Capítulo 38: ¿Me permitiría el siguiente baile?

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Caminamos por los pasillos del palacio. Max sujeta mi mano y avanzamos a la par hacia el Salón de Baile. La cena de bienvenida ha finalizado y pasaremos a "celebrar", aunque yo diría que se trata de un "Mundo Encantador" para todos los miembros de la corte, con elegantes palacios y grandes fiestas que disfrutan porque no les pesa en la conciencia pagar por ellas.

Ahora que han finalizado los acuerdos de Austria y Hungría, y que ha sido firmado y acordado el "Tratado Novus Dies" que establece una nueva era de amistad entre los países, un nuevo día, podemos llegar a celebrar. Max está más que contento, está emocionado, desde nuestra partida hacia Budapest no lo veía sonreír tanto, le ha dado mucha alegría ver que uno de sus propósitos en su reinado también se ha cumplido y a pesar de que aún hacen falta muchos cambios que quiere hacer por su amado país, acepto detenerse por el momento para celebrar que una guerra más se ha ganado a pesar de las influencias de aquellos miembros de la corte que se niegan a ver a Hungría como un país independiente.

Nos acercamos a las enormes puertas que dan la entrada al salón y como felinos, esperaban nuestra llegada para abrirnos las puertas.

-Su Majestades, el Emperador y la Emperatriz de Austria.

Avanzamos por el Salón de Baile. Cuenta con la armoniosa y calurosa bienvenida de los miembros de la corte. Hombres vistiendo trajes más costosos de lo que un trabajador con un salario promedio podría ser capaz de obtener en un año de trabajo. Mujeres vistiendo hermosos vestidos de diferentes telas y con brillos cosidos a ellos, presumiendo en sus cabezas sus mejores tiaras y joyas para representar su importante presencia en el palacio y queriendo demostrar sus riquezas.

¿Yo? Por más que insista en sencillos vestidos que de igual manera son hermosos, Elisabeth no solo me deja vestir, sino que Sophie continua con un gran poder y autoridad en la corte, "Eres la Emperatriz de Austria, no muchas mujeres pueden ostentar esos privilegios."  Puede que yo tenga la corona sobre mi cabeza, pero quien manda este imperio es ella, así que el no presumir el vestido rojo hecho de telas de seda importadas y diamantes cosidos a ellas, era un acto imperdonable para ella, más si difundió por los pasillos que la presencia de este vestido en mi cuerpo era gracias a un regalo de la Archiduquesa. Muy generosa.

Pero es cierto una cosa, tus joyas, tus vestidos y coronas te dan mayor importancia en el palacio, pero lo hace sobre todo el hombre que te lleva de su brazo y para la desgracia de ellas, yo soy la más importante, y para desgracia mía también, porque no lo quiero ser.

Al final del salón hay unos asientos preparados para la Familia Imperial. Cada quien toma su respectivo asiento. Los archiduques venían detrás de nosotros y ahora Ethan se sienta al lado mío, mientras que Sophie acompaña a Max, ¡Gracias a Dios!

 Los archiduques venían detrás de nosotros y ahora Ethan se sienta al lado mío, mientras que Sophie acompaña a Max, ¡Gracias a Dios!

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La gente no termina por entrar y salir de la habitación. Hay personas que se dedican a entregarnos copas de champagne a todos los presentes, como dije, esto es una celebración para los que no hicieron nada por este nuevo tratado.

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