Capítulo 40: Emperatriz Regente

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Camino por los pasillos despacio, debo cuidar la etiqueta y la formalidad del momento, pero hay algo más que me impide ir más rápido, el estorboso vestido que me ha confeccionado Elisabeth, aunque es precioso, es muy abrumador y me recuerda que no es tiempo para juegos.

Sebastian sostiene mi mano y es quien me va a acompañar hasta las puertas del Gran Salón, de ahí en adelante tendré que ir andando sola, cuidando mis pasos para que no me tropiece con los metros de tela que llevo encima.

Todo el asunto de la regencia ha sido muy apresurado, pero importa que se lleve a cabo. Al principio me preguntaba si a Austria le agradaría que Max me nombra Emperatriz Regente en su ausencia, tanto que se lo hice saber, pero él tiene la seguridad de que no habrá grandes escándalos. Es cierto que la gente ya no me ve como antes, aunque todavía hay sus honrosas excepciones y sobretodo algunos miembros de la corte, pero eso no exime lo que dicen las encuestas.

Al parecer Sophie está de mejor humor ahora que se refleja que mi popularidad ha crecido poco a poco desde el tratado con Hungría.

Todos los miembros de la corte, los funcionarios y, por supuesto, el Primer Ministro, estarán presentes en el nombramiento. Pero, a decir verdad, aunque este es un asunto que solo Max podía asumir como jefe de la Casa Imperial, el apoyo que recibió por parte del Señor Alfred Löger para dar una aceptación y sonrisa por parte de los demás funcionarios fue una gran ayuda.

Es por eso, que algunas damas de la corte, esposas de funcionarios y mujeres que poseen diferentes títulos, van a mis espaldas, por supuesto, que las acompaña de igual manera Katharina.

Nos detenemos antes de que las puertas se abran, Sebastian, quien aparentemente es el más cercano a mí, está sujetando a lo lejos mi mano por el estorbo que es la tela del vestido. Me observa con una sonrisa y se gira para verme por completo, pero no es algo que dure demasiado porque solo le da un beso a mi mano y se retira caminando hacia atrás, junto con sus nobles guardias.

Pero es momento de que me concentre más de lo normal. Cuido mi espalda, la altura de mi barbilla, dejo quietos mis brazos a los lados y cuido mi mirada. Solo me queda esperar a que la música inicie, lo que indicaría mi punto de partida.

Me detengo a pensar en mi decisión, a decir verdad, no es algo que me emocione. Me detuve a pensar esta propuesta que me había hecho Max mientras estuvimos en el Castillo de Miramar. Desde conozco a Max, no he hecho otra cosa más que desear que Max no fuera Emperador, pero eso es imposible, no hay nada que pueda cambiarlo al respecto ya pesar de que a él le habría gustado tener una vida más libre posee de un sentido de responsabilidad que nunca antes había visto en alguien, debe de ser porque lo criaron así, muy diferente a como lo hicieron mis padres conmigo. Sin embargo, una situación me llevo a aceptar este título, una situación que Max podrá ver ahora mismo, pero que se esconde y pasa todavía por debajo de sus narices. Porque unos cuantos pajaritos me avisaron, aún cuando estábamos lejos, había personas que estaban planeando hacer disuadir a Max de ofrecerme este título, pero aunque sea de confianza, no me fie de ninguno y decidí que cualquier cosa que fuera así, lo iba a escuchar con mis propios ojos, porque entonces estaría participando en un teléfono descompuesto, donde cuada quien habla a su manera y decide agregar de su propia cosecha. Pero todo fue cierto una vez que escuche la voz de mi querida suegra, hablar de tal manera, que me enferma:

"Mi hijo es muy terco en algunas ocasiones, pero posee del coraje y el carácter que un Emperador debe de tener... Es muy inteligente y en su futuro, veo que será un magnífico monarca... Sólo debe obedecernos."

A partir de ese momento, saber que intentaría persuadirlo porque estaba perdiendo el control que ella tenía sobre él, supe que de ser así, podríamos volver a la misma situación de antes. Intentaría manipularlo y ahora podríamos terminar en una situación diferente. Mi influencia sobre Max ha sido muy grande en estos últimos meses que incluye ahora en algunas de sus reuniones con los funcionarios y ahora no me aburro todos los días porque ahora me encargo de todos los trabajos que me corresponden. Sin esperarlo, recupere mi influencia sobre Max, pero lo más importante para mí en este momento es mantenerla y si aceptar este título para ayudar a Max, mantener el respeto que hasta ahora me he ganado de la corte y evitar una mayor influencia de la Archiduquesa Sophie, entonces prefiero adquirir una carga una carga que no quiero sobre los hombros.

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