Capítulo 31 "Sumisión"

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Se había prendido del azul de su mirada sin saber bien que responder, en ese momento Reth la miraba con tanto deseo, que ella no podía evitar sentirse nerviosa, tenía miedo de experimentar lo que Reth le proponía, pero también curiosidad, ¿debía confiar en él?.

—¿Te quedarás mirándome toda la noche pequeña?, —La acercó a él tomándola de la cintura y rozando su lengua por su labio inferior—, estás temblando nena, igual que la primera vez, es que acaso, ¿no piensas decir nada?.

—Yo..., —Tragó saliva y volvió a quedarse en silencio—.

—¿Tú que muñeca?, —Le dió un beso corto en los labios, mientras su mano se deslizó atrevida por la orilla de su falda—.

Cerró los ojos al sentir el cálido roce de su piel en la suya, tan suave y excitante, otro beso buscó apoderarse de su boca y ella se aferró a él, lo deseaba tanto como él a ella, se abrazó a  su cuello siguiéndole el juego y cediendo a lo que él tanto le pedía.

—Confió en ti Reth, —Susurró sobre sus labios—, soy tuya, —Dijo subiendo sus manos hasta su rostro y dándole la aprobación que él tanto anhelaba—.

—¿Quieres entrar en mi juego pequeña?, —Preguntó subiendo sus manos hasta los botones de su blusa y abriéndolos—.

—Si Reth, —Le quitó el uniforme dejándola solo con su ropa interior sin quitarle los ojos de encima—.

—Ven pequeña, —Le extendió la mano llevándola hasta la cama y ayudándola a subir—, de rodillas, —Ordenó con tono sutil—.

—¿Qué?, —Lo miró dudosa—.

—No voy a lastimarte mi niña, —Aseguró besando su frente—, yo jamás te haría daño, —Se fío de sus palabras y dejó que sus rodillas se apoyaran en los pétalos de rosas rojas que adornaban la cama, estaba nerviosa y sus nervios empezaban a mezclarse con sus ansias, tomó el antifaz para dormir y se lo puso, para acto seguido colocarle las esposas también, estiró la cadena que colgaban de las mismas y la enganchó a la barra que se encontraba sobre la cama—, ¿te duelen o se te cansan los brazos?, no quiero lastimarte pequeña.

—Estoy bien.

—Mi princesa, —La recorrió con la mirada—, mi hermosa princesa.

Era toda una fantasía verla ahí, esperando a que diera el siguiente paso, esperando a que comenzara con lo que había preparado para ella. Se sacó la camiseta dejando ver los tatuajes que su hermosa piel escondía como si fuera un lienzo y se dirigió hasta uno de los sillones de la habitación, se sentó a mirarla, a contemplar la inocencia que la bella joven irradiaba y que era lo que más le obsesionaba de ella, la vió humedecer sus labios una y otra vez expectante de lo que pasaría, su pecho subía y bajaba con irregularidad tratando de normalizar su respiración.

Pasaron un par de minutos que para ella fueron eternos antes de que él hiciera algún ruido, había estado en silencio alimentando su desesperación por saber que iba hacerle, escuchó sus pasos acercarse a la cama y pronto notó el peso extra a sus espaldas, Reth se había subido también, podía sentir su respiración en su cuello, así como estaba se sentía vulnerable, aunque estaba segura de que él no la lastimaria.

—Mi pequeña Astrid, mi preciosa niña, —Retiró con delicadeza su larga cabellera y besó su hombro—, te deseo tanto, ¿tu me desesas?

—Si Reth, —Tomó un pétalo y lo rozó en su piel hasta que la misma se erizó, subió sus manos hasta sus pechos y los tocó por encima de su brasier, sabía que debía ir despacio y darle tiempo para que se acostumbrara a lo que harían juntos—.

Recorrió su cuerpo con dulces besos, hasta llegar a sus labios y la sentó a horcajadas sobre él, tomó uno de los juguetes que tenía preparado para ella y lo empapó con aceite.

Sintió una punta algo fría rozar su intimidad, no sabía que era, pero su cuerpo reaccionó a la frialdad del objeto que contra restaba con la calidez que los besos y caricias de Reth le habían provocado, desabrochó los gafetes que se encontraban en la parte delantera del brasier dejando sus pechos al descubierto y comenzó su juego.

—Eres la mujer mas hermosa del mundo., —Observó maravillado el movimiento que hicieron sus pechos acompañando a su agitada respiración—.

—El mundo es muy grande, debe haber mujeres más bonitas, —Respondió casi en un susurro al sentir su lengua rozando el pezón—.

—Para mi lo eres, eres mi mundo y tu piel es mi hogar.

—Reth, —Apretó con fuerza las cadenas al sentir las vibraciones de la joya estimulando su clítoris, y mordió su labio inferior intentando silenciar los sollozos de placer que amenazaban con salir—.

—No lo hagas pequeña, necesito oírlos.

—Reth por favor.

—No te resistas, solo déjate llevar, —La ánimo, apoderándose de sus pechos, succionándolos y acariciándolos con su suave lengua hasta llevarla a uno de los tantos orgasmos que le esperaban esa noche, la noche que marcaría un antes y un después en una relación que acabaría por destruirlos a ambos—.

RETH "Capítulo 2 Obediencia" (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora