Ochenta y siete

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Estaba sentado en el suelo de la habitación organizando mi maleta, aunque para ser franco, nunca terminé de desempacar, el tener mis pertenencias dentro de la maleta me daba la sensación de que pronto podría salir de esta casa, y ahora que estoy frente a ella, guardando lo poco que saqué, no tengo certeza alguna de poder salir pronto de aquí.

Mi alfa no había dicho mucho, después de lo caótico del día de ayer, la llegada de su hermano y la última despedida de su fallecido padre, se había apagado por completo, como si todo el cansancio lo hubiese puesto fuera de funcionamiento; y allí yacía, dormido sobre la cama, podía ver como de vez en cuando se giraba y hacía sonar la ropa de cama.

Hoy era el día que teníamos agendada la mudanza, hoy iríamos por fin a nuestro nuevo hogar, donde estaríamos solos y tranquilos, pero los acontecimientos de los últimos días ponían en duda si esto sería factible o no.

La señora Choi se veía muy deprimida, incluso hoy en la mañana me encontré con ella en la sala y no había rastro de la mujer elegante y arreglada que conocía, la imagen me sorprendió, tenía su pelo sin arreglar y vestía ropa bastante simple. Era evidente que la muerte del señor Min la había abatido, no podía ni pensar el dolor que estaba sintiendo, y por lo mismo decidí alejarme sin dejarme ver, de seguro no querría que alguien como yo la viera en ese estado.

Me sentía bastante conflictuado, una parte de mí sentía que no había excusa para permanecer en este lugar, mi instinto y mi lobo me decía que debía sacar a mi alfa de este ambiente tan horrendo, la gente que habitaba esta casa era tóxica y definitivamente tenía muy mala energía, eso podía verlo en el semblante de todos, incluso en la señora Sasaki, que si bien era una buena persona, siempre defendía e intentaba excusarse por el comportamiento descortés de la familia Min, mi lobo me gritaba que debía tomar a Yoongi y llevármelo lejos, antes de que todo esto lo afectara más. La otra parte de mi me decía que no podía ser egoísta, mi alfa había perdido a su padre, y aunque ese hombre fuera un ser humano detestable, no dejaba de tener un lazo importante con mi alfa, yo no tenía el derecho de arrebatarle su sufrimiento, no era quien para impedirle que llorara a su difunto padre.

¿Qué podía hacer?


 - ¿Tae? – escuché su voz ronca.

- Buenas tardes, dormilón. – Le dije mientras me ponía de pie y sentaba en la cama.

- ¿Tarde? ¿Qué hora es?

- Son las 12 y algo, espero hayas descansado.

- Un poco, sí. – Me hizo un gesto con la mano para acercarme a él, yo hice caso y me acosté a su lado, abrazándolo sobre las mantas, le di un beso suave en los labios. – Recién despierto, de seguro mi boca huele mal, ayer fumé demasiado.

- Huele mal, sí. Pero te amo, y aunque apestes quiero besarte.

- Gracias. – Dijo sacando sus brazos a la superficie y acarició mi rostro. – Gracias por todo lo que has hecho por mí, por estar conmigo... Yo... Yo te lo agradezco demasiado.

Me acurruqué aún más sobre él, dándole mimos e intentando que sintiera que estaba con él. Debido a mi condición, nunca había sido muy empático con las personas, no podía sentir exactamente como se sentían, y me tenía que dejar llevar por lo que su actitud mostraba, por lo que muchas veces mal entendía situaciones y a veces lastimaba a las personas que estaban cerca de mí dándoles a entender que no me interesaba lo que a ellos les pasara, cuando no era así, si no que no sabía cuán abiertos estaban a que yo los ayudara. Gracias al tratamiento que estaba recibiendo podía comprender un poco mejor cómo actuaban los aromas y las feromonas, sin embargo, aún me abrumaba la impotencia al saber que ellos no podían sentirme a mí de la forma que yo deseaba.

Fragancia [Taegi/Yoontae] Historia CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora