capitulo 38

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Hundí la cabeza la almohada con la intención de insonorizar mis sollozos. Había entrado en casa sin decir nada y me había dirigido rápidamente a mi cuarto. Quería pasar desapercibido por mis padres para que no me ahogaran a preguntas ¿Cómo se lo tomarían? Sobre todo mi padre... Él que tanto amaba a orn ¿Cómo les explicaba que había roto con mi novia? No quería que me vieran llorando, eso les preocuparía.

Noté algo sobre mi espalda y después oí un maullido. Desdentado camino por mi espalda y acercó su cabeza a la mía como si quisiera consolarme. Pero ya de nada servía, seguí llorando desconsolado.

No recordaba haber sentido tanto dolor antes. Había sido humillado muchas veces pero jamás me habían roto el corazón. Y ahora que ya sabía cómo era, me di cuenta de que en las películas de amor no eran tan exagerados al describir este tipo de dolor. Hasta hace poco había sido yo el que se había preocupado por lo que estaba haciendo, pensaba que era una persona horrible que le ponía los cuernos a su novia. Pero ahora que sabía lo de orn estaba claro que era el más inocente de todos.

La puerta de mi habitación se abrió "Mierda" Pensé "Que no sea mi padre, que no sea mi padre, por favor..." Seguí con la cabeza hundida en la almohada. Con un poco de suerte no se daba cuenta de que estaba llorando y se iba pronto.

- saint... ¿Estás bien?- oí decir a mi madre tras cerrar la puerta - Te he visto subir las escaleras tan rápido... Me has preocupado.

Metí las manos debajo de la almohada y apreté más la cabeza contra ella. Comencé a llorar mucho más de lo que estaba haciendo antes, y por mucho que la almohada no permitiera salir al sonido tan fácilmente mi madre me oyó.

-saint, cariño... - dijo mi madre entristecida.

Noté como la cama se hundía un poco, mi madre se acababa de sentar sobre ella a mi lado. Desdentado bajo de mi espalda.

-Me quiero morir - dije entre sollozos.

-No no no no no, saint - mi madre me empujó para que me diera la vuelta y yo me deje girar - No se que es lo que te pasa, pero, jamás ¡Jamás! Desees tu muerte ¿Me has oído? Siempre hay una razón para vivir.

-Sí todas las personas que quiero me mienten y me utilizan entonces no tengo razones para vivir.

-¿Qué ha pasado? - se atrevió a preguntar.

- orn...- fui interrumpido por mis tremendas ganas de volver a echarme a llorar - No se lo digas a papá, por favor... Si se entera se deprimirá y me odiará más y...

- tu padre no te odia saint... Solo le cuesta expresar sus sentimientos, y suele tener muy mal humor... Tienes que entenderlo.

No dije nada, seguí llorando.

- Lo siento por lo de orn... Y tranquilo no se lo diré a tu padre.

Tras decir lo último mi madre se fue dejándome tranquilo mientras me desahogaba sobre mi almohada. Quería mucho a mi madre, no había conseguido animarme pero por lo menos ella me intentaba comprender y me ayudaba con todo.

Aquella noche no pude dormir, estuve la mayor parte del tiempo llorando. No quería ir al instituto, no quería ver a orn, ni a sammy y menos a zee. Tras la horrible noche me levanté de la cama a las 7 de la mañana sin ganas de nada. Había dejado de llorar pero seguía dolido. Me preparé sin ganas algunas, no desayuné apenas nada y me fuí al instituto.

En cuanto vi a sammy me entraron otra vez la ganas de llorar, sammy intentó hablar conmigo pero yo la ignoré, no quería escuchar ninguna palabra. Orn  ni se acercó a mi al igual que zee. La clases fueron lo más horrible de todo el día. zee estaba a mi lado, todo el rato con la cabeza agachada y no decía nada, tratando de no echarme a llorar, cosa que me resultó imposible, y quince minutos antes de que sonara el timbre para dar comienzo al recreo me puse a llorar en clase. El profesor me dejó ir al baño sin ni siquiera preguntarme qué pasaba.

Entré al baño y me miré al espejo, mi cara estaba roja, al igual que mis ojos. Me lavé la cara pero ese rojo de mis ojos no se iba. Volví a llorar sin poder controlarme. Recordaba una y otra vez las palabras de orn explicándome lo que me habían hecho, mi cabeza daba vueltas. Por el reflejo del espejo del baño vi como la puerta se abría. Ya sabía quién era.

-Vete - dije enfadado sin ni siquiera mirarle a la cara.

- saint...

-¡Vete! - repetí.

-No, no me voy a ir - la voz de zee sonaba temblorosa - No sin intentar arreglar esto. saint escúchame yo nunca quise...

-¡Me da igual lo que me cuentes! - le contesté girándome para mirarle- ¿No querías que se lo contara a orn por esto verdad? Sabías que orn me lo quería confesar ¡Lo sabías! Y sabías que si yo me sinceraba con ella, ella me contaría... todo esto y... - No pude evitar ponerme a llorar - ¿No quiero perderte, eh? Ahora lo que me dijiste ya tiene sentido. Pues escúchame bien. Si alguna vez no quieres perder a alguien de verdad ¡No le engañes! ¡No le hagas creer que todo es perfecto! ¡NO APROVECHES LA OCASIÓN DE QUE SU NOVIA LE ESTÉ PONIENDO LOS CUERNOS!

- Yo... - trató de decir zee mientras lloraba.

-¿Sabes lo que me habéis hecho sentir? Primero me habeis hecho pensar que le estaba poniendo los cuernos a mi novia. Habéis hecho que dudara de mi orientación sexual y me volviera loco yo solo. Habéis hecho que me enfadara más con mi padre por defenderos... Incluso habéis hecho que me enamorara de ti... ¡Me enamoré de ti, zee! ¿Porque cojones tuviste que estropearlo? ¿No era más fácil decirme que mi novia me estaba poniendo los cuernos? ¡Tu sabías que te hubiera elegido a ti si me lo hubieras contado! ¡Hubiera cortado con ella para estar contigo! De hecho, era lo que iba ha hacer... - veía a zee borroso por culpa de mis ojos repletos de lágrimas. Me relajé un poco más y continué hablando - Pensaba que eras mi amigo... Pensaba que me lo contabas todo... Pero ya veo que preferías ayudar a mi novia y engañarme antes que contarme la verdad y ahorrarte todo esto. Si hubiera sabido que esto iba a pasar no te hubiera besado en la fiesta de natt... ¿Sabes? Te besé porque cuando te me confesaste sentí eso mismo que tu sentías, sentí dolor y miedo porque yo te rechazara... Fue como si derrepente tu fueras saint y yo zee. Sentí esas ganas de besar a mi mejor amigo, el que siempre me había gustado...

- Lo, lo... Lo siento - dijo zee aun llorando - Fui un gilipollas, debía haberte dicho la verdad debí... haber pensado más en nosotros que en ellas. Pero por favor, recuerda esto: aunque me odies, aunque nunca me perdones, aunque jamás volvamos a ser amigos... Siempre que estábamos juntos todo lo que hacía lo hacía de verdad. Nunca tuve pensado hacerte esto, pero cuando me besaste... Yo te quiero saint, te quiero mucho, siempre te querré, nunca te mentí sobre eso. En un principio quise olvidarme del tema y arreglarlo, pero no pude... Fue aquello que pasó en el baño, tú... Tú hiciste que quisiera seguir contigo.

-Sé que lo hacías de verdad zee... Pero lo que me duele es saber que si tu no hubieras sabido lo de orn, hubieras detenido nuestra relación enseguida. Pero cómo lo sabías, cómo sabías que orn no podía enfadarse contigo, te aprovechaste de la situación... Nunca te perdonaré eso.

-saint...

-Adiós zee - dije con intenciones de irme de allí.

-¡Espera! - me detuve y miré a zee - Te... Te quiero...

Lo miré entristecido.

-Lo sé - dije antes de irme de allí.

Salí del baño y empecé a llorar de nuevo. No podía seguir allí, recojería mis cosas y me iría para casa, no me encontraba bien como para dar clases.

Llegué a casa sobre las 12 del mediodía y no había nadie en casa, mis padres estarían trabajando. El director del instituto no puso ninguna pega en que pudiera abandonar el centro, parecía un zombie por mis ojos rojos y mi cara mojada ¿Quién iba a querer un zombie en su instituto?

El resto del día fue horrible, justo como me lo había imaginado. No entendía cómo era capaz de llorar tanto sin beber apenas agua, me deshidrataría si seguía así. Intenté olvidarme de mi depresión comenzando a pintar. Cogí una hoja y un lápiz y a continuación miré a Desdentado que me miraba desde el suelo. Me acordé del Pájato, el híbrido de gato y pájaro. Sonreí, tenía una idea.

-Vamos a modificarte pequeñín - le dije al gato.

Comencé a pintar algo extraño,lo que en principio era Desdentado, pero le fui modificando. Su cara era diferente, sus ojos eran enormes y le quité los bigotes de gato. Le pinté unas orejas enormes y un cuerpo mucho más largo y cubierto por escamas. Sus patas parecían a las de un elefante aunque tuviera garras y estiré muchísimo su cola haciendo al final de esta unas especie de alitas. Pero lo más característico del dibujo eran las enormes alas que salían de la espalda de Desdentado. Miré bien el dibujo satisfecho. Eso era lo que quería, que mi gato fuese un enorme dragón negro y que pudiera huir con él a donde quisiera. Porque al parecer él era el uno de los únicos amigos sinceros que me quedaba. Seguí pintando dibujando y dibujando más dibujos, todos sobre mi idealización de Desdentado.

De pronto oí un timbre y me desperté de mi mundo volviendo a la triste realidad. Miré la hora confundido ¿Las cinco de la tarde? Se me había ido la cabeza a otro mundo, literalmente. ¿Tanto tiempo llevaba dibujando? Me levanté del escritorio de mi habitación y bajé las escaleras hacía la puerta.
Nada más abrir la puerta me encontré con unos ojos marrones igual de rojos que los míos hace unas horas. Estaba a punto de saludarlo cuando él rompió a llorar.

-Da... ¿day? ¿Estás bien?

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