XXIV

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—¿A qué te refieres cuando dices que llevarás a Itachi? —cuestionó con severidad el emperador.

—Si Itachi me acompaña puedo hacerlo ver como una visita a su familia, ha pasado un año desde que está aquí. De esa forma, todos estarán con la guardia abajo, lo que sea que pase en la frontera, será en defensa propia.

Los enormes y curiosos ojos de Nagato recorrieron el rostro de cada ministro, haciéndolo lucir dudoso sobre lo que había propuesto Hoshigaki. Su deber como emperador no era solo regir, también debía procurar el bien de su nación y de los suyos antes de cualquier otra cosa. Miró a Yahiko y asintió, el otro le correspondió.

—Ministro Kisame —comenzó Yahiko, poniéndose de pie—. Tenemos razones para creer que los Uchiha están detrás de la hermandad. No podemos asegurar que Madara Uchiha tiene conocimiento de ello, pero sabemos que miembros de esa familia están trabajando por esa causa.

—No es así —respondió Kisame —. El carruaje de Itachi fue atacado cuando venía para acá, antes de la boda, intentaron retenerlo y de hecho perdí a varios hombres en ese trayecto.

—Madara Uchiha también alegó ser atacado, ¿no es así? —inquirió Yahiko, sobreponiéndose ante los argumentos del ministro —. Sin embargo estuvo aquí a tiempo para la boda de su sobrino. ¿Cómo es que Itachi tuvo una semana de retraso tras el ataque, pero Madara llegó a tiempo? Él estaba solo, sí y pudo ser menos llamativo que una carroza, pero ¡Vamos! No creerás eso.

La teoría cobraba sentido mientras más se desentrañaba aquello. La información provista por Yahiko fue proporcionada por Zetsu, por ello Kisame no tenía ni idea sobre las sospechas en que los Uchiha estuvieran relacionados a la hermandad. Esa información era delicada.

—Significaría que Madara está detrás de eso o que su familia lo está, pues lo ataques fueron mínimos o realmente no existieron. De no existir y alegar que sí fue atacado, comprobaría que Madara está detrás de esa organización —dijo el emperador.

Las palabras de Nagato retumbaron en la cabeza de Hoshigaki. Era razonable que cuestionaran la lealtad de Madara, pero la de todo el clan Uchiha era un gran riesgo, pues ponía en peligro la vida de su esposo.

—¡Iré allá y lo probaré yo mismo! —exclamó Kisame, evidenciando que todo el asunto le afectaba.

—Cuide sus palabras, ministro —advirtió el emperador —. Si vas a la nación del fuego y ellos son los responsables de esto, significaría que estas cayendo en su trampa. No podemos darnos el lujo de perderte, eres el pilar de esta valiosa estructura.

—Si Itachi está a mi lado no hay peligro que no podamos rebasar.

—Confías demasiado en ese Doncel —dijo despectivamente Yahiko. Su comentario estaba claramente fuera de lugar, aunque acertadamente fuera el pensamiento de todos los hombres en esa habitación.

—Es mi esposo, es lo que un matrimonio hace, ¡confiar uno en el otro! —Kisame deseaba liberar a samehada de una vez por todas y asesinar a Yahiko, ya no lo toleraba más.

Que siempre fuera un imbécil del más alto calibre no era asunto del ministro, pero que etiquetara a Itachi como un simple doncel, como si serlo le restara valor, hablaba de cuan estúpido era el perro faldero del emperador. La sangre comenzaba a hervirle, aunque no era un hombre impulsivo, todo su cuerpo le gritaba que le destrozara la vida a Yahiko.

—¡Ministro! —exclamó Nagato, colocándose de pie. Todos los guardias que servían y obedecían a Kisame se pusieron en guardia en su contra para proteger al emperador ante todo —. Si la familia de Itachi estuviera detrás de esto, ¿cuál sería su posición? ¿Contigo o su familia?

Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora