Cien

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Miré la hora por décima vez en una hora, era lo único que me daba alguna noción de realidad. Los minutos pasaban tan lentamente que me volvía loco, pero al mismo tiempo quería que pasaran lento, no tenía sentido esperar que algo sucediera. ¿Qué iba a suceder? No me quedaban esperanzas. Ya no podía ser positivo.

Agradecía que mi cuerpo hubiese perdido toda tolerancia al dolor, era la única manera de provocar un poco la compasión de mi captor, él me daba un par de medicamentos para el dolor y algo que supongo era para dormir. Las horas pasaban lento en la espera de que esa puerta frente a mí se abriera y entrara aquel hombre con una bandeja con agua y dos pastillas. Yo las tomaba y al cabo de unos diez minutos estaba profundamente dormido. Mi día consistía en cinco horas despierto, y el resto completamente inconsciente. Lo agradecía.

A veces me preguntaba por qué simplemente no me mataba y terminaba con todo de una vez, le grité muchas veces que acabara con todo esto, pero me ignoraba. Las palabras que cruzábamos eran las mínimas, solo para indicarme algunas cosas y a veces para obligarme a comer. Yo había perdido toda la voluntad, quizás si no comía, podría acabar con todo de una vez.

Pero él es más astuto que yo, y tras algunas semanas logré darme cuenta de que cuando dormía completamente drogado, él me inyectaba fluidos para mantenerme vivo. Una real mierda, no podía salir de allí porque mi pierna seguía rota, y al parecer nunca podría regresar a su estado original. De seguro podría caminar, pero correr o hacer algo más extremo se veía prácticamente imposible. Huir de allí no era una opción.

¿Dónde estaba siguiera?

Mi habitación era pequeña, contaba con una cama de una plaza y un ropero de mediano tamaño, la ventana era alargada y estaba prácticamente en el techo, lo que me hacía suponer que estaba en un subsuelo. No se escuchaba ruido por ningún lado, no había nadie, era como si estuviese perdido en el lugar más secreto del universo.

La humedad me daba escalofríos, me hacía pensar que cuando regresara la época de invierno las probabilidades de contraer neumonía se volverían muy altas, y quizás eso era lo mejor.

Mi cabello estaba largo y podía sentir como mis pómulos se asomaban cada vez más en mi cara. ¿Cuánto tiempo había pasado? El dormir había provocado que perdiera completamente el sentido del tiempo, y está de más decir que no sabía en qué endemoniado lugar me encontraba.

No servía de nada lamentarme. Simplemente había hecho las cosas mal, me había relacionado con la gente equivocada y ahora lo estaba pagando. Quería gritarle a mi yo de hace algunos años que simplemente saltara del puente y no escuchara a nadie más.

Inconscientemente cantaba para recordar lo bien que viví junto a Yoongi.

Yoongi.

Me pregunto cómo estará él. Espero no me siga buscando. ¿Qué sentido tendría? Sinceramente prefería que hubiese cerrado nuestro capítulo, y ahora viva una buena vida. Yo atesoraré nuestros recuerdos por ambos. Yo lo amaré por ambos, siento que ese es mi único consuelo. Soñar con tenerlo cerca, soñar con su sonrisa, soñar con sus manos y su cabello negro lacio, soñar con su rostro... ¿Su rostro? ¿Cómo eran sus facciones? ¿Cómo era su voz?

Recuerdo que tenía una tez blanquecina, unos ojos intensos y rasgados, que tenía un dejo de indiferencia, pero que en el fondo eran cálidos. Intento recordarlo todos los días, sus palabras y sus rasgos, pero cada vez se hace más complejo. Mi consciencia va y vuelve y es como que no tuviese tiempo para ordenar mis pensamientos.

Te extraño.

Hyungsik ha dicho que estoy enfermo, que debo comer para mejorarme, pero realmente no sé qué tipo de enfermedad tengo. No me siento particularmente mal, no siento nada en realidad. Me ha estado dando baños con agua fría últimamente, a veces despierto en la bañera y tras la niebla que cubre mi vista siento como él está allí bañándome. Me dice cosas, pero no comprendo qué dice.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora