𝖆𝖛𝖎𝖘𝖔 𝖉𝖊 𝖈𝖔𝖓𝖙𝖊𝖓𝖎𝖉𝖔 𝖊𝖝𝖕𝖑𝖎́𝖈𝖎𝖙𝖔
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Le dijo a Deidara que todo estaría bien, pero él no sentía que fuera de esa forma. El cómo lo miró Kakuzu en esa mañana le dijo suavemente que sus ojos oliva estarían sobre los de Hidan todo el tiempo posible. Tenía que ser cuidadoso.
Arreó el caballo de las riendas al final de la formación. Comenzaban a moverse lentamente hacia el centro de la capital. A penas empezaba todo aquello, sería un día largo caminando bajo el sol, arreando el caballo de un noble. Los sirvientes no tenían permitido montar.
Hidan escupió varias maldiciones cuando cierto alboroto los detuvo. «Espera la señal» le indicó Sakura de mala gana, ¿era esa la maldita señal? ¿cómo podría adivinarlo? Se rascó la nuca un poco frustrado. Con lo lejos que estaba no podía discernir entre los gritos femeninos. Todos enviaban su atención hacia ese punto, casi al inicio de la formación. El relincho de un caballo y luego, toda la guardia del lado izquierdo se movilizaba a ese lugar.
Lo entendió finalmente ¡claro que era la señal! Caminó con prisa, tirando del caballo, a espaldas de todos los espectadores. Estaba cerca de la posición de Deidara, si solo Kakuzu no estuviera tan despreocupado a cerca del "grandísimo" escándalo, dejando su atención al resto del panorama. Se detuvo justo detrás del ministro aguardando una oportunidad, no podía dar ningún paso en falso, estaba cerca de lograrlo.
—¡Sakura! ¡Sakura! —el llamado de Deidara a la drama dragón preocupó al albino, ¡Iba a delatarlos!
La mujer cayó del caballo cuando el animal se espantó por algún extraño motivo. En su condición, aquella caída podía ser letal. Sasori la alzó, y con la ayuda de algunos guardias improvisaron una camilla para recostarla. Ella sangraba, el ministro calmó las ansias que lo carcomían mordiendo su labio inferior, dentro de sus dominios podía atenderla mejor, la prioridad era llevarla ahí. Le dejó un beso sobre la frente aunque Sakura estuviera inconsciente.
—Estará bien, Deidara, debió ser algo leve. Ni Sasori no está tan preocupado como tú —le dijo el ministro de economía, posando su mano sobre el hombro del doncel afligido.
Hidan estaba atrapado. Si tocaba el caballo de Deidara, Kakuzu se daría cuenta; si emitía algún sonido, también se percataría de eso. Esa posición los dejaba mal. ¡Esa era la señal, Deidara! ¿Cómo era que el rubio no se daba cuenta? Tenía que deshacerse de Kakuzu de alguna manera, pero ¿cómo?
—¡Incendio! ¡Hay un incendio en el ala este de la torre! —gritó un guardia.
Entonces todos, incluidos los donceles que pretendían fugarse, volvieron su vista hacia las copas de los árboles que eran devorados por la naciente llamarada.
Sasori detuvo el caballo. Los cerezos también estaban siendo consumidos... no.
—¡Mi jardín! —fue lo único que logró atravesar su garganta. Aunque sonara algo frívolo, él no tenía la fuerza para clamar auxilio a las tumbas que se escondían entre hojas rosadas.
Kakuzu cabalgó hacia Sasori, de hecho, todos comenzaron a congregarse más cerca del palacio, hacia donde estaba Sakura sobre una camilla improvisada. Los murmullos y sospechas no se hicieron esperar, y Hidan tampoco aguardó por algo más, ¡la señal!
—¡Deidara, ahora! —palmeó el caballo café del rubio y luego lo siguió cabalgando el propio— ¡Sígueme! ¡Tenemos que alejarnos de este lugar cuanto antes!
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Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊
FanfictionUn doncel que se vendió por la paz de dos naciones. Un religioso que se niega a perder su fe. Un don nadie que vive entre lujos. Lo único que tienen en común es que coexisten en lo mítica torre roja, el palacio de gobierno de Akatsuki. Deidara anhel...
