Cuarenta y tres

83 21 3
                                    

Durante un fracción de segundo, el clic del percutor resuena en la sala.

- ¡HOSTIA PUTA! - exclama Abraham.

Puedo oír a lo lejos algunas voces, pero no logró discernir lo que dicen. Probablemente sean Abraham y uno de los gigantones.

Estoy paralizada, prisionera de mi propio cuerpo, como ausente.

Súbitamente, mi burbuja estalla y me mete de lleno en la realidad. El percutor ha disparado en vacío. El arma no estaba cargada.

Machinni sigue de pie a mi lado. Su revólver no se ha movido de mi sien. Trago con esfuerzo, sin dejar de mirarle.

- Parece que estoy de humor misericordioso esta noche, tienes suerte  - responde con una sonrisita burlona.

Ha dicho esas palabras como si pudiera controlar la tierra entera. Abro un poco la boca, pero no logró articular ningún sonido.

Me contento con mantenerle la mirada, más negra que el abismo, sin moverme bajo ningún pretexto.

Cuando la pistola se aleja bruscamente de mi cabeza, mi corazón se pone a golpear fuerte mi pecho. Empiezo a darme cuenta de lo que acaba de pasar.

Machinni me mira con desprecio antes de silbar entre dientes.

- ¡Largo!

Me asusto y me echo para atrás precipitadamente para alejarme de él mientras guarda su pistola en la cintura.

Estoy totalmente en shock, este ha estado a punto de ser el último día de mi vida.

Al echarme atrás, casi me caigo de espaldas por el suelo por culpa de mis piernas que flojean.

Cuando echo un vistazo alrededor, me cruzo con la mirada de Abraham. Está pegado a la pared, atrapado por uno de los guardaespaldas del mafioso.

- Está bien, sueltale - ordena.

Su secuaz obedece. Suelta a Abraham sin miramientos y luego vuelve a su sitio a un lado de la sala.

En cuanto a Abraham, se pone a soltar tacos con fuerza antes de dirigirse al tipo que le tenía agarrado un momento antes.

- La próxima vez que me toques, te parto la cara. ¿Lo entiendes? - dice furioso mientras se acomoda su saco y camisa.

- Cálmate, Mateo, solo hace su trabajo... Sin embargo, esta... - responde Machinni señalándome con un gesto despectivo antes de intercambiar una mirada con Abraham.

Mis ojos van de un hombre en negro a otro, situados a uno y otro lado de la sala. Son fríos y sin escrúpulos.

Con sus armas en la mano, me miran fijamente a la espera del más mínimo gesto por parte de su jefe para acribillarme.

A diferencia de Machinni, esos hombres no parecen muy inteligentes. Se contentan con hacer su trabajo sin hacerse preguntas.

Después de haberme quedado un breve instante contemplando a esos maleantes, oigo un carraspeo a mis espaldas. Es Abraham.

Aprovecho inmediatamente para caminar hacia él.

Pero cuando le veo fruncir el ceño, me calmo enseguida. Ya veo que se me avecinan los problemas.

Así que avanzo lentamente, luchando por no correr.

Cuando llego cerca de Abraham, me aprieto a él. Inmediatamente, nos hacemos una mirada que quiere decir: "Deberías haberte callado".

Me aguanto para no reírme nerviosamente, pero tiene razón. Esta vez la he cagado.

Abraham suspira y para de contemplarme para gritarle a Machinni.

Mᴀᴛᴇᴏ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora