Capítulo 4 "Mírame"

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"Mi bella princesa que sufres en la penumbra de la soledad, no hay peor castigo que oír tu llanto y tus lamentos, escuchó tu voz quebrarse cada vez que pronuncias mi nombre y mi corazón se rompe en pedazos al ver el daño que te he hecho, amor de mi vida, estoy tan cerca y lejos a la vez que mi atormentada alma no hace más buscar la forma de salir de este cruel abismo, amada mía yo siempre estaré contigo".

-Alessandra, -Escuchó que la llamaban y se levantó de inmediato, bajó por las escaleras y notó que la chimenea estaba encendida, una melodía empezó a sonar en la estancia, melodía que ella no tardó en reconocer, escuchó unos pasos acercarse y ella retrocedió-.

-¿Quién anda ahí?, -Preguntó, pero nadie respondió-, -¿quién esta ahí?, -Volvió a preguntar-.

-Soy yo mi amor, -Dijo una voz que ella no tardó en reconocer-.

-Alessandro, -Corrió hacía él envolviéndolo en sus brazos y llenándolo de besos-, volviste.

-Nunca me fuí pequeña, yo siempre estaré contigo, -Le sonrió y secó sus lágrimas envolviéndola entre sus brazos y guió su cuerpo con el suyo al compás de la melodía que sonaba, recostó su cabeza en su hombro y él la cargó hasta la cama-, ya es algo tarde pequeña, es mejor que descanses-.

-No me dejes sola por favor.

-No lo haré, -Aseguro recostándose a su lado-, duerme princesa, -Besó su frente y eso fue lo último que recordó antes de que todo a su al rededor se volviera oscuro, la alarma sonó sacándola de aquel mágico sueño y devoviéndola a la cruda realidad, una realidad en la que él no estaba-.

En el internado las cosa parecían marchar a la perfección, poco a poco las alumnas habían cedido a los encantos de los maestros, aunque Zigor prefería pasar de ellas al igual que Reth.

Era sábado en el internado y todas las alumnas disfrutaban del sol frente a la piscina, todas menos Astrid que prefería perderse en la melodía del piano del salón de música que había en el internado, tocó una melodía que le gustaba y empezó a cantar llamando la atención de Reth, su voz era dulce y angelical, entró en el salón sin que lo notara y se cruzó de brazos a escucharla, pasaron unos minutos antes de que ella se diera cuenta de que él estaba ahí.

-Lo siento, no lo escuché entrar.

-Tienes una voz muy bonita.

-Gracias, -Contestó con una media sonrisa-.

-No has salido a la piscina como el resto de tus compañeras.

-Preferiría quedarme aquí señor director, claro si usted me lo permite.

-Lo haré con una condición.

-¿Una condición?, ¿cuál?.

-Canta una canción para mi, -Lo miró algo dudosa, pero terminó cediendo a su petición, aunque al principio la situación le resultó vergonzosa, pues ella nunca le había cantado a alguien-.

-Son todas las que me sé señor director, -Comentó apenada-

-Ha sido como un concierto para mi solo, gracias, -Salió del salón dejándola sola y solo ahí pudo respirar con tranquilidad, su presencia la ponía nerviosa-.

A las siete de la noche la cena se sirvió, las alumnas tomaron sus bandejas y se dirigieron a las mesas, observó a Astrid dirigirse al puesto en el que se sentaba siempre, pero una de sus compañeras le puso el pie haciendo que se cayera sobre la bandeja de comida, las risas no se hicieron esperar, al igual que la reacción de Reth.

-Silencio, -Ordenó haciendo que todos se callaran, -Caminó en dirección de Astrid y le dió la mano para que se levantará-, ¿esta bien?, -No respondió nada, corrió en dirección hasta su cuarto y se encerró a llorar-, usted, -Se dirigió a Abril-, esta castigada, limpiará esto y recogerá las bandejas de la cafetería durante una semana.

-Pero...

-Sin peros, es una orden.

RETH "Capítulo 2 Obediencia" (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora