capitulo 62

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—Aster — dijo zee cogiendo el conejo entre sus manos y mirándolo de frente.

—Ah, ese era el nombre ¡Ya me acuerdo! —recordó hwahwa

—¿Fue tu idea la de comprarme un conejo? ¿O la de sammy?

—La de ella — respondió sammy riendo — Aunque lo de disfrazar a saint si fue la mía.

—Sí — zee se rió — Eso me lo he imaginado.

—Que conste que me obligaron todos — me quejé.

—Eso es porque me quieren — zee sonrió picarón.

Miré al suelo sin saber qué decir. Zee  dejó suavemente el conejo libre en el suelo del salón mientras se reía. Me rodeo con sus brazos para abrazarme de lado.

Apenas había pasado un cuarto de hora desde que zee me había encontrado en el jardín vestido de conejo. Ahora nos encontrábamos todos reunidos en la sala y teníamos pensado darle el resto de lo regalos, pero no antes sin soplar las velas. Orn nos ofreció unos cupcakes que había hecho para zee y en uno de ellos se nos ocurrió poner una vela para cantarle a zee el cumpleaños feliz.

Vianey, Andrea y Oscar también se nos unieron para cantar. Debía de ser ya la tercera vez que le cantaban el cumpleaños feliz en tan solo dos días. Qué horror. Odiaba cuando me cantaban el cumpleaños feliz, nunca sabía qué hacer mientras tanto. Pero ya veía que zee no tenía ningún problema al respecto ya que se zarandeaba de un lado para el otro y al terminar aplaudía como si realmente hubiéramos cantado bien.

—¡Pide un deseo! — le animo hwahwa

Zee miró pensativo el pequeño cupcake, después se rió y finalmente sopló la vela. Me pregunté qué se había deseado como para reírse antes. Todos aplaudimos diciendo "¡Bien!" cuando la vela ya estaba apagada.

—Ahora los regalos — anunció orn

—¿Más? — dijo zee sorprendido.

—Oh, sí. Espérate que aún no ha llegado lo bueno — se rió day y hwahwa le dio un codazo.

—Ya voy yo — dije levántandome del sofá para traer la caja de las zapatillas y el dibujo que le había hecho que estaban debajo del sofá.

Volví a sentarme y decidí darle primero las zapatillas. Zee se sorprendió en cuanto vio la caja, y más aún al mirar dentro.

—Esto es demasiado... — murmuró.

—Dale las gracias a perth por no querer quedarselas — dijo sammy

—¿Son de perth?

—Eran — concreto hwahwa

—¡A ver! — dijo Andrea levantándose del suelo para ver mejor las zapatilla — ¡Que morro! No es justo, yo también quiero unas Vans. Si algún día no las encuentras es porque te las habré quitado.

—Si tengo muchísima más talla que tu boba — se rió zee.

—Eso es lo de menos. Puedo rellenar los huecos con calcetines y ya está.

Zee se rió y la empujó suavemente hacia atrás.

—Si quieres le pregunto a yacht a ver si tiene el algunas que tampoco quiera — dijo sammy

Andrea miró a sammy, le sonrió.

—A tí te gusta el pequeño genio japonés ¿No es así?— preguntó zee con tono de burla.

—¡No! — Andrea se giró hacia donde su hermano — Es solo mi amigo.

—Que sea tu amigo no descarta que te guste.

Andrea abrió la boca para decir algo pero se quedó en blanco. Zee rió triunfante.

—Bueno déjala en paz — dije para que zee me hiciera caso — Toma.

Le di el dibujo el cual zee cogió con curiosidad. Al principio no mostró ningún sentimiento, simplemente se quedo observando. En el dibujo salía zee de lado, con una sudadera azul y mirando sonriente hacia su capucha donde había un pequeño conejo gris. Había intentado reflejar la personalidad de zee, y la cara de zee mostraba esa alegría y personalidad juguetona que siempre tenía. Esperé a que zee reaccionara.

Sonrió. Me miró.

—Lo voy a enmarcar en mi habitación — dijo.

Y después posó sus labios sobre los míos para darme un pico.

—Gracias, conejito. Me encanta.

—De nada... — dije — Pero no me llames así.

—¡Ay! ¡Qué pesado! ¿Por qué no?

—Por qué... Nada.

—No. Ahora me lo dices.

—No

—conejito, conejito, conejito...

—¡Calla!

—Que monos son — comentó orn

—Dímelo.

—Luego.

—Vale.

Nos quedamos mirándonos el uno al otro sin saber qué decir. Al parecer no parecía que fuéramos muy buenos discutiendo.

—Pues ya está... ¿No? — rompió el silencio day— Ya no hay más regalos.

—En realidad sí — me giré hacia sammy que me sonreía pícara.

Zee siguió mi mirada y se quedó algo confundido. Zee me volvió a mirar.

—No, nada — dije.

—Hay muchas cosas que me tienes que explicar, eh, saint

—Luego, luego — hice un gesto con la mano para indicar mejor el "Luego".

—Sí, sí. Luego — se rió orn.

—¿Qué hay luego? — preguntó Vianey que había estado callada todo el rato.

—Luego les vamos a dejar a saint y a zee solos — le comentó orn

—¿Por qué? ¿Yo no me puedo quedar?

—Ui, no pequeña. Necesitan intimidad. Es la operación conejo — day empezó a reírse.

Orn lo miró. "Otra vez no..." Pensé. Orn comenzó a reírse junto a day de su estúpido chiste.

—¿Estais hablando sobre...? — zee no terminó la frase.

—¿Qué es la operación conejo? ¿Puedo hacerla yo también? — preguntaba la pequeña.

—Vian... Son cosas de mayores, olvídalo — le dijo Andrea — Vamos ven conmigo, vamos a enseñarle la casa a Aster.

Andrea se levantó y tiró de su hermana para que se levantara. Vianey se quedó confundida mirándonos a todos y siguiendo a su hermana que cogió el conejo. Sí es que cuando se trataba de animales era muy fácil arrastrar a los niños. Y supongo que Andrea había hecho eso aposta.

—Ahora en serio ¿De qué estáis hablando? — preguntó zee cuando Vianey y Andrea ya se habían ido.

—En breve lo averiguarás — respondió sammy

Zee me miró. "No te pongas nervioso, saint. Tranquilo. Tú puedes" Me dije a mi mismo conteniendo la mirada de zee.zee  no era tonto, seguro que sabía lo que estaba pasando. De hecho a él ya le había dicho que iba a hacer algo...

Zee sonrió. Sí, lo sabía. ¿Quién no lo sabría? Era obvio. Sobre todo por la gran ayuda que aportaban mis amigos con sus comentarios. Y el disfraz, que ya daba pistas.

El resto de la tarde la transcurrimos hablando de muchas cosas en la sala de Jack. Por suerte no hubo más chistes de "saint el conejo". Subimos al cuarto de zee donde le ayudamos pusimos mi dibujo como si fuera un poster, también estuvimos en el jardín tomando el aire y donde day y zee hicieron una carrera de conejos haciendo como si fueran uno.

No era más que un simple cumpleaños, y tampoco necesitábamos más para demostrar a zee que era importante.
Y así pasó la tarde. Más rápido de lo que hubiera querido.. Y para cuando me quise dar cuenta, todos mis amigos estaban intentando convencer a Oscar de que se fuera con las niñas a dar un "paseo largo". Yo no sabía donde meterme. Era el momento. Era demasiado pronto. Aunque hace unos días pensara que estaba preparado, ahora me daba la sensación de que no.

Como ya me había imaginado, a Oscar le convencieron rápidamente. Incluso aceptó riendo. Hasta el lo sabía.... Qué vergüenza.

Mientras todo eso pasaba, zee se hacía el loco yéndose a otros sitios para fingir que no estaba escuchando las conversaciones de mis amigos con Oscar.

—¡Vianey , Andrea! — les llamo Oscar desde la cocina — ¿Queréis venir conmigo a la tienda de mascotas antes de que cierren a por comida para Aster?

—¡Sí! —contestó enseguida la pequeña.

—Claro — dijo Andrea riendo.

—¡Bien! Entonces nos vamos todos. ¡Vamonos! — Sammy abrió la puerta y movió la mano indicando a todos que salieran por la puerta.

De uno en uno fueron desapareciendo al vez que se despedían de mí y me decían frases de animo como: "Suerte" o "Pasarlo bien"

—¿zee no viene? — preguntó Vianey al ver que su hermano se quedaba en el sofa.

—No. Zee está muy cansado hoy. Saint le hará compañía — Oscar le empujó un poquito a Vianey para que saliera y antes de que él cerrara la puerta dijo: — Cuidado con lo que hacéis eh.

Y todos se fueron. Me quedé como un tonto mirando la puerta de pies deseando que volvieran. Estaba muy nervioso. No estaba preparado, no podía hacerlo...

—¿Y ahora qué? — preguntó zee.Me giré para verlo asomándose por el sofá estando de rodillas en el — ¿Me explicas las cosas?

Lo miré. "¿Qué hago?" Pensé. No sabía de cuánto tiempo disponía, no sabía cómo empezar. No sabía qué hacer.

—¿saint? ¿Estas bien?

Sentía mis mejillas calientes y el disfraz no me ayudaba nada ya que me daba el doble de calor. Miré a mi alrededor buscando una bolsa de plástico que había dejado antes por allí. La encontré en la mesa de la entrada, lo cogí.

—¡Vamos a tu habitación! —solté de golpe.

—Ah... Eh, vale... — zee sonrió.

Se bajó del sofá y cogiéndome de mi mano libre tiró de mí hacia las escaleras. Maldito zee... sabía perfectamente a qué venía todo esto, pero hacía como si nada.

Cuando entramos a la habitación mis nervios comenzaron a aumentar. Tenía que pasar aquí y ahora.

Deje la bolsa en la mesilla de la noche y después me senté en el borde de la cama suspirando. Zee se acercó a mí y se sentó a mi lado.

—¿Por qué no quieres que te llame conejito?

—Por qué... Como la primera vez que me llamaste así fue cuando...Eso... Pues cada vez que me llamas así... lo asoció con algo relacionado con.... el sexo — expliqué nerviosos.

Zee se rió.

—¿En serio?

Asentí con la cabeza.

—Entonces... ¿Puedo llamarte conejito esta noche?

Lo miré notando como mi cara cambiaba de color. Asentí tímidamente.

—¿Y qué quieres hacer? Conejito

—Jugar.

—¿A qué?

Zee lo hacía a posta, sabía lo que tenía en mente, pero quería que lo dijera.
Respire profundamente. "Tu dominas, saint" Me dije.

—Se paciente ya lo veras.

Y tras aquellas palabras lo agarré de la nuca y junté nuestros labios. Comencé a besarle torpemente ya que me temblaba el cuerpo de los nervios, pero me recordé a mi mismo que lo difícil era empezar, solo tenía que perder el control.

Zee gimió de la sorpresa y aceptó mi beso rodeándome con sus brazos por la cintura. Estaba a punto de pasar. Iba a pasar. Tenía que pasar.

Y entre besos todas mis preocupaciones fueron desapareciendo de una en una, para quitarme la vergüenza y prepararme para lo que se avecinaba.

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