Cincuenta y ocho

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Describir la incomodidad que sentía en ese momento requeriría las habilidades narrativas de Tolkien, la mujer frente a mí me miraba con sus ojos gatunos punzantes, los que brillaban levemente debido a la sombra de ojos que estaba ocupando, era tan tenue que si no fuera porque tenían glitter sería imposible decir que estaba maquillada en lo absoluto. Su piel era increíblemente pálida, igual a la de mi alfa, y dejaba ver unos pequeños toques de rubor rosa que de seguro lo había puesto allí con sumo cuidado. Traía un vestido negro liso, no tenía ningún adorno especial, y sobre sus hombros llevaba una chaqueta del mismo color, todo adornado con un collar que rosaba en lo ridículo, era tan extremadamente delgado que juraba que si lo rosaba con su mano lo rompería y las pequeñas perlas, que de seguro costaban más que mi alquiler, caerían al piso perdiéndose de la vista humana para toda la eternidad.

Me miraba, continuamente, me miraba, insistente como si tratase de hervir mis entrañas con sus ojos y yo no apartaba la vista, no iba a dejar que me intimidara, o al menos eso iba a intentar.

Sacó de su pequeño bolso negro con correas metálicas doradas una cajita de metal; ya había visto una así antes, mi alfa solía guardar sus cigarrillos allí, por lo que fruncí el ceño al intuir lo que estaba a punto de hacer.

- No puede fumar en un lugar cerrado – dije con voz amable pero que evidenciaba mi molestia ante su falta de educación, curioso decirlo así, de seguro esta mujer había pasado por más institutos educacionales que toda mi familia junta, pero era una grosera mal educada, sí, eso era.

- ¿Disculpa? – soltó sosteniendo el cigarrillo en sus dedos.

- No fumamos dentro de la casa, si desea hacerlo debe ir a la azotea. - ¿Azotea? Si, la estaba invitando cordialmente a salir de nuestra casa.

Ella miró a mi alfa que se acercaba con una bandeja entre sus manos, traía tres tazas de té, un recipiente con leche tibia y cubos de azúcar. ¿Existe algo más siútico que los cubos de azúcar?

- Mamá, Taehyung habla en serio, ya no fumamos aquí – confirmó mi alfa. Claro que no fumábamos en casa, yo hace mucho que no lo hacía, estaba intentando no volver a hacerlo más, y mi alfa tenía prohibido hacerlo en casa, realmente olía horrible.

- Increíble. – Escupió guardando su cigarrillo en su caja y la volvió a guardar dentro de su cartera. Yoongi dejó las tazas frente a cada uno y le sirvió un poco de leche a su madre, me miró y yo negué con la cabeza, luego él tomó asiento a mi lado, y sostuvo mi mano, lo que me sacó una sonrisa triunfante.

- Entonces, ¿están viviendo juntos? – preguntó ella mientras introducía la pequeña cuchara en su taza y la giraba teniendo particular cuidado de no golpear los bordes; hacía todo con tal elegancia que me hacía sentir como una persona sin clase, como si fuese lo más bajo de la sociedad, y de seguro ella estaba consciente de su actitud, lo hacía premeditadamente, todo en ella gritaba displicencia.

- Sí, estamos viviendo juntos – respondió mi alfa.

- ¿Debo entender que es serio?

- Siempre ha sido serio.

- Eso dices tú.

- Lo siento así.

La incomodidad aumentaba con cada palabra que soltaban, era como tener a dos gotas de agua, igualmente malignas y déspotas luchando entre ellas, se miraban con los mismos ojos hirientes, hablaban sin emoción, y sus gestos eran calcados. La señora Choi había criado a su hijo a su semejanza, me gustaría saber ¿en qué momento el corazón de Min Yoongi se ablandó y se alejó del de su madre?

- Tu padre quiere que vuelvas – soltó la mujer.

- Ya hemos hablado de esto mamá – la mujer suspiró y se acarició la sien.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora