Setenta y ocho

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Con el corazón latiendo a cien por hora, me abalanzo sobre la puerta para salir del vehículo.

- ¡_____! ¡No! ¡Quédate donde estás! - grita Diego.

Giro la cabeza automáticamente hacia su voz, y veo el Cadillac de Jos parado al borde de la carretera.

- ¡_____! ¡Para! - exclama.

Ni siquiera entiendo lo que me está diciendo. Solo veo a Abraham tirado por el suelo, los hombres que le están atacando.
Está doblado sobre sí e intenta encajar los golpes que le están dando.

Me lanzo hacia ellos como una furia, sin pensar en las consecuencias. ¡Quiero que dejen de hacerle daño! ¡Quiero que paren ya!

Jos me agarra fuerte del brazo y me tira para atrás. Me para en seco, poniendo fin a mi estúpida cruzada.

- ¡No estás bien o qué! ¡Aquí quieta! Ya voy - su tono es serio.

Se dirige hacia los tres colosos mientras que los golpes llueven sobre mi amigo.

Uno de los hombres vestidos de negro lo intercepta con una sonrisa maquiavélica en los labios. Debe de estar imaginándose los huesos del rapero romperse entre sus dedos...

Luego le sigue una lluvia de golpes, en la que aquel que pega más fuerte se queda de pie... Jos está decidido, pero el cerbero es duro...

Me doy cuenta en ese momento de que todo puede cambiar de un momento a otro... Bastaría con que uno de los esbirros de Machinni sacara una pistola y terminara con todo de una santa vez...

- ¡¿Quieres más, mierdecilla?!

El hombre que se ocupa de Abraham le sigue dando un golpe tras otro, a cada cual más violento. Una ola de odio se escapa de cada uno de sus gestos.

Ante tal abominación, se me hiela la sangre. Corro hacia ellos y me tiro sobre el atacante para hacerle caer al suelo.

Mi hermano me pide a gritos que pare, mientras que mi cara pega de lleno contra el vigoroso torso del hombre que va de negro.

No se ha movido ni un pelo. Se le escapa una risa obscena, y me coge ferozmente de la garganta. Mis pies se despegan del suelo con una facilidad inaudita.

Me estoy asfixiando intentando decirle que me suelte. Mis falanges intentan abrirse camino entre sus dedos y mi cuello para que me suelte un poco.

 - Suél...tam...

Mis ojos oscilan de izquierda a derecha sin que ninguna palabra pueda salir de mi boca. Estoy empezando de verdad a ahogarme...

Intento darle un último golpe a mi agresor. Está fuera de cuestión que mi vida se acabe aquí así. ¡Con la poca fuerza que me queda, le doy una patada en el pecho!

Contra todo pronóstico, mi atacante me suelta. Apenas tengo tiempo de tocar el suelo y me envía a besar el asfalto de un puntapié en la espalda.

Caigo de morros sobre el asfalto, con las manos hacia adelante. Me queman las palmas de las manos y en ese momento oigo unas carcajadas a mis espaldas.

Levanto un poco la cabeza y miro a Abraham. Está tumbado en el suelo, inconsciente. Tiene la cara cubierta de sangre. 

- ¿Abraham? Abraham...por favor... responde...

Avanzo un brazo para intentar tocarle pero el pie de mi agresor aterriza sobre mi muñeca. Poquito a poco, va pisando más fuerte.

Ahogo un grito cuando se apoya con todo su peso sobre mi extremidad. Aprieto los dientes hasta romperme el esmalte para no chillar.

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora