Cuarenta

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Mᴀʀᴀᴛᴏ́ɴ 5/5

Cuando vamos circulando por la autopista, empiezo a tener un poco de miedo.

Por su parte, Abraham no dice ni pío. Está concentrado en conducir y tiene los ojos puestos en la carretera.

¡Tengo miedo!

Me da miedo la cita con Machinni.

Este tipo tiene pinta de ser tan agradable como un elefante en una nevera. Temo que Abraham no llegue a ningún acuerdo con él.

- No te preocupes, todo irá bien - dice Abraham mientras tiene su mirada fija en la carretera.

- Lo sé... - miro hacia la ventana.

He dicho eso de una manera poco convincente, pero da igual ahora ya es demasiado tarde para dar marcha atrás.

- Machinni no es tonto. Él quiere su dinero y hará lo posible por tenerla, se adaptará a la propuesta más ventajosa para él - me mira de reojo.

- ¡Y supongo que tú vas a hacerle LA propuesta del siglo! - miro su perfil atentamente.

Abraham voltea a mirarme me echa una mirada indescifrable y se queda mirando mis muslos desnudos.

- Quieres decir, la propuesta que vamos a hacerle - me guiña el ojo.

Ha insistido en el "vamos". ¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Que yo también voy a tener que negociar con Machinni? ¡Dios mío, esto promete!

- Estamos llegando. ¿Estás lista? - me mira unos instantes.

Asiento mirándolo.

Abraham sale de la autopista y gira un poco más lejos en la cuidad. Al final, entra en un parking y se para cerca de la entrada de un casino de lujo.

Apaga el motor y me mira.

- ¿Estás lista para desestabilizarle mientras que yo argumento? - me mira con atención.

Me atraganto. ¡No me estará diciendo que voy a tener que hacer de señuelo!

- ¡¿Cómo?! - lo miro confundida.

- Es sencillo, cariño. Quiero que monopolices su atención - me guiña el ojo, relame sus labios mirándome de reojo las piernas. - Quiero que te mire, que te desnude con la mirada, quiero que le distraigas, así me será más fácil convencerle.

- Ya veo - miro hacia la entrada del casino.

Ahora entiendo mejor lo de vestirme sexy y todo ll que ello conlleva.

- ¡¿Voy a tener que hacer de accesorio indispensable que llama la atención?! - meneo la cabeza de un lado a otro, alucinada.

A veces me habría gustado ser un hombre, habría sido mucho más fácil.

- No te preocupes, ¡Lo vas a bordar! Confío en tu capacidad de persuasión... - sonríe.

Sale del coche en un movimiento fluido y rodea la máquina para abrirme la puerta.

- ¿Vienes? - extiende su mano hacía mi.

Refunfuño entre dientes mirando a Abraham. ¡No me vuelve loca hacer eso!

- Que quede claro: ¡Lo hago por mi hermano! ¡Y la próxima vez, me informas antes! - suspiro.

- Me queda muy claro. Ven - señala hacia el casino con la cabeza.

Miro su mano que aún esta extendida hacia mi dirección, la ignoro y salgo del coche estirando las puntas de mi vestido. Si lo hubiera sabido, me habría puesto algo más largo, está claro. ¡Me siento superincómoda!

Llegamos a la entrada del casino donde dos cancerberos poco amables nos observan tras unas gafas negras ultraopacas.

Cuando llegamos a su altura, uno de ellos levanta un brazo para pararnos.

- No se entra - responde con seriedad.

Abraham le mira por encima del hombro con desprecio. No le impresiona para nada.

- Hola, gorila. Ve a decirle a tu jefe que Abraham Mateo está aquí y más vale que te des prisa, por que me esta esperando - responde Abraham con el ceño fruncido mirando fijamente al hombre.

¡Ahora sí me impresiona! ¡Creo que nunca me atreveré a hablarle así a un gigante como ellos! Supongo que nos va echar fuera de una patada en el culo.

El otro le mira sin mediar palabra, luego, da media vuelta para entrar en el edificio. ¡Me quedo asombrada! ¡ Y yo creía que le iban a zurrar a Abraham!

En cuanto al otro perro guardián, Abraham le hace una sonrisa cómplice antes de cogerme del brazo para atraerme a él.

- Tú te callas. ¿Vale? - murmura en mi oído.

Lo miró, sus ojos me miran, tristes y lúgubres. No está de broma, me contento con asentir.

Teniendo en cuenta lo que nos espera, no me apetece nada abrir la boca. De hecho, estoy pensando qué podría pasar.

Si funciona, Diego tendrá un plazo más largo. Si no funciona... ¡Mierda! ¡No tengo que pensar en eso! Me quito esa idea macabra de la cabeza.

Esperamos aún un rato y tiemblo un poco. Hace un poco de frío, y mi ropa no me abriga mucho.

Levanto la mirada al cielo para invocar mi buena suerte. Tengo confianza. ¡Esto tiene que salir bien!

Mi estómago se contrae tan fuerte que tengo la sensación que me sube por la tráquea.

Aprieto el brazo de Abraham, me mira brevemente antes de fijar la vista en la frente.

Cuando por fin se abre la puerta y aparece el gigante al que Abraham había hablado, me pongo tensa como un arco, alerta ante cualquier emboscada.

Le dirige una mirada cómplice a su colega y nos hace un gesto para que le sigamos adentro.

Abraham me aprieta más a él, antes de decir bajito:

- Te quedas pegadita a mí.

¡Estoy de acuerdo! ¡De todos modos, tampoco tenía previsto ir a visitar el casino!

Cuando entramos en el antro de Machinni, me espero encontrarme en medio de una inmensa sala repleta de máquinas tragamonedas.

Ahora bien, una vez que atravesamos el umbral, bifurcamos inmediatamente hacia un ascensor camuflado a nuestra derecha. Solo me da tiempo a ver algunas mesas de juego, y más lejos, la sala de las máquinas tragamonedas.

El portero entra en la cabina delante de Abraham y yo. Nosotros le seguimos, entrando después. Dirección: Última planta.

Los segundos en el ascensor me parecen eternos. Miro de reojo a Abraham quien permanece impasible.

Me gustaría poder estar en el mismo estado de ánimo que él, pero es imposible.

La vida de Diego esta en juego.


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¡Hola!
Espero que les haya gustado este pequeño maratón.

¿Ustedes que creen que pasará?
¿Será que la rayis y Abraham saldrán vivos de ahí?

Les deseo una ¡Feliz navidad! 🎄
Espero que se encuentre bien de salud y que se la pasen increíble en compañía de sus seres queridos🎅🥳.

Cuídense mucho 💙

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora