Veintitres

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Aún así, le agradezco que me ayude. Y eso, a pesar de mi actitud.

- Te debo una disculpa, creo. Y también las gracias - lo mire fijamente apretando un poco mis labios.

- Ya veremos - sonríe un poco mirándome.

Suelto un profundo suspiro, parece que lee en mí como un libro abierto. Sí, es verdad, ¡ella me ha vuelto loca!

- ¿Me esperas un segundo? - dijo en un tono mas tranquilo y dulce.

- Venga, te espero - sonrío un poco mas calmada.

Vuelve a casa después de haberme lanzado una última mirada. Unos instantes después, veo a la bimbo salir, visiblemente fuera de quicio.

Me dedica una mirada de desdén antes de cruzar el jardín y de salir por el portón, le sigo con la mirada, impasible, cuando en realidad, ¡estoy contentísima!

¡Chao, zorra! ¡La próxima ves pides la vez!

- Venga, ven - escucho la voz de Abraham.

Sobresalto, estaba tan ocupada viendo como la otra boba se volví loca que ni siquiera he oído llegar Abraham.

- ¿A dónde? - pregunto algo confundida, Abraham sonríe.

- Te llevo a tu casa - me guiña el ojo, divertido.

Abraham me mira de repente de manera traviesa y levanta las llaves del coche a la altura de mi cara antes de agitarlas ante mis narices.

Le sonrío, divertida, al parecer no se da cuenta y rodea el coche hasta la puerta del conductor. Yo voy del otro lado, sintiendo como va desapareciendo la tensión acumulada, pongo las manos en el techo del Lamborghini y hago una pausa, con la cabeza agachada.

Me tomo un segundo para vaciar la mente, la perspectiva de volver a mi casa me reconforta.

- ¡Eh! - exclama Abraham sorprendido, siento su mirada en mi.

Abraham vuelve a mi lado para ver qué hago. su voz no es agresiva si no dulce, levanto la cabeza hacia él y me sorprende lo que veo en su mirada, parece compasión.

- ¿Te pasa algo? - me mira fijamente pasando lentamente su mano por mi cabello dando caricias suaves, lo que me estremezco al sentir su contacto.

- Estoy bien, solo estoy agotada - sonrío de lado mirándolo.

No dice nada, me levanto valientemente y me aparto para que Abraham pueda abrirme la puerta.

Me siento en el asiento del pasajero mucho menos excitada que hace rato, Abraham se sienta detrás del volante y se me queda mirando.

- ¿Te preocupas por tu hermano, no? - dijo sin más.

Suelto un suspiro y respondo tranquilamente - Si me preocupo constantemente por el, no pasa un día que no piense en él, es mi hermano. Es normal que me preocupe.

- Ya veo - mira hacia enfrente dispuesto a encender el coche.

- Estoy dispuesta a todo por él ¡Y no es ese hijo de puta quien me va asustar! - dije seriamente cruzándome de brazos.

Abraham vuelve a mirarme con el ceño fruncido.

- Giorgio Machinni, evita llamarle así, no creo que le guste que traten a su madre de mujer de vida alegre - dijo mirándome serio.

- Lo siento, no puedo más - trague duro ante su mirada - Ya sé que no es una palabra muy elegante, pero es el único calificativo que se me ocurre ahora mismo.

- Ya, entiendo, creo que yo reaccionaría igual si se metiera con mi hermano

¡Lo sabía! A pesar de lo que he visto esta noche, estaba segura de que estos dos están unidos por un lazo fraternal inquebrantable.

- Abróchate el cinturón, fierecilla, no me apetece que Cameron me dé una paliza si te rompes una uña durante el trayecto, te llevo a casa - sonríe mirándome.

Me pongo el cinturón y me dejo llevar en el asiento deportivo sin una gota de energía, Abraham arranca y el coche ruge suavemente.

Me encanta este ruido de fondo, podría quedarme dormida con él a modo de nana, me giro hacia Abraham y le espeto de buenas a primeras:

- Siento mucho lo que ha pasado, Abraham, fue estúpido y pueril.

Abraham me mira de reojo sorprendido.

- ¿Estás pidiendo disculpas o yo alucino? - sonríe divertido.

- ¡Claro que no! Soy una orgullosa - sonrío traviesa mirándolo unos instantes. - Está guay que me ayudes, gracias, no lo olvidaré.

Sus ojos se fijan en mí y me analizan atentamente.

- ¿Se acabaron las mentiras? - al escuchar aquellas palabras, paso un mechón de cabello detrás de mi oreja.

- Se acabaron las mentiras - respondo sonriendo un poco sin apartar mi mirada de sus ojos.

Se me queda mirando aún un momento, luego, asiente con una pequeña sonrisa en los labios, acto seguido se gira a concentrarse en conducir.

Circulamos a una velocidad modera por la autopista y me relajo un poco, empiezo a sentirme un poco mejor, pensar que Abraham va a ayudarme me quita un poco el peso de encima.

Estoy impaciente por ir a ver a Diego y decirle que todo se va arreglar.

Llegamos enseguida al centro y voy guiando a Abraham hasta mi inmueble, al final, se detiene junto a la cera.

A pesar de las circunstancias, estoy contenta. ¡He dado una vuelta en Lamborghini dos veces en una sola noche! ¡Que suerte!

- ¡Aquí estamos! La señorita ha llegado a buen puerto. ¿Necesitas que te escolte hasta tus aposentos? - sonríe, divertido.

- ¡Qué amable es el señor! Pero creo que la señorita no le gustaría cansar a la bestia por tan poca cosa.. - sonreí de la misma manera. - Y además, seria una lástima que el aparato del señor se oxidara a fuerza de quedarse afuera mucho tiempo. - le guiñe el ojo.

Abraham se echa a reír suavemente antes de inclinarse. Su mano roza mi mejilla y me entra un escalofrío por la espalda.

- Descansa, tienes pinta de estar agotada. - dijo en tono dulce.

Abro la puerta y salgo del coche antes de cerrarla delicadamente. Abraham baja la ventanilla del pasajero y se inclina para echarme un último vistazo.

- Por tu culpa, he tenido que aplazar la fiesta a mañana, espero que me honres con tu presencia para que te perdone - dijo guiñándome el ojo.

Tras estas palabras, sube la ventanilla y se va sin esperar mi respuesta. Yo me quedo aquí, impresionada, al pie de mi inmueble.

¡Vaya noche! No lo voy a olvidar...

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora