Capítulo dieciséis.

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Recibí más de seis llamadas de parte de Loan. No le conteste ninguna.

Estoy en viaje de nuevo al departamento de Max y sé que es tarde. Son alrededor de las ocho de la noche y seguramente Livia le ha dicho que me he ido. Sé que posiblemente me riña al respecto, y más aún cuando no atendí sus llamadas, pero necesitaba estar sola.

Necesitaba procesar todo esto.

Así que, una vez salí de mi departamento, me dirigí a un hotel que también se encuentra a unas calles de distancia de la empresa y renté una habitación por lo menos, para algunos días hasta que pueda conseguir un nuevo lugar donde vivir. Claramente no puedo volver al otro. Eso solo lo haría peor. Un escalofrío cubre todo mi cuerpo y debo encogerme en el asiento del taxi.

Pasan alrededor de quince minutos hasta que el chófer frena.

No doy un paso más hasta la sala cuando llego que me encuentro los ojos verdosos de mi amigo siendo teñidos por su preocupación y furia una vez entro al departamento. Y yo solo puedo apretar los labios.

—¿¡Te has vuelto loca!?—brama. Me sobresalto en el lugar pero parece no notarlo porque sigue en su postura furiosa—¡Te deje siete putas llamadas, Samantha! ¿¡En que estabas pensando!?¡Te dije que no podías volver sola allí!

—Yo... Lo siento, necesitaba ropa y no quería pedirte más favores—murmuro. Trago duro, sé que tiene razón.

Ni siquiera sé que decir.

Él sacude la cabeza y bufa, exasperado.

—Esto no es un juego, Samantha. Tú misma lo dijiste.

—Lo sé.

—Entonces deja de actuar como una maldita cría. Esto no es una película, no es una puta novela, aquí está tu vida en juego y quien sabe cuantas más.

No sé porqué su comentario me molesta. Porqué es que empiezo a sentir mis puños apretarse a los costados, pero de algo si que estoy segura: no me gusta que me tomen de idiota. Su comentario no hace más que hacerme creer que sin él, puedo morir enseguida, puedo salir lastimada en veinte minutos, que sin una fuerza masculina, solo soy una frágil de mierda.

Y pensar eso no me agrada en absoluto.

Lo miro por primera vez a los ojos y frunzo el ceño, claramente ofendida.

—¿Maldita cría?—repito sus palabras con falta de humor—¿Te crees que no sé lo que está en juego, lo que puedo pasarme, lo que puede pasarles?¿No fui lo suficientemente clara al decir que no deben meterse más de la cuenta porque pueden herirlos?¿Te piensas que hago todo esto porque para ti me estoy comportando como una puta cría?

Siento un gusto agrió recorrer mi organismo.

—Debiste haberme avisado—declara él, un poco menos molesto.

—¿Y qué iba a cambiar? Si me lastimaban a mi, también lo harían contigo. ¿Tú te estás dando cuenta de lo que dices? No puedo permitir que les hagan daño, Loan. No puedo... Y no espero que lo entiendas, pero estoy metida en esta mierda desde hace mucho más de conocerte, de conocerlos, y si no lo enfrento de una vez por todas, esto no va a parar. Estoy harta de tener miedo. De ser una tipa que debe huir de su país, de su familia, por...—sacudo la cabeza, y aprieto la mandíbula. Estoy demasiado cansada pero no servirá de nada discutir con él. No tiene la culpa—Fui a buscar ropa porque la necesitaba. Necesitaba también mis cosas personales y...

DESTINOS ENCONTRADOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora