—¿Te has vuelto loca o qué?—escucho la voz eufórica de mi prima detrás mío.
Empujo la puerta que da a la calle una vez terminamos nuestra reunión con Arturo. Giro sobre mis talones y la miro. Tiene los ojos bien abiertos y me mira incrédula.
Respiro hondo. Sabía que venía esto.
—Lo he estado siempre.
—¡No seas irónica conmigo!
—No lo estoy siendo.
—¡Y una mierda, Samantha!¿Que rayos estabas diciendo allá dentro?¿Acaso te ha dejado de importar tu vida y apenas me entero?—suelta con furia.
Sacudo la cabeza. A estas alturas, ya estoy cansada de hablar de este tema. Se ha vuelto rutinario y solamente quiero terminarlo de una maldita vez.
—No lo entiendes. Nada de esto terminará con mi vida.
—Claro, porque no hay un maniático hijo de puta buscándote por cielo y tierra queriendo sacarte del medio por unas propiedades que valen más de medio millón —indica con ironía. Suelta una carcajada carente de humor y vuelve a clavar sus ojos afilados en mi—Pero no lo entiendo, ¿cierto?
—¡No, no lo entiendes!—alzo yo también la voz. Frunzo el ceño—Ese maldito me estuvo siguiendo por meses. Amenazó con hacer mierda a nuestra familia, a mis amigos, a Max, ¡a todos! ¿y yo debo dejarle la salida fácil? Él puede matarme si quisiera, Chiara y no lo está haciendo. Solo está jugando conmigo, está jugando con mi mente y con mi miedo de que algo les ocurra a todos ustedes... Y no voy a permitir que alguien venga a volver querer joderme la vida. Estoy cansada, estoy harta, estoy... Exhausta. Ya no quiero correr, ya no quiero esconderme—niego con la cabeza y muerdo mi labio, siento mis ojos picar pero los aprieto para controlarme—Tuve a mucha gente cubriendo mi espalda y ya no deseo que eso vuelva a ocurrir. No quiero que tú te quedes noches sin dormir por estar preocupada por mi, ni temer por la abuela, ni por los demás en New York. Ya no quiero ocultarme en distintos países, porque, ¡sorpresa!, va a volver a encontrarme... No lo entiendes, Chiara. Y no necesito que lo hagas, pero solo... Escúchame.
Ella baja la mirada, su rostro se descompone un poco y un par de lagrimas salen derramándose por sus mejillas rosadas. Respira hondo y sacude la cabeza.
—No quiero que ocurra nada malo. No quiero que nada malo te pase y sé que si te enfrentas a él, no... Casi te pierdo una vez, no quiero volver a sentir ese miedo—susurra.
Suspiro, con esa punzada en el pecho que tanto ha habitado en mi desde meses y la envuelvo en mis brazos. Su cuerpo se aferra al mío enseguida. Puedo sentir su miedo. Puedo sentir su preocupación y eso hace que dude, por un instante, de lo que estoy haciendo.
Pero no... Necesito hacer esto. Tengo que hacerlo.
—Casi no vivo una vez—repito sus palabras. Me cuesta confesarlas—, y tal vez está no sea la excepción. Pero por lo menos quiero haber defendido mi persona y lo que merezco después de todo. Tengo que proteger a los míos, no que ellos me protejan a mi.
Asiente mientras tiembla. La abrazo un poco más fuerte. Unas lagrimas también salen de mi parte y solo puedo mirar hacía la avenida que está transitada a esta hora. No sé si esto resolverá algo, pero tengo claro que por lo menos lo voy a intentar.
Voy a mostrar mis garras. Voy a hacerle saber a Eric a quien ha dejado su hermano en este mundo.
—¿Podemos ir a comer algo?—pregunta al separarnos.
Esbozo una sonrisa y asiento.
—Vamos. Tenemos que alimentar a ese cuerpo gruñón.
—Muérete.
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DESTINOS ENCONTRADOS.
Romance𝑀𝑖𝑒𝑛𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑚𝑎́𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜, 𝑒́𝑙 𝑣𝑒𝑛𝑑𝑟𝑎́ 𝑐𝑜𝑛 𝑚𝑎́𝑠 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑧𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑜𝑟𝑑𝑎𝑟 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑠 𝑒𝑠𝑐𝑎𝑝𝑎𝑟. Samantha estaba bien siendo asistente de...