Capítulo 58: Hoy es un día diferente

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Este había sido el peor año de mi vida. Una simple acción me había afectado por completo. Me había herido profundamente y eternamente. Habían sido tantos meses de duelo. Jamás imagine que a mis 34 años de vida estaría viviendo mi luto por mi hija. Ahora comprendo las palabras que dice que ningún hombre debería despedir a sus hijos. La vida me ha jugado sucio retirando de mi lado a mi abuela, la más cercana a mi y con quien mantenía una conexión especial, a mi hermano que era un gran ejemplo a seguir para mi y a mi hija, quien era mi orgullo y mi alegría de todos los días. Todo ha resultado difícil y complicado desde que conocí a Max. Sabía que sería más complicado de lo que podría imaginarme, pero perderlos a ellos no estaba en los planes, por lo menos no en los míos, pero tal vez si en los de mi destino.

-¡Alex! -Regreso mi mirada hacía la voz que me llama.

Mis padres se acercan a mí, mi madre se retira los lentes de sol con una mano mientras que con la otra se dedica a envolver la de mi padre. Ambos me regalan una sonrisa y me observan sin importar que el sol comience a brillar con fuerza. Me levanto de la arena y me acerco a ellos para recibir un abrazo y un beso por parte de ambos.

-¡Mi amor! Cuando despertamos decidimos ir a verte, pensamos que estarías descansando todavía. ¡Buenos días!

-Buenos días, mamá. -Ahora soy capaz de regalar una sonrisa sincera a todo el mundo. -Descansando, no. Ya no más.

-¿De qué hablas? -Pregunta mi papá mientras que con su mano libre lleva un mechón de mis cabellos a su respectivo lugar.

-Hoy es un día diferente, papá.

Después del funeral solo pasaron pocos días para que llegáramos a Miramar y desde entonces hemos permanecido aquí.

-Desperté y... algo cambio, simplemente ya no sentía tanto dolor.

Digamos que estar aquí me ha ayudado a muchas cosas y aunque les he provocado grandes sustos a todos, especialmente desde esa noche donde sin pensarlo caminaba hacia mi muerte, hoy siento que he despertado con esa paz que me hacía falta, aquella que no tenía desde que mi hija se fue de este mundo. Me gustaría decir que soy la misma de antes, que he regresado, pero sería una mentira, jamás volveré a ser la misma, pero estoy aprendiendo a aceptar que la vida continua.

Mi papá me muestra una enorme sonrisa, sé que los he mantenido preocupados y pero ahora me conocen mejor porque he aprendido poco a poco a superar mis miedos. Me sujeta mi cabeza para acercarme a él y darme un beso en la frente. Ante su acción me siento de nuevo como una niña pequeña a la que quieren cuidar.

-Me alegra que todo sea mejor y que cada día que despiertes, el dolor irá disminuyendo.

Mi mamá me puede comprender mejor que nadie. Ella que también perdió a su hijo lo vivió y aunque por mi deber no pude acompañarla, ella intento hacerlo conmigo, justo cuando más apoyo y comprensión necesitaba aunque yo no lo reconociera.

-Alex, tenemos una sorpresa, llego antes de lo planeado. -Me dice mi padre antes de separarse de mí.

Me extraña, pero en cuanto veo la sorpresa, cuando ellos se separan y me permiten dirigir mi mirada hacia el edificio, la veo corriendo con una mano en el aire y la otra evitando que el viento se lleve su sombrero. Mi sonrisa incrementa de tamaño y mis pies toman el control para acercarme a ella. Nos fundimos en un abrazo que añoraba. Extrañaba a mi mejor amiga.

-¡Sam! ¡Qué bueno que estés aquí! ¡Me alegra mucho verte! -Ella siempre ha sido más fuerte que yo y por eso su abrazo me asfixia.

-¡También me alegra verte! Perdón por no venir antes.

Luce igual que siempre, es hermosa y el brillo en sus ojos es acompañado por una enorme sonrisa en su rostro.

-No tienes de que preocuparte. ¿Cómo has estado?

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