Capítulo treinta y uno.

2K 51 26
                                    


REDES: 

Instagram: _marttinacastelli


Dos semanas después de lo ocurrido en el hotel donde se hospedaban Max y los demás cuando vinieron a Italia, todo volvió a la normalidad. O así podría decirse.

Seguí entrenando pero con mayor intensidad junto al entrenador que Arturo me había recomendado, las clases van bien, ya empiezo a poder mover bien los músculos y dar algunos golpes. No soy la mejor pero he avanzado mucho estos últimos días. Además de eso, también él se ha encargado de regañarme después de no haberle dicho en el momento lo que había pasado esa tarde. Fue muy preciso al dejarme claro que cuando algo así sucede, no puedo hacerme la heroína.

—Terminaras con una bala en la frente—dijo cuando estuve en su oficina, con tanta naturalidad que logró asustarme un poco.

Eric no ha vuelto a aparecer, no sé si debería tomármelo como algo bueno o malo, pero por el momento no volvió a dar indicios de su terrible existencia. El terror que me recorrió el cuerpo ese día todavía es difícil de superarlo, no puedo negar que tengo pesadillas sobre ello. Sobre si no llegaba a buscar a Jess, si esos tipos me terminaban por llevar, no sé lo que hubiera hecho. Pero cuando despierto, toda sudorosa, el alivio de saber que nada de eso sucedió me recorre el cuerpo.

Así que me anoté mentalmente que debía hacer entonces si algo más pasaba.

Ahora me toma cinco minutos llegar al departamento de Chiara y cuando estaciono, tomo mis cosas y me dirijo hacía allí.

El elevador no tarda en llegar. Hace una semana logró salir del hospital. La cicatriz de la bala a mejorado bastante y aunque debe hacer más reposo, por si acaso, ella está sumamente estable. Eso me alegra. Pensar que tal vez podría haber sido peor sigue causando que se me erice la piel.
El pitido que me avisa cuando llego al destino me saca de los pensamientos, así que mientras avanzo por el pasillo directo a la puerta marrón, quito las llaves de mi bolso. Tome una de sus copias justo después de que le dieran el alta.

—¿Chia?—alzo la voz cuando entro.

Avanzo por el corredor hacía la sala principal. Todo está acomodado y en su lugar, las cortinas están abiertas dejando entrar el cálido sol de hoy. Se puede sentir un leve aroma a comida hecha, así que doy por sentado que está aquí.

—¡En el cuarto!—responde.

Dejo el bolso en la encimera de la cocina.

Al llegar a su habitación, la encuentro acostada en su cama junto con su pijama de osos y su cabello despeinado. La televisión está prendida, hay un rejunte de platos en su mesa de noche. Sacudo la cabeza. Me habría sorprendido de no ser su prima, la verdad. Ahora me resultaría curioso y preocupante que no hubiera desorden.

—Esos cabellos necesitan una ducha.

Rueda los ojos con una pequeña sonrisa. Me acerco a donde está y me siento cerca suyo.

—Lo sé, es que no he querido salir de la cama—admite. Se sienta como indio en el colchón—Ni siquiera he querido bañarme.

—Ya veo. Tu aspecto parece de que no has tocado el agua hace días.

—Exactamente—toma su móvil para confirmar la hora como una pequeña cría feliz. Me sonríe mostrando todos sus dientes—Hace tres días.

Frunzo la nariz en una mueca de asco.

—Joder, Chiara, ¿Qué te ha hecho la bañera?—la miro con indignación. Sacudo la cabeza—¿Así también recibes a tu novio? —se encoge de hombros con una sonrisa divertida. Bufo—No, claro que no. Solo yo tengo que soportar tus olores... Extraños.

DESTINOS ENCONTRADOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora