XXV

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La mañana traía brisas frías, avisando que pronto el otoño daría inicio.

Itachi lucía una sonrisa impecable, vistiendo una túnica como la de su esposo, llevando aquel hermoso anillo plateado de gema roja en su mano derecha, símbolo de su matrimonio. Lleno de orgullo, tomó la mano de su esposo por unos instantes, tratando de controlar su emoción con una sonrisa pequeña.

Se subió al carruaje junto a Kisame y partieron. Itachi no pudo evitar sentirse algo culpable al no poder despedirse de Deidara y Hidan. Por un lado, el rubio no había asistido a las últimas reuniones en el salón de las rosas, cosa que le extrañó,  y Hidan permanecía en su habitual encierro, no es que hubiera mucho que pudiera hacer, pero sabía que Haku había ido la noche anterior a hablar con él albino, seguro le contó sobre las buenas nuevas y se despidió en su nombre.

Veía el paisaje cambiar constantemente y no podía evitar sentirse nervioso, iba a casa, por fin y después de un año vería a su madre, hablaría con su padre y jugaría con Sasuke. Estaba muy feliz recordando las manos pequeñas de su hermano jalándolo para ir a entrenar juntos, ya sentía en sus brazos las sensación cálida de sus abrazos.

La mano de Kisame se posó en su muslo y lo acarició, intentando aplacar la obvia emoción de Itachi. Hoshigaki también estaba contento y ansioso, pero en el interior tenía un mal presentimiento. No sabía con qué iba a toparse en el medio de la nada que era la frontera, y tenía miedo que Itachi resultados herido, por eso sugería estar alerta, esperando siempre lo peor de la sitación.

Suspiró. Si se preocupada de más iba a saturarse y no lucharía bien. Samehada podía percibir sus emociones así que cuando estaba inestable, la espada demoníaca comenzaba a desestabilizarlo aún más con su peso.

—Ya quiero llegar, quiero que conozcas a Sasuke —dijo lentamente, aunque intentara ocultarlo, desbordaba felicidad.

—Yo también estoy ansioso.

Un segundo carruaje los seguía muy de cerca, donde llevaban equipaje, regalos; a Haku, el imprescindible compañero del Uchiha y a Zabuza, la mano derecha de Kisame.

Aunque el viaje transcurría con tranquilidad, Kisame no podía parar de ver tras la ventana mientras su pierna se movía frenéticamente de arriba a abajo. Les tomaría cinco días a un paso medio, Itachi sólo contaba cada segundo para llegar, pero aún faltaba mucho para eso. Apenas estaban atravesando la capital. Al anochecer llegarían al distrito donde Itachi fue puesto bajo custodia, Kisame se lo recordaría y bromearía un poco a cerca de eso. Por ahora, deseaba tomar una siesta.

Deidara estaba en medio de una charla con Hidan, en los dominios del ministro

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Deidara estaba en medio de una charla con Hidan, en los dominios del ministro. El mayor le seguía insistiendo al rubio que debían encontrar un manera de escapar de ahí antes de que fuera demasiado tarde. Ambos tenían diferentes teorías a cerca de qué estaba ocurriendo con Sasori, pues cada día aparentaba más agotamiento y su mal humor solo se acrecentaba.

Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora