Capítulo 26: ¡Viva los Emperadores!

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Max y yo nos acompañamos de la mano, salimos de la iglesia de los Agustinos como recién casados. Escucho los aplausos de la gente y una vez que nos vamos acercando a la entrada de la iglesia, se escuchan las campanas de esta, anunciando nuestra salida. La gente que está presente para celebrar nuestra boda festeja con sus gritos. Hay un grupo de camarógrafos que deben estar transmitiendo la ceremonia en vivo a sus países o que deben de estar fotografiando cada movimiento que realizamos.

Max y yo nos detenemos a las afueras de la iglesia, donde debemos esperarnos unos minutos y a pesar de que me acaban de coronar como Emperatriz de Austria, definitivamente no podría negar la felicidad que me da el haberme casado con Max, por lo que no me niego a sonreír ante la felicidad que siento.

La guardia imperial nos espera en frente de nosotros, los que se encargan de cuidar a la familia imperial en cada una de sus residencias.

Todos ellos son dirigidos por el mejor amigo de Max, Sebastian Bures. Lo conocí esta semana cuando la guardia protegía a Max y a su familia en el puerto en el que me recibieron, aunque no he tenido la oportunidad de hablar con él, Max me aseguro que es de absoluta confianza, además de ser de las primeras personas que supieron de nuestro compromiso.

 Lo conocí esta semana cuando la guardia protegía a Max y a su familia en el puerto en el que me recibieron, aunque no he tenido la oportunidad de hablar con él, Max me aseguro que es de absoluta confianza, además de ser de las primeras personas q...

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La guardia hace un saludo en señal de respeto a nosotros. Aunque le sirven a Max, ellos también tienen órdenes de cuidar a la familia del Emperador.

-Ahora no habrá nada ni nadie que pueda cuestionar lo importante que eres para mí. - Dice Max acercándose un poco para que lo pueda escuchar.

-Estaremos juntos... Por siempre y para siempre. -Nuestra promesa que ahora todo el mundo ha escuchado y yo me comprometo a estar junto a Max.

Ambos sonreímos y cuando lo veo aproximarse a mí, reconozco sus intenciones. Escucho los gritos de la gente, una vez que siento los labios de Max sobre los míos. Es solo un par de segundo que dura pero se trata de nuestro primer beso como marido y mujer, lo que hace que me emocione cada vez más.

Nosotros debemos caminar hasta una sección de la iglesia. Allí, no hay nadie observándonos, más que las personas que nos ayudan en la organización del evento. Max y un guardia me ayudan a subir a un carruaje, alfombrado de rojo en su interior y de color negro en la parte exterior con detalles de oro a su al rededor. Max se sube detrás de mí y mientras a él le hacen entrega de su gorro militar, a mí me sujetan la corona a la cabeza para que no se me caiga con el movimiento de los caballos y me devuelven el ramo de novia.

Se aseguran de que todo esté listo y acomodado en su lugar. Cada quien debe ir del lado que le corresponde, con el escudo a su lado, pintado en el carruaje. 

 

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