¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿¡Que rayos pasa contigo!?—alzo la voz.
Chiara cierra la puerta tras ella, una vez entramos a mi oficina. Verifica que nadie está ahí en recepción para escuchar mis últimos gritos. Luego se gira para mirarme de frente, puedo ver esa mirada... No, maldita sea. ¡Lo esta haciendo de nuevo!
Me ha sacado de mis casillas.
—Déjame que te explique...
—¿Qué quieres explicarme? Creo que has sido demasiada especifica al respecto—indico alterada—. ¿Cómo se te ocurre decirme algo así sin apenas consultarme? ¡Y adelante de esos dos!
—Lo sé, pero es que necesitaba decirlo cuanto antes.
Río con sarcasmo.
—¡Ya lo veo!
—¡Por el amor de Dios, Samantha, deja que pueda meter más de dos palabras!—exclama entonces perdiendo los estribos. Me cruzo de brazos, muda, esperando su siguiente discurso:—Lamento que lo dijera así como si nada, entiendo tu molestia y pido disculpas por ello. Pero la verdad es que... Max vino hasta aquí porque hace unas semanas me ha pedido que buscara una buena asistente ya que la anterior ha renunciado sin aparente motivo. Hoy ninguna le ha convencido pero cuando empezamos a hablar, le hablé de ti y al parecer, quedo fascinado con el trabajo que haces—explica—. Y me ha pedido que te convenza. No lo sé, no he visto mal su interés por ti...
No me lo puedo creer. Miro al techo con una sonrisa carente de humor y sacudo la cabeza. No puedo creer la ironía de ese hombre. Por Dios, ¿es que se han vuelto todos locos?
—Vio interés en mi—repito sus palabras. Ella asiente—. ¿El mismo interés que apenas me mostró en el lobby? Apenas clavo sus ojos en mi, Chiara. ¡Me tomo como una simple!
Ella se acerca con sus tacos que resuenan en la cerámica.
—Es una buena oportunidad, Sam.
Abro los ojos, incrédula. ¿Cómo se atreve...?
—¡No!¡Claro que no lo es!—bramo histérica. No entiendo desde cuando mi prima se ha vuelto tan insistente con algo—¡Esto es una buena oportunidad, cerca de mi familia, cerca de ti!¿Porque diablos me quieres mandar fuera del país?
—¡Porque aquí estás en peligro!—grita ella entonces con la voz rota.
Me quedo quieta y muda en mi lugar. Siento como si de repente todo se frenara, como si mi mundo se estuviera derrumbando. Todo lo que conseguí hasta ahora, parece irse derritiendo.
Contengo el aire mientras busco en su mirada que sea solo un invento suyo, pero cuando no la encuentro, mi corazón empieza a latir con ferocidad. No...
—¿Qué no me has dicho, Chiara?—consigo murmurar en un hilo de voz.
Ella cierra los ojos con fuerza y aprieta sus labios, para luego darse la vuelta y mirarme de frente; hay dolor en su mirada. Parece derrotada con los hombros caídos.