Capítulo 42: Estaré a tu lado

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-Cariño, despierta. -Escucho una voz como un suspiro, delicada y suave.

Una mano acaricia mis cabellos y mi mejilla. La otra se encuentra encima de la almohada que está como decoración.

Mi cansancio es gigante y siento como mi cabeza reposa cómodamente en la almohada, el sujeto con ambos brazos, la abrazo para aferrarme a ella, pero conforme recibió las caricias de unos dedos grandes y suaves, mi piel reacciona a ellos. Abro los ojos poco a poco, la vista es nublada, pero conforme termino de despertar me percato que Max está sentado en el suelo, con una mano sobre sus rodillas flexionadas y la otra acariciando mi piel mientras me observa detenidamente mientras estoy durmiendo.

-¡Max! -Me tomo unos segundos para tomar asiento, pero una vez que lo hago, sujeto su rostro con mis manos. -¿Estoy soñando?

-No. -Se ríe de mi pregunta, pero ocurre que en ocasiones sueño cosas que parecen tan reales que luego llegar a ser confuso y me despierto pensando que todo era real.

Suelen ser cosas tan hermosas que ansió vivir en ese momento, pero cuando despierto regreso a la cruda realidad y entonces todo comienza de nuevo.

-¿Qué estás haciendo aquí? ¿Por qué no estas en la cama?

-Te dije que iba a esperarte hasta que terminaras. -Le recuerdo. -Lamento haberme quedado dormida, pero estaba exhausta.

-No tenias que hacerlo. -Se pone de pie y extiende su mano para ayudarme a que me ponga de pie también.

Cada uno camina para ir por su ropa para dormir, pero continuamos con la conversación.

-Pero quise hacerlo, por cierto, ¿Qué hora es? -Busco inútilmente un reloj que me oriente pero no sirve de nada porque no hay uno presente en la habitación. -La última vez que supe de la hora eran cerca de las 10:00 pm y al parecer tu reunión no tendría fin.

-Exactamente, no tenía fin. Son las 2:45 am.

-Con razón termine tan cansada.

Ambos nos cambiamos y nos acercamos a nuestros respectivos lados de la cama. Las luces que solo iluminan la habitación son las de los buros, poca, pero suficientemente para el momento. Extiende sus brazos, dándome la señal para acercarme a él y abrazarme. Deposito mi cabeza sobre su brazo que se recarga en mis hombros. Nuestras vistas se concentran en la vida que todavía posee la chimenea de la habitación, una que se encuentra un poco lejos pero que encima de ella se encuentra una fotografía oficial de nuestra boda que adopta el tamaño de la pared.

-¿Qué sucedió en la reunión? ¿Se pudieron arreglar las cosas? -Mantengo la esperanza viva, pero resulta casi imposible creer que en una sola noche y que a la distancia se lograría el éxito esperado.

-No, no se lograron arreglar las cosas. -Bueno, hasta aquí vivió mi esperanza, ahora me preocupa que tenga que regresar a Madrid, eso significaría volver a asumir el papel de Emperatriz Regente y por el momento estoy bien con el título de Emperatriz Consorte. -Pero por el momento hay buenas noticias.

De inmediato lo observo mientras espero a que me de las buenas noticias, por supuesto que me emociono, esas palabras son escazas en este lugar y cuando se dicen por lo general son ciertas.

-Ocurre que el Presidente del Gobierno dio marcha atrás a las instrucciones de sus funcionarios, es por eso que las cosas cambiaron repentinamente. Pero acordamos a que unos hombres van a viajar en estos momentos directo a Madrid para reunirse con él mañana a primera hora y discutir el tema en mi representación.

-¿Pero y si no los recibe? También es un hombre muy ocupado. -No es por justificarlo, pero dudo sobre lo que pueda suceder.

-Lo hará, las renovaciones tienen que finalizar antes de 8 días para tener listo el papeleo y la ceremonia para los medios de comunicación. De no ser así, se deberían volver a comenzar todas las relaciones desde cero, implicaría mucho tiempo, y justo es eso lo que no tiene ya que le quedan 3 meses en el cargo y debe irse con una victoria más en el bolsillo.

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