Jessica.
Corro por la recepción de la entrada con la mayor rapidez que mis pies me permiten.
Consigo esquivar a los demás empleados con varios empujones, sin atreverme a pedir disculpas. Ahora no es el momento.
Ahora ni siquiera puedo frenar y ponerme a pensar.
Con la respiración hecha un desastre y miles de lagrimas empapando mis mejillas, demasiado acaloradas en este momento, tecleo una y otra vez el botón del ascensor. Casi que dejo mitad de mi uña ahí dentro, pero es que necesito llegar cuanto antes...
Joder. Suelto un sollozo involuntario mientras mi pierna se mueve con impaciencia.
Casi que me largo a llorar nuevamente cuando llega y se abren las puertas para mi.
Me meto en un segundo y pulso el botón al piso de mi mejor amigo.
Rezo más de una vez para que se encuentre aquí. No lo he podido localizar. Intenté llamando a Liv, pero lo único que pudo decirme es que Max no estaba en sus mejores días.
Y en verdad, ¿quién lo está realmente? Todo esto es un lío tremendo.
Y ahora aún más. Cierro los ojos con fuerza al recordar sus palabras.
En segundos, que para mi son eternos, el pitido que avisa de que hemos llegado suena y las puertas vuelven a abrirse.
Corro a toda velocidad por la recepción vacía a estas horas de la noche. Doy vuelta hacía la oficina que está al fondo, cuando mi rostro choca con algo duro.
Unas manos me detienen por los hombros antes de que caiga.
—Jess—dice Carl con sorpresa. Me estabiliza y frunce el ceño al observarme. Debo de ser un maldito desastre—¿Todo está bien?¿Qué haces aquí?
Niego con la cabeza automáticamente. Me aguanto las nuevas lagrimas que se acumulan en mis ojos.
Me alejo un poco de él.
—¿Dónde está Max?
—En la oficina. No ha querido hablar con nadie en todo el día.
No sé si debería tomarme eso como una advertencia, pero ahora mismo eso no me importa. Tiemblo de pies a cabeza de solo pensar en los minutos que llevo perdiendo. Necesito ayudarlo. Necesito encontrarlo.
—Necesito hablar con él. Es urgente.
Me mira, indeciso.
—No sé si es buen momento. ¿Quieres contarme? Tal vez pueda ayudarte.
Escuchar su voz cálida, como la de un padre intentando calmar a su hija, hace que todavía me entren más ganas de largarme a llorar aquí mismo.
—Por favor, Carl...—suplico, con la voz entrecortada. Él respira hondo.
Y antes de que pueda decir algo al respecto, lo empujo a un costado con la fuerza que no sé de donde he sacado y corro hacía los pocos metros que me separan de Max.
Sé que no entenderá mi necesidad de hablar con él hasta que le explique lo que está sucediendo. Solo espero que quiera ayudarme. Joder, tendrá que hacerlo. Me debe muchos favores.
Tomo la manija y tiro de la puerta, adentrándome en la estancia.
—Dije que no quería a nadie...
Se calla en cuanto me ve parada en el marco. Le mantengo la mirada y él me observa con detenimiento. Parece confundido al verme allí. Claramente no me esperaba.
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DESTINOS ENCONTRADOS.
Romance𝑀𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜, 𝑒́𝑙 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟. Samantha estaba bien siendo asistente de...