Setenta y tres

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Me invade una inmensa tranquilidad cuando leo en sus ojos determinación.

- Bueno, ¿Y a qué estamos esperando? - lo miro arqueando una ceja.

- A que te pongas bien - responde mirándome con atención.

- Vale, pero ahora ya estoy mejor. Así que, ¿Cuál es el plan? - suelto un suspiro.

Toda esta situación me frustra demasiado.

- Tú vas a volver a tu casa y descansar - dice sin mas guiñandome un ojo.

- ¿En serio? ¡Ni hablar! - frunzo el ceño.

- ______....

Lo fulminó con la mirada.

- No lo entiendes, Abraham, no voy a descansar mientras mi hermano siga en el peligro.

Abraham se echa atrás en la silla y su mirada se endurece imperceptiblemente.

- Mira, yo no puedo asegurarme de que los dos estéis en seguridad. Así que, si tú estás en tu casa, eso me dejará más tranquilo. ¿Entiendes? - me mira con seriedad mientras sus manos se cierran en puños.

Asiento.

- Entiendo, pero tú también puedes entender que es mi hermano y que yo no puedo quedarme en casa encerrada sin hacer nada.

- No empieces a ponerte cabezota, tú vas a hacer lo que yo te diga, y todo irá bien - responde frustrado.

El Abraham frío y distante está de vuelta. El tono que está empleando es seco.
Inspiro para sacar el valor necesario para convencerle.

- ¡Si te crees que me voy a quedar en casa dando vueltas como león enjaulado, estás muy equivocado!  - frunzo el ceño.

Abraham se me queda mirando, un poco divertido.

- Eres una auténtica cabezota, ______... - sonríe negando con la cabeza.

- ¡Oh! ¡No estoy de broma! ¡No eres tú quien me va a decir lo que tengo que hacer cuando se trata de mi hermano! 

Después de la mirada divertida. ahora explota de risa.

- ¿Pero dónde te crees que estás? Esto no es una pequeña disputa de oficina, _______ - frunce el ceño. - ¡Esos tipos son asesinos! ¡Las reglas del juego son distintas en mi mundo!

-  ¿Te crees que no lo sé? 

Cruzo los brazos sobre mi pecho  y pongo cara asesina. Esta fuera de cuestión aceptar esconderme mientras que mi hermano está en peligro de muerte.

- No abandonaré a Diego, tengo que afrontarlo con él.

Abraham se me queda mirando, y termina su café tranquilamente. Parece que está pensando algo, y yo pongo mucho cuidado en no interferir en sus pensamientos.

- Vale, nos lo llevamos - dice sin más soltando un suspiro.

Casi que pego un brinco en mi silla. No me esperaba que capitulara tan rápido.

- Machinni sabe dónde está, no le costará nada darle candela, le sacamos del hospital y nos lo llevamos a otro lado - responde serio.

Me acerco a Abraham, vuelvo a tener esperanza.

- Vale, te sigo, aunque tenga que llevármelo a cuestas, me da igual, si sale bien el plan. ¿A dónde le llevamos?

Mi corazón late a cien por hora. Mi esperanza intenta desaparecer imaginando un nuevo fracaso, pero mantengo la fe.

- No te preocupes, de eso me encargo yo - se aleja de mí y se reclina de levantarse de la silla. - Tengo que hacer unas llamadas, no te muevas, ¿vale?

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora