Capítulo 16: ¡¿Qué dices?!

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Tres meses era muy poco tiempo para poner las cosas en orden. Sabía que tenía que poner todos mis documentos, pendientes y trabajos en orden. Todo debía estar en orden. Aún cuando le comente a Max mis dudas de como reaccionaría la gente ante nuestros planes, él me aseguro que todo saldría bien y que el día de su cumpleaños sería una gran sorpresa para su gente, porque Max iba a anunciarles a su futura emperatriz consorte, pero para él significaba anunciarme como su prometida. Pero de todas formas seguía el miedo, tenía miedo que lo hicieran cambiar de opinión a último momento o que no se lo permitieran, pero me aseguro que no sería así.

Solicitó que para la fiesta fueran invitados funcionarios, el primer ministro, su familia, amigos, empresarios y los dueños de los periódicos y noticieros más importantes de su nación. Aseguró que teniendo gente que pudiera fotografiar el momento preciso, sería muy difícil que alguna persona se interpusiera para que se llevara a cabo el anuncio.

Sin embargo, había un problema. Yo no podría ser invitada formalmente debido a que nadie me conocía. Solo los amigos más cercanos de Max serían invitados a la celebración, eso quería decir a los únicos que conocían a su familia, al archiduque y la archiduquesa.

Desde que tuvo que regresar Max, no había podido dejar de pensar en varias cosas y una de ellas sería mi primer encuentro con su madre. No me quiero hacer una idea de lo que podría pasar o de su reacción, pero intento ponerme en sus zapatos. No sería sencillo aceptar como nuera a una total desconocida. Pero me detengo a hacer conjeturas y prefiero pensar en que con el tiempo, después de que me pueda conocer se de cuenta que si estoy aceptando esta tarea, no es porque yo la quiera, sino porque yo quiero a su hijo con todo mi corazón. Faltaba poco para la celebración, estuve contando día tras día conforme iban pasando y me daba cuenta que una vez que se anunciara, mi pesadilla iba a comenzar, la pesadilla de llevar una corona sobre la cabeza.

Estaba esperando a Sam en una cafetería. Habíamos quedado en desayunar y sería a la segunda persona que le avisaría de mi compromiso con Max. La primera había sido mi abuela.

Cuando estaba con Max le había hablado de mi plática con mi abuela y fue en esa ocasión que se conocieron por videollamada. Tuvimos que salir de la cama y ponernos algo de ropa para que no pegara un grito en el cielo, pero cuando lo conoció fue muy vergonzoso. Me dijo que le parecía un hombre muy atractivo y mientras Max se reía por las locuras de mi abuela, yo quería que me tragará la tierra.

-Hola, amiga, que bueno que llegaste, necesitaba verte. -Me levanto de mi asiento y me acerco hasta Sam para poder darle un beso y un abrazo. Su compañía es todo lo que necesito necesitó y ahora más que nada necesito de su ayuda, necesito ayuda de mi cómplice.

-Hola, Alex. No te preocupes, ya me pude desocupar. -Toma asiento en frente de mí. -Vamos a desayunar porque tengo mucha hambre.

No nos demoramos mucho en ordenar. Ella me pregunta lo que necesitaba decirle pero yo me espero hasta que el muchacho que nos atiende se va y ella entiende mi señal. Necesitamos discreción.

-Muy bien, me hablaste con urgencia. -Coloca los codos sobre la mesa y se eleva como si quisiera estar sobre ella. -¿Qué era lo que querías decirme?

Se retira el abrigo que trae encima y la cómoda en el perchero al igual que su bolsa.

-Bueno, ya ves que te dije que Max iba a venir.

-Sí. -Sonríe y como siempre lo hace, me la contagia. No puedo pensar en Max sin que sonría por él. -Recuerdo que me lo dijiste y bueno, cada que él viene me prohíbes a mí y a todo el mundo ir a verte porque estás concentrada solo en él. -Le da gracia su comentario, pero es cierto, así ha sido en estos años. -Pero no te juzgo, al contrario, son los momentos donde puedes aprovechar para estar con él.

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