Estoy lista para bajar del avión. Por fin se ha terminado mi compromiso laboral con Estados Unidos. Los hombres de Sebastian se apresuran a tomar sus posiciones y a acercar las camionetas que me llevarán de camino de regreso al Palacio de Schönbrunn. Sólo hace falta cumplir con la prensa internacional para demostrar mi alegría de regresar a mi nación después de varios días estar lejos, pero sobre todo de mi familia. Para ellos es todo un espectáculo que Sophie ha organizado para mi bienvenida, pero para mí es más importante ver a mi esposo y a mi hija, y sobre todo cumplir con la promesa que tengo con ella.
Afortunadamente, Max ha conseguido liberarse de algunas cargas de trabajo, así que, durante los 3 días que podremos descansar del mundo entero, los aprovecharé para estar con mi hija en la playa de Miramar.
Max tenía razón con respecto a ese lugar. Cada que lo podemos visitar me otorga una paz y una tranquilidad que es necesaria. Aquí logramos olvidarnos de todo y podemos estar unidos como familia sin tantos ojos encima. Además de ser un lugar especial para nosotros, ahí observamos caminar por primera vez a Vicky y ahí es donde puede actuar y sentirse como niña normal. No me importan los reclamos que hace Sophie con respecto a como quiero manejar la educación de mi hija, afortunadamente, desde hace años, su influencia en la corte ya no es la misma a la de antes, se iguala ahora a la mía porque los nuevos miembros de la corte, hijos de aristócratas retirados, apoyan mis decisiones y mi manera de manejar las cosas, digamos que somos demasiado liberales para sus gustos. Pero gracias al apoyo de las nuevas generaciones que ingresan, mi fuerza en la corte es mayor y considerando que Sophie ya no es una gran influencia en Max a como lo soy yo en realidad, porque es a mi a quien le pide consejos y le pide ayuda en diferentes asuntos, algo con lo que contaba Sophie antes de que me nombraran Emperatriz Regente.
Bajo las escaleras del avión que me ha traído de regreso y de inmediato me escoltan hacia la camioneta que nos llevará al palacio. Sebastián me espera en frente de la camioneta, pareciera que el no cambia con el paso de los años, sigue siendo el mismo hombre de trajes negros que cuida por el bienestar de nuestra familia. Le sonrió conforme me acerco a él.
-Me alegra verlo de nuevo, Sebastián. -Debemos cuidar las formalidades, a pesar de que en privado hablemos informalmente el uno del otro, pero después de muchos años ya me he acostumbrado al igual que todos a mi alrededor.
Hace una reverencia y me regala a su vez una sonrisa.
-Igualmente, Su Majestad Imperial, por favor. -Se hace a un lado para abrir la puerta de la camioneta y me extiende una mano para ayudarme a subir.
Se lo agradezco y aceptó su mano. Lo mismo hace con Katharina y con Hannah, quienes se sitúan en la parte trasera del vehículo. Por último, se sube uno de los guardias imperiales a mi lado y cierran la puerta con fuerza.
Escucho la voz de Sebastián, quien con sus gritos empieza a proporcionar ordenes a todos sus hombres con la intención de alistarse en sus respectivos lugares y estar preparados para cualquier situación que pueda presentarse, eso mientras da la vuelta a la camioneta y toma su lugar en el asiento del copiloto.
Avanzamos y dejamos atrás el avión, aunque dentro de unas cuantas horas lo voy a volver a visitar, así que no me despido de él, al contrario, gracias a él, me escapare con mi familia.
~♡~
Las calles cercanas al palacio están llenas de gente, es la misma que me ha apoyado desde que se dio a conocer mi compromiso, pero lo que he notado desde hace años es que poco a poco más gente es la que llena estas calles.
Mucha gente intenta saludarme y recibirme a pesar de que los vidrios de la camioneta impiden que puedan ver el interior de esta, el Palacio no tiene presupuesto cuando se trata de nuestra protección, sobre todo cuando en un inicio eran pocos los que me seguían y muchos los que me querían muerta, aunque todavía siguen pero a las sombras de todo.
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The Crown
Ficción históricaYo no quería una corona, una que implicaba muchos cambios y mucho sacrificio en mi vida. Esa corona no me hizo tan infeliz cuando estaba con el amor de mi vida, pero cuando regresaba a la realidad, todo era una pesadilla y a cada segundo, desde que...