VIII

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Sasori apresuraba el paso por los pasillos de la Torre, llevando con él una caja pesada y enorme. Pudo haberle pedido a uno de sus sirvientes que la llevara por él, pero las insistencia de Kisame sobre que fuera solo, era algo con lo que debía cumplir.

Llegó a los aposentos del ministro de Guerra y justicia, antes de que pudiera tocar la puerta azul, Kisame abrió recibiéndole con una sonrisa.

-Adelante, doctor.

Llegaron hasta la habitación donde estaba Itachi, recostado sobre el futon.

La mirada indiferente de Sasori hacia Uchiha era un poco fría, ya que él no sabía qué pasaba.

-¿Haces obras de caridad? -preguntó sarcástico. Aunque ya Itachi estuviera limpio y con ropa adecuada, los golpes aún eran evidentes, por lo que parecía un criminal más -. No sabía que tuvieras gusto por los desahuciados.

-Ministro -Kisame carraspeó incómodo -, le presento a mi prometido, Itachi Uchiha.

-¿Tu prometido no llegó hace tres días? ¿Dónde se celebró su llegada y la...?

Sasori tenía tantas preguntas que estaba más enfocado en las respuestas que en atender al paciente.

-Hay disturbios en la frontera, su carroza fue atacada y... pasaron muchas cosas.

-Después me cuentas. Veamos cómo te sientes, Itachi.

Su actitud había cambiado radicalmente.
Ayudó al joven a deshacerse de la yukata para poder examinar todo su cuerpo. Descubrió los hematomas en las costillas y el abdomen.

-¿Esto es a causa del ataque? -Itachi asintió.

Comenzó a palpar con sus dedos las zonas violetas, para asegurarse que todo estuviera en orden adentro. El otro respondía con quejidos de dolor cuando no podía contenerlos.

-Háblame del ataque. ¿Con que te golpearon? ¿Te cortaron en algún lugar? -necesitaba información para determinar cuán serias eran las heridas internas o si debía tratar una herida abierta.

Itachi miró a Kisame y este asintió, en una forma sutil del permitirle revelar información.

-El golpe menos severo, creo que es el de la nariz, me golpeó un puño. Mientras en el resto del cuerpo, fui alcanzado por objetos contundentes, como nunchakus, o piedras.

-¿Luchaste?

-Es lo que un hombre debe hacer -sentenció. Si bien sabía que no era uno, no completamente, su padre lo había criado como tal y su tío lo había entrenado para ello.

Sasori quedó escéptico ante aquellas palabras, y Kisame endureció su expresión.

-¿Quién te enseñó a luchar? -ahora aplicaba ungüento analgésico para aliviar el dolor físico que le causaban los golpes, ya que no tenía ningún hueso roto o algo fuera de lugar.

-Mi padre.

No especificó cómo ni porqué su padre lo entrenó. Uchiha pensaba que mientras menos información tuvieran de él, menor sería el control que pudieran imponerle.

-Recuestate, colocate boca abajo -el otro obedeció.

Sasori comenzó a sacar de la caja otra más pequeña, que contenían miles de agujas.

-Necesito que respires hondo y te mantengas estático. Voy a poner agujas por toda tu espalda para restablecer la circulación de la sangre, para que los hematomas desaparezcan.

La actitud y comportamiento de Sasori eran completamente diferentes a los que tenía cuando llegó. Itachi pudo notarlo.

-Está bien -dijo. Esperó sentir algunos pinchazos pero, apenas el roce de los dedos de Sasori por su espalda, era lo único que sentía.

Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora