✅Capítulo 1: Vacaciones✅

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¿Por qué siempre he tenido la necesidad de llegar con diez minutos de antelación a cualquier cita que tenga? Sinceramente, no tengo idea y más si sé que mi mejor amiga es todo lo opuesto a mí.

¡Media hora! ¡Una maldita media hora! Y eso que todavía no considero los otros diez minutos. Mi café se ha enfriado y ya va a la mitad de la capacidad del vaso. No es necesario que los busque pero mi cuerpo tiene esa sensación de atención, los pares de ojos que me observan e incomodan, cualquier tipo de atención siempre me ha incomodado porque no me considero una persona especial, yo diría que más bien soy común.

Los gritos de mi nombre ya me ponen alerta para lo que viene. Cierro mis ojos para poder mantener la mayor tranquilidad posible aunque debo reconocer que me estoy mintiendo.

— ¡Por fin! ¡Por fin!

¡Vaya! Hasta que Sam se digna en aparecer. Sus rizos rubios despeinados son impropios de ella pero llegar con bolsas de compras no. Toma asiento en frente de mí y de inmediato le dedicó mi famosa cara de frustración.

Samantha Williams será mi mejor amiga pero solo porque nuestras personalidades se complementan por momentos, nuestra amistad podría considerarse un claro ejemplo de relaciones de polos opuestos.

Sus ojos atentos combinados con su falta de oxígeno demuestran su hábito de la tardanza, una muestra de lo diferentes que somos.

—Perdóname pero detesto el tráfico de esta ciudad. —En la silla libre de la mesa deposita sin orden alguno las bolsas que la acompañan.

— ¿Cuándo será la vez que llegues temprano a alguna cosa? —Pregunto de manera irónica antes de llevarme mi taza de café a los labios y saborearlo. — ¿A tu funeral, tal vez?

—Muy graciosa. —Me regala una sonrisa irónica, es típico entre nosotras. Una vez que se ha terminado de instalar mueve su mano alocadamente para llamar al mesero. —Por suerte, tú no tendrás ese problema.

En cuanto una chica joven se acerca a nosotras para tomar nuestras ordenes, decido tomar las riendas de la situación y ordenar por ambas el mismo desayuno de siempre cada que coincidimos. Sam protesta en silencio pero si la dejo pedir otra cosa sin ver el menú seguramente deberá quedarse para pagarlo con trabajo, otra cosa típica en ella.

—Debiste dejar que cambiara mi café por una malteada.

—Tengo dos argumentos para tu punto. Primero que nada, sabes que las malteadas aquí son caras y no creo que quieras quedarte como la otra vez y dos, ¿Desde cuándo tomas malteadas? ¿Te olvidaste de cuidar tu figura por un día o algo por el estilo? —Mis dedos acompañan mis argumentos pero claro, estoy hablando con Sam, la persona que siempre tiene una opinión para todo.

— ¿Y tú algún día dejarás de cuidarme como si fueras mi mamá? —Contraataca.

—Si no te cuido yo mientras estemos juntas ¿Quién lo hará? —Si le comento todo esto, no es porque quiera ser una piedrita en el zapato para ella. Sus padres han dejado de financiarle el apartamento y si no empieza a cuidar sus ingresos, después la veré sufriendo por ello.

— ¡Basta de regañarme, mamá! —Su comentario me provoca risa. —Mejor dime, ¿tienes todo listo?

Pienso de inmediato en ella, no estoy segura que debamos hacer este viaje en estos momentos.

— ¿Estás segura de que quieres ir? ¿Puedes solventar los gastos?

Toma mi mano y la envuelve con sus dedos para suavizarla y otorgarme tranquilidad. Sus enormes ojos azules me indican que no debo preocuparme tanto por ella pero es difícil para mí no hacerlo. Samantha me ha apoyado en varias ocasiones y en temas tan difíciles que es imposible para mí no estar eternamente agradecida con ella.

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