DESTINOS ENCONTRADOS.

Capítulo veintidós.

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Desde que sucedió todo lo de Jack, yo nunca volví a ser la misma.

Sé que es una frase poco original y muy usada por muchos, pero es que no encuentro otra descripción para todo lo que ha ocurrido en mi vida desde hace cuatro años.

Hay muchos recuerdos que mi mente simplemente bloqueo, por lo tanto, hay muchas cosas que pasé con él que no recuerdo. Solo recuerdo los sucesos más recientes. Y algún que otro momento que mi mente ha marcado como importante, pero fuera de ello, todo lo demás, ha quedado como en una bola de cristal la cual tendría que romper con mucha fuerza para que vuelvan a aparecer.

Esto me ha explicado mi terapeuta cuando llegué a su consultorio, aferrada a Chiara hace unos años atrás, temblando como un pequeño ciervo al cual hirieron de forma abrupta y violenta. Ella fue quien me tomo entre sus brazos cuando me vio y espero paciente, a que fuera poco a poco, soltando mis mayores temores y sabiendo que ella no iba a lastimarme. Que ella no terminaría por hacer lo que hizo él.

Fue un año bastante intenso en todos los sentidos. Tanto profesionalmente, ya que perdí mi trabajo al ver que no podía salir de mi casa sin ser acompañada por alguien, era incompetente para el puesto, para la vida y simplemente, me despidieron.

Como también lo fue emocional y físicamente. Comenzaron los ataques repentinos de irá, otros de pánico... Y terminé encerrada entre cuatro paredes, pero aún así, no sentía que estaba del todo segura.

Mis miedos me hacían pasar malas jugadas todo el tiempo. No podía dormir. No quería ver a nadie y tampoco pude decir nada, hasta que encontraron el cuerpo.

Hasta que la realidad golpeó a mi puerta y me obligo a dar la cara.

Fue en ese entonces que Chiara comenzó a ayudarme, después de saber la verdad, y desde ahí, todo se reduzco a conferencias, a interrogatorios, a cortes y a escuchar como me declaraban culpable varios abogados defensores de alguien que ya estaba muerto. Que no podía defenderse.

Fue todo un desastre. Por suerte, o por algún tipo de milagro extraño, pudieron dejarme absorta de cualquier tipo de cargo. Después de tanta lucha mi prima consiguió quitarme la culpa y la responsabilidad de tal horrible episodio. Pero para mi, la lucha no terminaba ahí.

No terminaba en la corté frente al juez.

La lucha no termina hasta que Eric Hollister me vea muerta por matar a su hermano.

Paso ambas manos por mi rostro mientras estoy sentada en la cama donde dormí semanas atrás. Ya me dí una ducha y Jess se encargó de ayudarme a curar los golpes. Todavía me duelen bastante pero lo que mas me duele ahora mismo es ver todo lo que tuve que soportar. Todo lo que aguanté.

—¿Quieres que te prepare un té, cielo?—me pregunta Livia.

También estaba cuando solté la bomba. Ella y la morena fueron quienes me ayudaron a subir.

Niego con la cabeza.

—Estoy bien, gracias.

No se convence demasiado con mi respuesta pero asiente. Toma una de mis manos y la aferra contra las suyas.