capitulo 65

171 30 4
                                    

No me despertó nada. Simplemente me desperté por mi reloj biológico. Lo primero en lo que pensé nada más despertar fue en lo bien que había dormido. Y después cuando ya abrí los ojos y ví una cabeza pelinegra salir de entre las sábanas, me acordé de todo lo demás.

La luz que atravesaba las cortinas iluminaban a zee que dormía plácidamente de espaldas a mí desnudo, con tan solo unos gayumbos, al igual que yo. Me incorporé en la cama para acercarme a zee y comprobar que estaba dormido. Con cuidado y miedo a despertarlo toqué su hombro empujando hacia abajo. Zee se dejó mover colocándose boca arriba. Intenté contener la risa, zee parecía un muerto.

—zee... — susurré.

Zee no se movió ni un centímetro.

—zee... — volví a decir mientras le acariciaba la mejilla con la mano izquierda.

Zee realizó una mueca con la cara.

—No quiero... — dijo con los ojos cerrados.?

Por un momento pensé que estaba despierto, pero pude comprobar que me equivocaba al ver que no se movía y su respiración era muy suave.

—zee...

—No más... — respondió.

—¿No más que?

—Alubias...

Ahora sí, intentarlo fue inútil. Solté un carcajada. Zee estaba dormido y aun así me contestaba en sueños. Me sentí privilegiado por poder ver aquello, no creía que mucha gente pudiera ver a zee de aquella manera.

Sentí la necesidad de plasmar aquel momento. Pero una foto me parecía demasiado cruel, así que decidí hacer un dibujo. Me bajé de la cama y como tenía frío, lo primero que hice fue buscar mi ropa por la habitación que estaba desperdigada por todas partes. Una vez vestido (Y no de conejo) Busqué en el escritorio de zee un papel y un lápiz. También cogí una carpeta para apoyar allí el papel, y sentandome en el borde de la cama, comencé a dibujarlo.

Parecía un ángel. Con ese pelo y piel blanca, la luz que le iluminaba y encima que estaba desnudo... Solo le faltaban unas alas. Hice bailar el lapicero sobre el papel, trazando cada línea para intentar reflejar la paz que transmitía zee. No pude evitar sonreír. Con tan solo mirarlo en aquel momento sentía alegría, alegría por estar con él, porque fuera mi novio. Podría tirarme toda la mañana mirándolo dormir y dibujandolo mientras pensaba en lo mucho que le quería, pero en cuanto terminé el dibujo decidí dejarlo tranquilo.

Detrás del dibujo escribí: Eres todo un bello durmiente. Te he visto, y mi alma artística ha querido dibujarte en todo tu esplendor. No te lo voy a negar, estas realmente guapo cuando duermes, y creo que me he enamorado aún más de ti al verte así. Ah, por cierto. Creí que te gustaban las alubias. Pero al parecer me equivocaba... Quizás estabas empachado en sueños... No lo se.

Lo dejé sobre la almohada en el mismo sitio donde había dormido y me fuí de la habitación. Eran las 10:30 de la mañana como me había indicado el reloj de la mesita de noche de zee antes de salir de la habitación, y bajé las escaleras esperando encontrarme con alguien en la planta de abajo. En cuanto comencé a bajar las escaleras, oí la voz de Andrea proceder de la cocina, y allí me dirigí.

Oscar y Andrea se quedaron mudos en cuanto entré en la cocina mirándome como si les hubiera pillado hablando sobre mí a mis espaldas. Después de tres segundos en silencio Andrea sonrió y Oscar habló.

—¡Buenos días! — dijo enérgicamente.

—Buenos días.

—¿Qué tal ha dormido nuestro huésped? — preguntó.

—Muy bien, la verdad...

—No me extraña — se rió Andrea — ¿Y qué tal anoche? Eeh...

Me reí.

—¿Es necesario que conteste? — pregunté

—¡Sí!

—No, no hace falta — le contradijo Oscar.

—Pues yo creo que sí lo es.

—Pues se lo preguntas luego a zee Deja en paz a saint

—No tranquilo. Me da igual que me pregunte — dije.

—¡Buen chico saint! — dijo Andrea.

Oscar se rió y salió de la cocina diciéndonos que iba a limpiar su habitación y ordenando a Andrea que me preparara algo para desayunar. Andrea se levantó e indicó que me sentara en la mesa, finalmente me miró expectante.

—Ehe... Sí bueno... — dije nervioso — No estuvo mal...

Andrea se rió y se dió la vuelta para rebuscar entre los cajones de la cocina.

—¿Y zee? ¿Dónde está?— preguntó Andrea cojiendo un tazón y llenandolo de leche.

—Esta sopa en la cama. Le he dibujado durmiendo y todo.

—¿En serio? Eso tengo que verlo yo — se rió.

—Merece la pena, sí — me reí — Luego te enseño el dibujo.

—No espera...

Andrea me dio el tazón y se puso a rebuscar en un cajón de la cocina. Me senté en la mesa y agarré una caja de cereales que había encima de la mesa. Después de echar los cereales, miré a Andrea curioso. Andrea se dirigió hacia a mí con unos papeles en la mano y dos lápices.

—Enseñame a dibujar a zee dormido.

—¿Comó?

Andrea no contestó. Me ofreció un papel animándome a pintar, de nuevo. Se sentó junto a mí en la mesa y esperó a que comenzara a dibujar. Tras reirme por la petición de Andrea, cogí el lápiz y comencé a dibujar recordando como estaba zee durmiendo.

Andrea imitaba cada raya que realizaba mientras se reía y se quejaba de que le salía mal borrando de vez en cuando con la goma de borrar. El dibujo no me salió tan bien como antes, ya que no tenía a zee dormido como referencia.

De un simple dibujo, acabamos pintando de todo mientras desayunaba, pero todos lo dibujos eran de zee Andrea se reía de su hermano de todas las maneras que podía "Ahora pinta a zee recién levantado" "Y ahora estornudando" "Ah ¡Ya se! Pintalo vestido de monja"

No me podía aguantar, las propuestas de Andrea me mataban de risa, y mucho más gracioso era cuando pintaba el dibujo. Andrea también intentaba pintarlo. De repente apareció Vianey por allí, que ya se había despertado y se unió a nosotros. Pronto aquello se convirtió en un concurso de haber quien dibujaba a zee de forma más patética.

Me sentí completamente como un hermano mayor jugando con sus hermanas, aunque nunca había sabido que era tener hermanas realmente, pero me hacía una idea. Sin duda la familia de zee era mi segunda familia.

—Soy toda una artista pintando — dijo Andrea enseñó su dibujo de zee-monja con orgullo.

—El mio es mejor — la retó Vianey mostrando su otro dibujo.

—¡Venga ya chicas! El experto en esto soy yo — y tal y como habían hecho ellas, enseñe mi dibujo y fardé de él.

—¿Experto de que? — oí una voz dormida detrás mío.

Me giré hacía la puerta para ver... ¿Un zombie? Zee lucía unos pelos un tanto peculiares y vestía un pijama largo y morado que debía haberse puesto antes de bajar. Se me escapó una sonrisa.

—¡saint! ¡Lo has clavado! ¡Es igualito! — gritó Andrea emocionada alzando mi dibujo de "zee recien levantado".
Zee frunció el ceño.

—¡Que diga zee cuál es el mejor dibujo!— sugirió Vianey dándole todos los dibujos que alcanzó por la mesa a zee

El  agarró los papeles aún confuso. Hubo un largo silencio de 30 segundos más o menos mientras Vianey lo miraba impaciente, y yo rezaba para que no se enfadara.

—saint... — dijo zee levantando la cabeza de los dibujos.

—Ha sido su idea — señalé a Andrea.

—¡Eh! — se quejó esta — Pero tu lo has querido hacer ¡Además bien que te reis mientras lo hacías!

Zeese rió.

—Nos hemos levantado artistas hoy ¿Eh? — dijo zee más alegre de lo que me hubiera imaginado.

Zee caminó arrastrando los pies hacia los armario de la cocina para coger una taza, después agarró el cartón de leche y se llenó la taza.

—¿Entonces quién dibuja mejor? — insistió Vianey.

El metió la taza en el microondas y después miró a su pequeña hermanastra.

—Voy a tener que hacer una inspección a fondo de los dibujos. Te lo diré en unos minutos.

Vianey sonrió y zee le guiñó el ojo. No cabía duda de que un albino con un pijama largo y morado, los pelos revueltos y guiñando era algo que encontraba realmente sexy.

Andrea empezó con una conversación nueva en la que nos contaba lo que hicieron ayer cuando se fueron. Vianey nos aseguraba que los tortugas de la tienda de mascotas eran muy pequeñitas y que los perritos eran muy monos. También intentó darnos envidia recalcando que la pizza que cenaron estaba muy rica. Pero aunque fingiera envidia no la tenía para nada, prefería mil veces lo que pasó ayer antes de comerme una pizza.

Zee se había preparado un café y escuchaba la conversación de pies y apoyado contra la encimera de mármol de la cocina. Tenía una silla donde sentarse, pero no quise decir nada al respecto. Aunque Andrea pareció darse cuenta también y no decidió lo mismo que yo.

—¿Por qué no te sientas zee?

Mi novio se quedó callado a pesar de parecer que ya se esperaba aquella pregunta. Por alguna razón no muy conocida, sentí vergüenza cuando zee se quedó callado.

—Pues... — comenzó diciendo zee— Porque me voy a ir ahora. No me merece la pena sentarme.

—Ya... — se río Andrea.

—¿Voy a ser tía?

Todos miramos a Vianey.

—¿Qué? — preguntó zee

—¡Quiero ser tía!

—Ya lo eres — dijo zee

—Creo que no se refiere a eso — le avisó Andrea a zee que le estaba dando un sorbo a su taza.

—zee no se sienta porque está embarazado ¿No?

Zee se giró de golpe para toser sobre el fregadero al atragantarse con el café. A mí en cambio se me escapó una carcajada.

—Vian ¿Nunca te han explicado que lo chicos no pueden quedarse embarazados?— dijo Andrea riendo al igual que yo..

—¿Qué? ¿Por qué?

—Creo que yo me voy de aquí — dijo zee dejando su taza y saliendo de la cocina.

—Acompaña a tu amado saint Ya le doy yo una clase de sexualidad a Vian — me propuso Andrea.

Me reí y la hice caso. Seguí a zee por las escaleras y hasta su cuarto. Se podía ver como zee huía de las conversaciones incómodas que le hacía tener su hermana pequeña. Cerré la puerta de la habitació. Se podría decir que ahí dentro olía a humanidad.

—¿Te encuentras bien? — pregunté.
Zeeforzó una risita irónica.

—No era un chiste — dije.

—Maldito... te odio... — zee miró al suelo.

—¿Por qué?

Zee no contestó colocando morritos y cruzando los brazos. Me acerqué a él y poniendo mis manos sobre sus hombros le miré haciendo que levantara la vista. Le sonreí.

—Me duele el culo — dijo zee
Me reí.

—Si quieres le puedo dar un besito.

—¡Calla! — se sonrojó.

tu decides Donde viven las historias. Descúbrelo ahora