En un par de horas vamos a ir de regreso a lo que es nuestra realidad. No he podido pegar el ojo en toda la noche porque no me es posible dejar de pensar en el regreso. Me da miedo lo que va a suceder después. Aunque pude alejar de mi mente todos estos pensamientos en los últimos días, ahora me es imposible.
No cabe duda de que Max y yo somos unos maestros en pasar desapercibidos. Él sugirió que en otra visita a Mónaco pudiéramos visitar a la Familia Real, pero no tengo idea de cuándo pueda suceder eso.
Se supone que en estas fechas, la Familia Imperial pasa sus vacaciones en alguno de los otros palacios, generalmente es en la Kaiservilla, donde conocí a Max, pero la cuestión es que debíamos de ir hacia allá, pero por todos los asuntos que se han dejado pendientes tras la planeación de la boda, no ha sido posible que nos pudiéramos quedar unos días más por ser recién casados.
Ahora tendré que iniciar oficialmente mi vida en el palacio como un miembro de la Familia Imperial y ahora me da más miedo mi llegada, porque a pesar de que llegue siendo su prometida, ahora las cosas serán totalmente diferentes.
El frío que hace en esta noche no pega tan fuerte mi cuerpo. Los alrededores del hotel en el que nos hospedamos son iluminados por las luces de las calles solitarias. El ruido de las olas golpeando las playas de la costa me hacen desear que no pase ni un minuto más. Quiero detener el tiempo y alojarme en los brazos de Max para que estemos juntos sin tener que preocuparnos por lo que nos espera en Austria.
Mi familia sigue en el palacio y todavía continuarán con nosotros unos días más, pero cuando sea el momento en el que se tengan que marchar será un momento difícil para mí. Sabía desde el inicio que esto iba a suceder y me duele más el pensar en ese momento que en todo lo que pueda suceder a partir de ahora con una vida y un trabajo totalmente distintos.
Regreso mi mirada hacia la habitación, donde en una cama descansa Max y abraza la almohada que sostiene su cabeza con intención de que nadie la arrebate de su lado. Veo en su rostro tranquilidad y de él desprende un aroma que quiero oler el resto de la noche. Me acerco de regreso a la cama y mientras trato de recordar nuestro momentos juntos en los últimos días, observo la razón por la que he aceptado esta nueva vida para mí.
~♡~
Hace dos días...
Max y yo estábamos observando el amanecer desde nuestro balcón. Sus brazos envolvían mi cuerpo y mi cabeza la recargaba en su pecho con la intención de que no nos separara ni un milímetro. Sujetaba mis manos a uno de sus brazos mientras que él iba deslizando su otra por toda la superficie de mi piel que podía alcanzar.
-¿Usted la está pasando bien, Su Majestad? -Me susurro al oído mientras continuaba con sus movimientos, causando que pequeñas risas surgieran de mi garganta.
-Demasiado bien diría yo. -Estire lo más que pude mi cuello para proporcionarle un beso en la mejilla y con mis dedos me dedique a acariciar su barba mientras mis ojos tenían un solo objetivo. Los suyos.
Hizo que me girara para verlo de frente, creí que continuaría abrazándome hasta que sujeto la parte trasera de mis muslos y me elevo hasta ubicar me en el balcón de piedra, donde por el miedo que me generó por unos segundos me aferre con fuerza a sus brazos y posteriormente a su cuerpo.
-¡¿Qué estás haciendo?!
Estaba asustada porque el suelo estaba varios metros lejos de nosotros y tenía miedo de que en cualquier momento por un mal movimiento pudiera irme hacia abajo.
-Tranquila, no te pasará nada malo. -Se acercó a la piedra de tal forma que pude rodear mis piernas en su cintura y con nuestros brazos nos acercamos para evitar que algo malo pudiera suceder.
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The Crown
Historical FictionYo no quería una corona, una que implicaba muchos cambios y mucho sacrificio en mi vida. Esa corona no me hizo tan infeliz cuando estaba con el amor de mi vida, pero cuando regresaba a la realidad, todo era una pesadilla y a cada segundo, desde que...