Cuarenta y ocho

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Sus ojos brillaban tanto y me miraban fijamente siguiendo cada uno de mis movimientos; estaba sentado a horcajadas sobre él y en un movimiento rápido me saqué la camiseta que a esas alturas me estorbaba de sobre manera.

Cuando dije que ese no era mi plan, estaba siendo honesto. No era mi plan acorralar a mi omega como lo estaba haciendo; de hecho, no recuerdo cuándo fue la última vez que me sentí tan excitado y ansioso, si mal no recuerdo fue cuando llegaron de improviso la tropa de entrometidos a mi departamento. Pero yendo más atrás, antes de conocer a Taehyung, durante todos esos meses no me acosté con nadie, ni siquiera cuando estaba en celo, siempre preferí tomar supresores, creo que realmente soy un alfa extraño.

Si soy sincero, no tengo gran interés por el sexo, nunca llamó mi atención y sentía que era más una obligación biológica para satisfacer a tu pareja que otra cosa. Lo hacía, sí; lo disfrutaba, no mucho.

En mis 27 años antes de conocer a Tae, sólo había tenido un novio formal, y había salido casualmente con una chica. Mi larga y compleja relación con Jimin tenía una arista más que agregar y era nuestra extraña química sexual, no me sentía especialmente atraído por él, pero cuando estábamos en el acto nos volvíamos locos, era una situación tan carnal y obscena que no puedo recordar nuestra primera vez como algo romántico, si no muy por el contrario, fuimos unos salvajes producto de la inexperiencia y las hormonas adolescentes. Con la costumbre y la rutina, nos apegamos a las necesidades biológicas, debido a que Jimin sabiendo lo que provocaba en mí durante esas distorsionadas sesiones, solía recurrir a la seducción para acercarse, y buscar que lo marcara, cosa que no hice nunca porque para mí eso debía ser un acto producto del común acuerdo y del afecto, no de un momento de éxtasis y aturdimiento.

Suran fue la segunda, era una chica 3 años mayor que yo, estudiaba diseño en la misma facultad que; teníamos una química extraña, y sin estar muy orgulloso de mis actos, solía acostarme con ella aún cuando seguía siendo novio oficial de Jimin. Ella era una alfa muy dominante, nos conocimos por casualidad en un bar y descubrimos que teníamos muchas cosas en común, incluyendo la dinámica familiar disfuncional.

No puedo culpar al trago, consciente la seguí la misma noche que nos conocimos a su departamento, fui decidido a acostarme con ella. No era un acto producto de la excitación, era nuestra racionalidad en su máxima expresión; yo quería tener experiencias con otras personas, ella quería acostarse con un alfa dominante como ella, fue un experimento en toda su extensión.

Una vez acostados sobre una desordenada cama y acompañados por el humo de su cigarrillo concluimos que ella era más dominante que yo, y yo ahora tenía más experiencia.

Después de eso, nos seguimos encontrando únicamente para tener sexo, no hablábamos de nada concreto, era toda una seguidilla de conversaciones ontológicas y metafísicas, que se mezclaban con sudor y jadeos intensos.

Todo terminó abruptamente al terminar ese semestre, yo tenía 19 y ella 22, se había graduado y decidió dejar todo lo que la ataba a este país y comenzar desde cero en Holanda. Nunca más hablamos ni nos vimos, cortamos toda relación y nos volvimos completos desconocidos.

Ninguna de mis parejas era como el chico de mirada penetrante. Era imposible comparar. No quería tratarlo con brusquedad ni con indiferencia, esta vez quería hacer las cosas bien, quería darle el cielo y no sabía cómo hacerlo. Sabía perfectamente bien que su antigua relación terminó de manera abrupta antes de incluso iniciar, por lo mismo, me aterraba hacer algún movimiento que pudiera incomodarlo, que lo hiciera rememorar esos momentos.

Entonces ¿qué hacer?

Su sonrisa y suspiros que escapaban de sus labios me encandilaban, deseaba ir lento y atesorar cada uno de sus movimientos, pero a la vez me sentía extraño, sentía una presión en mi pecho que me ponía inquieto, como si hubiese alguna prisa para concretar todo lo que estaba sucediendo. Sus manos viajaban en mi espalda y de vez en cuando sentía la presión que sus uñas hacían sobre mis músculos, yo tomaba su cabello y acunaba su rostro contemplando como el sudor se posaba en sus facciones y las iluminaban.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora