Capítulo 33: Austria - Hungría

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Ha sido la primera noche donde Max y yo no hemos estado juntos por primera vez. Terminamos mal, muy mal la verdad. Tuve que reunir todas mis fuerzas para levantarme del suelo y poder ingresar a la habitación. Me acosté en la cama y dejo de preocuparme cualquier otra cosa.

Mi cabeza no podía pensar en otra cosa. Cada que cerraba los ojos solo podía ver mi discusión con Max y por ello seguía llorando. Me siento en el infierno y a pesar de que no me arrepiento de haberme casado con Max, si me arrepiento de haberme casado con el Emperador.

Jamás creía que lo pudiera pensar, pero no puedo continuar así. Durante seis meses intente adaptarme a ellos, a esta nueva vida. Incluso llego un momento donde intente olvidarme de Alexandra para ser una nueva persona, pero no funciono, de nada sirvio y solo me he lastimado a mí misma. No vale la pena intentar dejar de ser algo que eres y por mucho que ame a Max, tampoco él lo merece. He tocado el fondo de mi desesperación y ahora solo quiero marcharme de aquí.

-¿Buenos días... Su Majestad? -Hannah habla como si me fuera a interrumpir, pero no puedo responderle.

No he podido moverme en todo este rato porque siento que he cometido un error. Estuve recordando las palabras que me dijo Péter Antall en el baile, no quería ver mi realidad pero parece ser que no puedo ocultarlo más. La gente tenía razón, yo no pertenezco a este lugar. Soy una extranjera.

Hannah ha ingresado aún más a la habitación junto con Elisabeth y Katharina. Al ver mi aspecto se preocupan de inmediato y por ello vienen corriendo hacía mí. Debo de verme muy mal como para que se preocupen de esa manera.

-¡Alex! ¡Por Dios, te ves muy mal! -Elisabeth acaricia mi cabello y mi rostro.

-Creo que debemos ayudarte. -Dice Katharina, pero yo sigo igual, observando el suelo y preocupándome por lo mismo. -¿Qué les parece si la metemos a la bañera?

Todas ellas se ponen de acuerdo y juntas se dedican a sacarme de la cama y a apoyarme sobre sus hombros para llegar hacia el objetivo.

Llegamos hasta el baño, en el espejo que está sobre el lavabo me observo. Parezco a un zombie y siento que actuó como uno. Las tres se encargan de arremangarse sus mangas y quitarse sus tacones para evitar las salpicaduras del agua y a su vez me retiran todo lo que llevo en cima. Se deshacen por completo de los accesorios, la ropa y del nido de cabellos que traigo en la cabeza. Me siento tan débil que con mucho esfuerzo me ayudan a meterme a la bañera.

El agua caliente y la espuma tocan cada milímetro de mi cuerpo que está sumergido. He juntado mis rodillas a mi pecho y me sorprendo cuando Elisabeth moja mi rostro para reanimarme. Me ha tomado por sorpresa y es ahí cuando reacciono un poco. Voy reiniciando mi sistema con todos los montones de agua que echan a mi cabeza y a mi cabello, y debo admitir que verlas a ellas tres preocupándose por mí me hace sentir mucho mejor.

~♡~

-Muchas gracias a las tres.

Cuando salimos del baño, Hannah me rodea con su brazo y juntas me conducen de nuevo hacia la cama. Me siento mejor después de todo, vaya que el agua me ha ayudado a tranquilizarme y despejar aunque sea un poco de la situación.

Me subo a la cama y cuido de cerrar muy bien la bata de baño que traigo puesta. El cabello escurre gotas de agua pero ha vuelto a tener vida gracias a las milagrosas manos de Elisabeth.

-¿Te sientes mejor? -Pregunta Katharina, toma asiento en la cama, a un lado de mis piernas.

-Si.

-Si

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