Veintiuno

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Sin la presencia de Cameron, me siento de repente muy sola y fuera de lugar. Es extraño, porque, antes de que se liara no tenia esta impresión.

Miro a Abraham, quien me ignora olímpicamente y si dirige hacia el bar para servirse una copa.

Jos me mira antes de seguir con la mirada a Abraham, luego, sacude la cabeza, asombrado de la actitud pueril de su colega.

- Bueno, ¿Tú que tomas, _______? - dice sin mas Jos sonriéndome.

- No tomo nada. Gracias Jos - le respondo amablemente regresándole la sonrisa.

Abraham se bebe su copa de un trago y la deja en la barra. Luego, se dirige hacia la puerta para observar el exterior.

- Vamos a tener que dejar esto para otro momento y explicarles que ha habido un contratiempo - dijo Abraham frunciendo un poco el ceño.

- ¡Yo también lo creo! No te preocupes, le voy a decir a mi equipo que se encargue de ello - responde Jos mirando también hacia el exterior.

Observo a Jos ir hacia la puerta. Justo antes de salir, me sonríe.

Le devuelvo nuevamente la sonrisa, luego, desaparece y me deja a solas con Abraham. Este me echa una mirada indiferente y va a estirarse en el sofá.

Me acerco con prudencia. Aunque haya aceptado ayudarme, no confío en él del todo. Todo lo que hemos hablado, con Jos y Cameron, me da qué pensar y no me siento muy tranquila con respecto a lo que pueda pasar.

- Debería felicitarte. Poca gente ha logrado sorprenderme como tú acabas de hacerlo - suelta sin mas aquellas palabras y mira hacia otro lado unos instantes.

- ¿Me lo tomo como un cumplido? - dije algo confundida sin apartar mi vista de el.

Abraham me mira, amenazador, y se levanta para ponerse a mi altura.

- No mucho, no - dice en un tono serio mirándome.

- Ya me parecía a mi... - murmure suspirando.

Me dispongo a dar media vuelta cuando, Abraham estira el brazo y me coge por la muñeca, me quedo quieta inmediatamente. La fuerza con la que me agarra me sorprende.

Le echo una mirada inquisitiva antes de mirara mi muñeca, que está agarrando con firmeza.

- Me has engañado pero bien. ¡Bravo! ¿Hay al menos algo que me hayas dicho que sea verdad? - dijo serio mirandome con atención.

- ¡No tengo por que justificarme ante un tío que no es ningún santo! ¡Ahora, suéltame! - frunci el ceño mirándolo con seriedad.

- ¿Así que quieres que juguemos, no?

Le mantengo la mirada con decisión. ¡Si se piensa que me voy a dejar torear bajo pretexto de que me va ayudar, esta muy equivocado!.

- ¡¿Qué parte de "¡suéltame!" no entendiste?! - dije entre dientes.

Abraham fuerza la vista y luego suelta mi muñeca antes de alejarse. Aflora en mí una piza de empatía.

¿Acaso yo habría reaccionado igual si me hubiera tomado por una imbécil? ¡Esta claro!

- Mira, Abraham. Tienes que entender una cosa. Lo que ha pasado es un cúmulo de circunstancias - Abraham al escuchar aquellas palabras mira hacia aun lado - Tú, que casi me atropellas, mi hermano en el hospital, esta historia del coche, mis padres que niegan de él y no quieren ayudarme. Es demasiado - suelto un suspiro.

- ¿Por qué reniegan de él? - pregunta aun mirando hacia un lado jugando con el anillo que tiene puesto en su dedo índice, evitando mi mirada.

Lo miro unos instantes, dudando si contarle.

Pero decido ser sincera con él, aunque me sorprenda que este interesado en saberlo.

- Diego no entra en los "estándares clásicos". Tiene gustos que mis padres no aceptan. Son gente muy conservadora, ya ves tú. - hago una pausa -Básicamente, solo puede contar conmigo. Es mi hermano pequeño, siempre le he protegido y seguiré haciéndolo. ¿De verdad me vas a ayudar? - lo miro con algo de preocupación.

Abraham vuelve a mirarme y sonríe un poco relajando su rostro.

- Te voy a ayudar ¿vale? - responde.

Me lo ha repetido con una voluntad arisca en la mirada, es como si me estuviera desafiando en creer lo contrario.

Le analizo con la mirada, me parece esta siendo sincero. Esperemos que sea el caso, porque Diego cuenta conmigo y con él también ahora. ¡Quiero creerle! Necesito no sentirme sola ante todo esto. ¡Decirme que por fin va ayudarme y que Diego saldrá de esta!.

Me acerco a él, noto como se tensa su cuerpo al tocarle. Hace un movimiento hacia atrás antes de abrazarme él también.

- Gracias - murmuro mirando sus ojos avellana.

- No me des las gracias. Tú tendrás que cumplir tu parte también - sonríe con una mirada divertida.

¿Mi parte? Me aparto ligeramente de él dejando caer las manos a lo largo de su cuerpo caliente y tremendamente bien tallado.

- Aún no lo sé. Ya veremos - agrega y relame sus labios mientras me mira con suma atención.

Me mira con una cara un poco depredadora y una ligera sonrisa se dibuja en sus labios. Sus ojos recorren mi cuerpo como si estuviera evaluando mis curvas y mis formas.

Vale. ¡Creo que ya lo he entendido! ¡Hay que ver, son todos iguales!.

¡Me irrita esto¡ ¡Otro que solo me ve como un pedazo apetitoso de carne! ¡Estupendo!.

En fin, si hay que soportar esto para ayudar a mi hermano, entonces lo soporto sin rechistar. ¡Pero eso no quita lo que piense!.

Le miro, sin abandonar la sonrisa, y le paso una mano por el cuello de la camisa bajando hacia su torso.

- ¿Qué estas haciendo? - dice Abraham en un murmuro.

- ¿No está claro? - lo miro algo coqueta.

Mi otra mano gira a lo largo de su cintura y cae sobre él. Acerco mi cara a la suya y mi mejilla roza la suya, aprovecho ese momento para oler su perfume tan masculino y delicadamente almizclado, verdaderamente embriagador.

Me atrae, es sorprendrente. Y yo que solo pensaba calentarle un poco y marcharme luego...

Continúo mi exploración hasta los abdominales, disfrutando de cada centímetro de su piel ardiente. Estoy empezando a hervir por dentro cuando de repente, pone sus manos en mis brazos y se aleja de mí.

Levanto la cabeza. Se ha quedado mirando la puerta de entrada, me giro para ver qué es lo que tanto a llamado su atención. Me esta mirando una rubia sublime de ojos verdes, sorprendida

¿Quién es esta? ¡¿Tengo monos en la cara?!

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora