Observo el fuego en la chimenea, el calor que desprende lo percibe cada rastro de mi piel. No despego mis ojos de ahí mientras pienso en diferentes cosas. Sin duda alguna fue un día complicado, lleno de trabajo, emociones, decisiones y disgustos.
La llegada de noviembre significaba una época de mucho trabajo para nosotros porque significaba preparar los eventos de fin del año y los inicios del siguiente. Solo espero que el siguiente sea mejor. Ya han pasado unas cuantas semanas y me ha ayudado mucho mantenerme ocupada para despejar la mente. Inicio mis actividades del día con mi promesa de ver que preparen la ropa de mi niña, su habitación recibe todos los días gardenias nuevas para darle más vida, siento que en ese lugar puedo encontrar una conexión con ella.
En cierto modo, ella me despierta serenidad para afrontar con los problemas que azotan el nuevo día, problemas tanto de los asuntos que me corresponden, como de la corte y los míos también. En ocasiones cuando siento que puedo perder el control respiro profundamente y sigo las indicaciones del Doctor Renner, prefiero eso antes de acudir a los medicamentos, no quiero depender de ellos en su totalidad, lo que me recuerda que, afortunadamente, no se menciona por los pasillos del palacio, mis oídos ya se habrían enterado de cualquier rumor que circulara, podríamos decir que es la ventaja de mantener a las personas del servicio al palacio muy conformes.
Observo el sobre tamaño carta que sostienen mis manos, en cuanto lo recibí me confundió, pero al abrirlo y leerlo, sus palabras me horrorizaron. Estaba sentada enfrente de mi escritorio tranquilamente antes de recibir unas audiencias que había programado para este día, pero las palabras escritas a mano me desconcentraron de todo y de todos. Hannah se asustó al ver mi reacción y en cuanto unió los hilos por completo intento retirar de mis manos la hoja y él sobre, quería arrancármelo para evitarme un problema emocional más grave. Pero no tuvo éxito porque reaccione antes de tiempo y aleje los papeles de su alcance.
Aquellas palabras eran lo primero que leía de su propio puño desde hacía años. Yo ya lo he olvidado, lo he perdonado y he dado vuelta a la página. Sin embargo, él es el hombre más insistente que conozco.
"Ahora que estás de regreso en Viena, no podrás impedirme verte una vez más. Solo te pido una vez más."
P. M. A.
Esa cursiva elegante se delata por sí sola y esas iniciales solo confirman el autor de la nota. No quiero demostrarlo pero me atormenta la sola idea que Philip se presente en el palacio. Definitivamente no le darían acceso al menos que presentara formalmente una audiencia con seguridad. A diferencia mía, él es muy paciente, podría solicitarla sin ningún problema, pero yo se la negaré. Lo que en realidad me preocupa es que su nombre circule en el palacio o la prensa generando la interrogante, ¿Por qué un exjefe de la emperatriz solicitaría verla? Y ¿Por qué ella se niega a verlo? Las interrogantes pueden flotar en el aire y eso no me gusta pero tener cabos sueltos menos, prefiero cortar esta situación de raíz. No me agrada la idea, es más, si Max se entera de esta advertencia es capaz de volverse loco. Pero quiero evitar cualquier enfrentamiento con él.
La chimenea arde y observo una última vez el sobre con la nota adentro antes de dejar que se consuma por las llamas. Observo detenidamente cómo se convierte en nada, debo asegurarme que no haya rastros de lo que planeo hacer. En cuanto yo lo decida, me reuniré con él bajo mis términos, pero hasta ese entonces me voy a concentrar en mis asuntos del día al día que son más importantes antes que cualquier asunto del pasado.
Me alejo de la chimenea y me acerco a la cama, donde observo a Max descansando plácidamente, con su torso desnudo, acostado boca abajo y reposando su cabeza en la mullida almohada. No lo había visto descansar así en mucho tiempo y eso me alegra de corazón, más, después de la noche llena de amor que nos otorgamos el uno al otro.
Rodeo la cama para ir hacia el lado que me corresponde. Mis ojos no dejan de contemplar su rostro mientras mis manos desatan el nudo de la bata blanca con encaje que cubre mi cuerpo. No me preocupo de su destino en el suelo, solo me uno al cuerpo de mi esposo en la cama rodeando mi desnudez con las sábanas blancas y frías para dedicarme a dormir.
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The Crown
Historical FictionYo no quería una corona, una que implicaba muchos cambios y mucho sacrificio en mi vida. Esa corona no me hizo tan infeliz cuando estaba con el amor de mi vida, pero cuando regresaba a la realidad, todo era una pesadilla y a cada segundo, desde que...