Capítulo 42 "Alessandro"

6K 844 315
                                    

Bella flor de primavera, eres la mas hermosa estrella que ha venido alumbra la oscuridad de mi cielo, mi dulce niña de ojos tiernos que ve más allá del alma, mil veces mis labios han gritado tu nombre al más silencioso de los abismos, mi amado ángel, que no daría yo por contemplarte, aunque fuera un solo instante.

————————Tiempo Atrás———————

Una gran fiesta se celebraría en el castillo de la familia Lawrence, una de las familias mas acaudaladas de la ciudad, hoy presentarían en sociedad a su bella hija Alessandra, varios jóvenes irían en busca de una oportunidad para acortejar a la dulce jovencita.

—¿Cómo me veo mamá, —Preguntó Alessandra girando sobre sí misma—.

—Te ves preciosa, vas a ser el centro de atención y tal vez tengas suerte de encontrar un pretendiente que este a tu nivel.

—Mamá, ¿no crees que estoy muy joven para casarme?

—Para nada, pronto cumplirás dieciocho y es mejor encontrar un buen pretendiente para ti, no me mires con esa cara mi amor, yo solo busco lo mejor para ti, ahora ven, —La tomó de la mano—, la gente nos espera, —Descendieron por las escaleras llamando la atención de los presentes, sobre todo de los jóvenes que embobados observaban a la hermosa Alessandra que atrapada en un vestido de la época deslumbraba con su belleza, tenía una piel de porcelana y un cabello ondulado color chocolate que llegaba a su cintura y combinaba a la perfección con el rosa de sus mejillas, unos labios caprichosos que invitaban al más dulce beso—.

—Tienes una hermosa hija Tom, —Dijo una voz a espaldas del jefe de familia—.

—Lucifer, —Respondió con sorpresa al verlo—.

—Si, el mismo, veo que no me has olvidado.

—Claro que no.

—Eso me parece muy bien.

—¿A que has venido?

—Eso tú lo sabes mejor que yo, se ha vencido tu plazo Tom, he venido por tu alma.

—No por favor, —Pidió—, dame más tiempo.

—Tu sabes que eso no es posible Tom, teníamos un trato, yo te dí toda esta fortuna, tu imperio me lo debes a mi y ahora que tu hija esta a punto de cumplir dieciocho, debes pagarme.

—No por favor, te daré lo que quieras, pero no me lleves, aun no.

—¿Lo que sea?, —Preguntó observando a la joven Alessandra—.

—Si, lo que sea, —Respondió cobardemente—.

—Quiero a tu hija.

—Esta bien, es tuya, pero debes asegurarme que con ella mi deuda queda saldada.

—Lo esta, —Aseguró entregándole el contrato que habían sellado con su sangre—, eres libre ahora, —Observó por un momento a la dulce joven que sonriente bailaba con los invitados—, ¿Me haría el honor de concederme esta pieza?, —Dijo Lucifer acercándose a Alessandra y extendiendo su mano hacía ella—.

—Claro, con gusto, —Sonrió dirigiéndose hasta el centro del salón y adoptando la postura de baile—.

—Es una joven muy hermosa.

—Gracias.

—Me gustaría poder acortejarla.

Y así fue, durante semanas la visitó llevándole flores y joyas, la dulzura de la joven había terminado de cautivarlo, Lucifer se había enamorado y ella también, el cruel demonio se había apoderado de su corazón.

Era sábado y él fue para llevarla a un paseo que terminó en algo más, Alessandra le había entregado la pureza de su cuerpo como la más grande muestra de amor que podía tener hacía él, el infierno parecía tener una tregua, Lucifer al fin parecía tener algo de paz, pero su tregua  no duraría mucho tiempo pues la perdida de su amada terminaría por sacar lo peor de él, las campanas sonaron anunciando las nupcias de lo que parecía sería el mejor día de sus vidas, pero pronto todo se volvió una pesadilla, Alessandra se desplomó a medio paso de llegar al altar, la muerte había venido por ella, era el castigo de Lucifer, jamás podría ser feliz.

Abrazado al cuerpo de su amada Lucifer perdió el último ápice de bondad que quedaba en él, su dulce ángel le había sido arrebatado y él no descansaría hasta ver la tierra arder.

———————————Actualmente—————————

Abrió los ojos abruptamente, otra vez tenía pesadillas con su verdugo, recorrió con la mirada el sitio en el que estaba y el vestido que traía puesta, ¿quien la había cambiado?, era un lugar lujoso y que para nada se le hacía desconocido, se levantó asustada y salió corriendo por toda la estancia, ¿podía ser?, ¿estaba en aquel castillo que aparecía en sus sueños?, corrió hacia la puerta y la abrió encontrándose con un oscuro abismo.

—No puedes salir de aquí pequeña, —Escuchó a sus espaldas y pronto su corazón latió con fuerza al reconocer la voz—, Alessan..., —Su nombre se quedó a medias en sus labios y se le heló la sangre al ver a quién tenía al frente, tenía el mismo rostro que el hombre que tanto amaba, pero sabía que no era él, seguro era un engaño de Lucifer—.

—Veo que ya despertaste pequeña, —Dijo en tono dulce que para nada parecía ser de él, se acercó a ella consiguiendo solo que se aleje—, por favor pequeña, no te alejes.

—Cállate, —Respondió al borde de las lágrimas—, no imites su voz, no uses sus palabras ni su imagen, sé que eres Lucifer.

—Pequeña, soy yo, soy tu amor.

—No es cierto.

—He esperado por ti durante siglos, te he buscado en cada mujer que se pudiera parecerse a ti, he compartido mi lecho en busca de tu cuerpo y al fin te encontrado.

—Mientes, nada de lo que dices es cierto, tu no eres Alessandro.

—Alessandro no existe, Alessandro no es más que un simple deseo, Alessandro soy yo, —Le soltó dejándola en blanco y llena de dudas—.

RETH "Capítulo 2 Obediencia" (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora