Capítulo 66: Mi nombre es Alexandra

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👉👉👉ATENCIÓN👈👈👈

EL SIGUIENTE CAPÍTULO CONTIENE REPRESENTACIONES GRÁFICAS QUE ALGUNOS ESPECTADORES PUEDEN ENCONTRAR INQUIETANTES. ESTÁ DESTINADO A AUDIENCIAS MADURAS.

SE RECOMIENDA DISCRECIÓN DEL ESPECTADOR.

👉👉👉FIN DE LA ADVERTENCIA DE CONTENIDO👈👈👈

Mi mente intenta ignorar todas las imágenes de Max, del atentado. Mi estómago intenta ser fuerte para recibir todas mis lágrimas y gritos ahogados. Mis uñas se entierran en mis manos, es la única manera en la que puedo controlar mi dolor y mis ganas por salir huyendo de Austria. Mi rostro observa la litografía de una ciudad colgada en la pared blanca a mitad de la habitación, no es la imagen lo que enfocan mis ojos, es mi reflejo apenas perceptible en el vidrio. La mitad de mi rostro ensangrentado es embriagante, no lo dejó de observar y a la vez me pregunto cómo puedo ser capaz de verlo sin soltarme a llorar. La respuesta es simple, no soy Alexandra Knight, he dejado de serlo para convertirme en la Emperatriz Alexandra del Imperio Austriaco. He tenido que sacrificar mi identidad, mi esencia por proteger a mis pilares y mi propia cabeza. La habitación permanece en silencio a pesar de tener la presencia de los guardias imperiales y del Dr. Renner. La espera es eterna, el protocolo diseñado para esta situación se ha puesto en marcha y es seguro que en cualquier momento van a querer hacer sus conferencias de prensa. Me toca esperar a mi nueva realidad, tengo miedo de no ser capaz de llevar a cabo todo lo que la gente esperará de mí. Nunca me gustó dirigir y ahora me veo atada de manos. Los guardias caminan de un lado al otro, Sebastián también lo hace e incluso el Dr. Renner pero yo no me puedo mover, memorizo con detalle la imagen de mi rostro. Mis ojos pueden desprenderse de mi rostro cuando ven a Oskar ingresar a la habitación con paso acelerado. Al observarme se encuentra con una imagen que lo hace detenerse abruptamente, es evidente el miedo y asco que puedo causar. Yo misma me doy asco.

-Su Majestad. -Sus palabras se ahogan por un momento en su garganta. Su reverencia es más larga de lo habitual lo que me genera náuseas. -Por favor, acompañe.

Es necesario hablar de asuntos privados. Me detengo a respirar un momento antes de avanzar para guiarme a una habitación aislada. Nos han prestado toda la planta baja del hospital mientras que el personal, los hospitalizados y sus familiares han sido trasladados a otra sección del edificio. La habitación a la que me lleva es fría, aislada y me da temor tratar temas que no me alegran.

Oskar Kuffner, asistente principal del Emperador de Austria desde hace tres años. Un hombre solitario, de pocas palabras pero directo. Su trabajo es lo más importante para él después de su lealtad hacia la corona y se demostraba con los resultados eficientes de sus horarios laborales. Desde su llegada sólo compartía palabras con Félix y con Max, sólo a ellos concurría al menos que se encargará personalmente de un evento donde tuviera que tomar el papel de organizador. Sólo hemos cruzado palabra unas cuantas veces y una de ellas fue cuando caminaba como un alma en pena en Miramar para darme el pésame. Max decía que una de las pocas personas en las que podría confiar en este palacio sería en Oskar, en realidad me extrañó.

Cierra la puerta detrás de él. Mantiene su distancia y deposita una bolsa de ropa sobre una silla presenta a su lado y posteriormente se dedica a ajustar su saco con una mano porque sujeta un folder con la otra. Su barba demuestra su edad al igual que sus cabellos pero son sus ojos los que no pueden hablar por él, son los menos inexpresivos que he visto.

-Su Majestad, el palacio está a la espera de instrucciones para dar el anuncio.

Jamás creí que llegaría ese momento, en cuanto se haga público, mi vida habrá cambiado por completo.

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