Sesenta y seis

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A la mañana siguiente, lo primero que noto es una respiración regular en mi cuello. Abro un ojo, luego el otro, y me despierto lentamente.

Primera cosa que constato entre la bruma matinal: estoy en la cama.
Segunda cosa: estoy cogida por un brazo musculoso y viril.
Última cosa: estoy acurrucada sobre el cuerpo de un hombre.

Abraham... ¡Ahora sí que estoy bien despierta!

Me giro despacito en la cama hasta poner la cara cerquita de la suya.

Todavía está durmiendo, me quedo mirando su rostro, aguantándome las ganas de besarle.

Me vienen a la mente los recuerdos de esta noche, y no puedo evitar sentir una pizca de satisfacción.

Fue divino.

Dicho esto, estaba lejos de imaginarme que Abraham fuera un amante tan atento. Me lo imaginaba salvaje y brutal, pero no es así.

Salgo de la cama poniendo cuidado en no despertarle, y me quedo un momento contemplándole.

Es guapo hasta cuando duerme.

Su ropa está repartida un poco por todas partes de la habitación, la recojo y la pongo cerca de la cama, y luego busco algo que ponerme.

Encuentro un picardías y lo cojo para ponérmelo, luego me dirijo hacia el cuarto de baño.

Necesito de verdad una buena ducha...

Veo la toalla que tenía puesta anoche, cerca del cubo de champán que nos trajeron.

Aún recuerdo la cara del camarero cuando le abrimos la puerta...

Suelto una risita bajito, parecía tan incómodo el pobre... Aunque hay que decir que yo también lo habría estado en su lugar.

- ¿Qué te hace tanta gracia, fierecilla? Espero que no sea yo...

Me doy la vuelta rápidamente, Abraham está sentado en la cama, con el torso desnudo y las sábanas sobre la parte baja de su cuerpo de cualquier manera.

Esta supersexy así, me entran de inmediato unas ganas brutales de él mientras le miro con descaro.

- Conque con esas, ¿Pensabas hacer las maletas mientras estaba dormido? - responde divertido y me guiña el ojo mirándome fijamente.

- ¿No sois vosotros los expertos en eso normalmente? - respondo molestandolo un poco.

- No todos, pero vosotras, las tías, os encanta generalizar - me saca la lengua  de una forma burlona.

No le contesto, pero lo hago una sonrisa,  después de eso, me dirijo hacia el cuarto de baño y me meto en la ducha.

Poco a poco, noto como el agua caliente relaja mis músculos. Abraham se ha venido conmigo.

Solo lleva puesto su boxer ajustado, que finalmente termina quitándose

Me quedo mirando ferozmente sus partes bajas y enseguida me pongo colorada como un tomate y miro para otra parte.

- Ayer parecías menos intimidada...

Estamos a dos dedos de tocarnos, su dedo índice viene a levantar mi mentón, y yo me sumerjo en sus ojos color avellana.

Tengo muchas ganas de besarle...

Despacio, Abraham se inclina hacia mi me aprieta junto a él con una mano.
Su otra mano se ha instalado en el fondo de mí espalda y me retiene pegada a su cuerpo tan deliciosamente tentador.

Me besa, primero muy suavemente y luego de manera cada vez más intensa.

Le noto endurecerse sobre mi vientre y eso crea directamente imágenes muy indecentes en mi cabecita, de él y yo, enlazados.

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