LIX

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El invierno se acercaba a la velocidad del galope del más fino caballo pura sangre. La gran familia de la villa, como eran llamados por los pobladores aledaños, se las arreglaron para tener ropa de invierno en menos de cuatro meses. Invirtieron el dinero que le envió Kakuzu, que era parte de la «jubilación» de Kisame, en animales, semillas y un montón de instrumentos de siembra, que no todos sabía usar. Luego de seis meses desde su llegada, cada uno colaboraba y trabajaba para que aquella granja funcionara al cien por ciento.

Claro que requirieron ayuda de otros hombres, por lo que al final, terminaron generando empleo a otras varias personas que sufrían la penuria de la post-guerra.

Ese día, cuando la ventisca fría soplaba sin piedad y agitaba las copas de los arboles con vehemencia, en la casa de la princesa Tsunade se escuchaba el más aterrador de los escándalos. El pequeño grupo que aguardaba por las buenas noticias decidió esperar afuera porque ya no toleraban un segundo más de esos gritos aturdidores.

—¿Ya está? —Shisui llegó de último, agitado, sudoroso.

Estaba en el mercado vendiendo algunas cosas cuando uno de los trabajadores le alertó que el bebé ya venía en camino.

—¿Te parece que ya está? —respondió Kakashi con otra pregunta, tan tajante como siempre.

—¡Oh! Lo siento. Perdón por no ser un experto en partos.

—No hay que ser un experto, cuando dejan de gritar sabes que ya está —aportó el Uchiha de cabello corto.

Kagami salió de la casa con una sonrisa enorme en el rostro, las manos entrelazadas y los ojos brillando con una entera alegría.

—¡Estoy jodidamente feliz! —Exclamó, abrazando a su hijo—. Mi primer nieto.

Kakashi y Obito abrieron los ojos con una sorpresa vasta y clavaron las especulaciones en Shisui, que permanecía con la misma expresión de asombro. El Senju se separó de su progenitor y alzó las manos desnudas, fingiendo una rendición.

—¡Oh, no! No es lo que creen —desvía la mirada de un lado a otro sin saber dónde meter la cara—. Papá debes ser más cuidadoso con las palabras, puedes meter en problemas a cualquiera.

—Explica eso, Shisui —Obito tira suavemente de su oreja para llamar su atención, el tono de voz jocoso insistía en insinuar algo, mientras que le expresión de Hatake era un rostro colorado con el ceño fruncido muy claro.

—Me refiero a que Deidara es como otro hijo para mí —interrumpe Kagami, con los ojos soñadores puestos en el cielo—... no porque tenga algo que ver con Shisui, ¿cierto, hijo?

La mirada de su papá lo examinaba de arriba abajo, mientras intentaba sacarle cada pequeña gota de información, así mismo, los otros dos esperaban por una respuesta concreta del nervioso azabache. Shisui estaba a punto de responder cuando la puerta se vuelve a abrir y, orgullosamente, Tsunade interviene para afirmar que ha traído otra vida al mundo.

—¡Es un varón! —soltó por fin.

Obito y Shisui chocaron las manos, emocionados, mientras celebraban la victoria sobre Kagami y Kakashi que —aunque felices— esperaban a una dulce niña, o un pequeño doncel.

—¿Cuándo podremos verlo? —inquiere Kagami.

—Dejemos que descansen por un rato, mientras Shizune y yo limpiamos todo. Quería darles la buena noticia.

Kakashi y Kagami irían a buscar ropa limpia para Deidara y arreglar su habitación para que descansara el resto del día, así que Kagami sugirió que fueran a buscar a Itachi para que les diera una mano y se enterara de la gran noticia; obedientemente, Shisui y Obito fueron por su primo.

Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora