Llevaba más de un día encerrado en esa maldita habitación, sin señales de vida de alguien más, solamente cuando iban a dejarle un bandeja con la comida. Comida que no tocaba. Se había rehusado a comer hasta que viera al ministro y éste le diera una explicación a su cautiverio.
—Déjenme salir, maldición —golpeó la puerta mucho más fuerte que antes, hasta que se abrió y dejó ver el ceño fruncido de Sasori con claras intenciones de callarlo a golpes, sin embargo lo que hizo fue tomarlo del brazo para dejarlo en manos de Tenten.
—Guarda la compostura. Vamos a almorzar juntos en el jardín, te quiero ver hermoso.
Fue todo lo que dijo antes de irse en dirección contraria a sus aposentos. Sasori estaba actuando cada vez más raro, y él, confundido entre este actuar y el último acto que había compartido, accedió a irse con Tenten, ella lo ayudó a bañarse y vestirse apropiadamente para el almuerzo con el ministro.
Estaba hermoso como cada día, luciendo un kimono azul cielo con flores blancas desde la base hasta el obi. Aquel color hacia un hermoso contraste con su cabello combinando perfectamente con sus ojos.
Entró a los aposentos del ministro buscándolo, se topó en la entrada con una curiosa figura de cabello rosa que estaba organizaba cosas en los estantes de Sasori. Esto era aún más extraño que la doble personalidad del pelirrojo; aquella mujer no la había visto nunca antes en los dominios de su amo, y Sasori no dejaría que nadie tocara sus cosas con tanta confianza ¿Quién era esa mujer?
—Hola, disculpa, tu eres...
—¡Ah! Al fin llegaste —dijo ella, cortando sus palabras en el instante. Amablemente lo tomó de la mano y lo guió al interior, sostuvo una caja muy pesada y se la dejó sobre las manos —. Organiza eso en el estante vacío de afuera. Ten mucho cuidado hay cosas importantes ahí.
La cara del rubio perdió su lugar, entre el esfuerzo por mantener la pesada caja en sus brazos y la confusión que la mujer le ocasionaba.
—¿Qué es esto? ¡¿Piedras?! —preguntó devolviendo la caja al suelo con cuidado, pesaba mucho. Ella lo miró de vuelta, incrédula por su actitud.
—¿Qué crees que haces? Ve a poner eso en su lugar.
—¿Por qué debería? —alzó una ceja, realmente disgustado.
—El ministro Sasori dijo que me enviaría un sirviente, ¿no eres tú? —reflejó una enorme duda en su rostro hermoso, extendiendo sus parpados con asombro, y Deidara solo desvió su vista para no maravillarse con sus ojos verdes —. ¿Quién eres?
—¡Yo me estoy haciendo la misma pregunta! —explotó finalmente, cruzando sus brazos sobre el pecho.
Ambos se miraban, intentado comprenderse, determinándose uno al otro. Había una ligera tensión en el aire que podía palparse haciendo algo de esfuerzo. Sasori entró y ambos dirigieron sus miradas hacia él, todo se sentía hermético y plástico, difícil de digerir.
—Oh, ya se conocieron —la expresión tan calmada en su rostro enardeció al rubio, aunque se contuvo para aguardar la explicación lógica a todo el maldito asunto —. Deidara ven aquí, ella es Sakura Haruno, mi esposa.
Esposa. Los segundos después que escuchó la palabra esposa se tornaron largos y pesados, el tiempo fue arrastrado por sus oídos en aquellas palabra punzo cortantes. Entonces, el rubio supo que le había dolido. Sintió una daga rozarle la epidermis y mil más atravesarle el estómago. Ella se inclinó dándole un saludo.
¿Qué demonios sucedía? ¿Cómo es que el pelirrojo estaba casado y él no lo sabía? ¿De dónde había salido esa mujer? No lograba entender nada. Una pregunta sólo dejaba otras tres, y en su cabeza, ninguna tenía respuesta. ¿A eso se debía su encierro? ¡Maldición! Se tenía que tratar de una broma ridícula sí o sí. Pero...
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Jaula de Oro - 𝑨𝒌𝒂𝒕𝒔𝒖𝒌𝒊
FanficUn doncel que se vendió por la paz de dos naciones. Un religioso que se niega a perder su fe. Un don nadie que vive entre lujos. Lo único que tienen en común es que coexisten en lo mítica torre roja, el palacio de gobierno de Akatsuki. Deidara anhel...
