagram: _marttinacastelli




El corazón me bombea contra el pecho.

Me tiemblan las piernas y me he quedado nula. ¿Habré escuchado bien? No. Tiene que ser una bendita broma. Esto no debería de estar sucediendo, yo no debería... Tiene que ser un maldito sueño. Una corriente helada que me cruza por la baja espalda me hace saber que esto no es una alucinación mía. Que esto que acabo de oír es cierto.

Totalmente verídico.

Joder...

Tengo que salir de aquí.

Pero cuando eso intento, mis pies, que parecen no recibir la orden correctamente de mi cabeza, se trastabillan contra unas cajas que nunca se han movido de ese sitio. Y ahora mismo no parezco darme cuenta de que seguían ahí. Me sostengo contra la pared antes de caer de bruces al suelo. Tengo la mirada puesta en la cerámica y quiero que alguien me entierre en este instante.

Hay silencio después del ruido que hago. Dura poco hasta que escucho unos pasos lentos. Unos tacones, a decir verdad. Cierro los ojos con fuerza y me enderezo. No termino de hacerlo que siento unas manos delgadas tomarme del brazo con brusquedad. Sus uñas se incrustan en mi piel, haciendo que me arda. Y de un movimiento, estoy siendo acorralada contra la pared.

Apenas puedo recapacitar. Volver a la realidad. Una oleada de shock me sigue envolviendo. Tanta información en un solo segundo...

Y dos ojos verdosos y desafiantes parecen querer comerme viva.

—¿Qué has escuchado?—sisea en voz baja. No se separa de mi en ningún momento. Cuando no respondo, vuelve a insistir con más exasperación—¿Ahora te ha comido la lengua el gato? Dime que carajos has escuchado y porqué estabas ahí.

Me obligo a mirarla a los ojos.

—Lo suficiente para saber que eras tú—murmuro, con la garganta quemándome.

Su mirada es confusa. Ladea la cabeza y frunce el ceño.

—¿Qué estás diciendo?

El cuerpo me tiembla de rabia. Sonrío con amargura.

—¿No sabes de lo que te estoy hablando? Que extraño, viniendo de una persona como tú, pensé que ya estabas al tanto.

Ella ahora sonríe con travesía. Pero no de la buena. Hay algo oscuro y siniestro en esta.

—Eso, si. Esperé tanto tiempo para ver como dejas salir ese lado defectuoso tuyo—dice—Te haces la modesta con ellos enfrente, pero yo sé que no eres nada de eso—se muerde el labio y haciendo más presión a mi brazo, me corre un mechón de cabello de la frente. Después vuelve a mirarme —Y no me gustan las mosquitas muertas.

Sus uñas me están haciendo arder la piel. Es soportable, pero no menos doloroso. Sin embargo, ese mismo dolor hace que sienta aún más rabia todavía. Rabia de darme una idea de lo que está tramando. A quién quiere atacar.

Que siga estando del lado de esa bestia.

—Entonces deberías hacerle caso a tu propio consejo—suelto. Levanto un poco más el mentón. No me saca tantos centímetros de altura, solo que tiene tacones. Ella ríe con ironía y va a decir algo, pero la interrumpo:—¿Qué tramas con él?¿Que es lo que quieres conseguir?

Levanta una ceja.

—¿Con él? No sé de que estás hablando.

—Sé que no eres estúpida, Lily. Sabes perfectamente de lo que hablo—insisto:—¿Qué hacías hablando con Jack?

DESTINOS ENCONTRADOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora