Capítulo IV

9.3K 694 87
                                    

Camille

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



Camille

Me despierto con una resaca del demonio, que a duras penas puedo manejar o siquiera soportar, la garganta me escuece y está más seca que el mismísimo desierto, además, también me duelen demasiado los párpados.

No recuerdo mucho de lo que ha sucedido la noche anterior, pero puedo inclinarme a la teoría de que ha sido un desastre de otra forma, jamás me hubiese emborrachado en mi propia fiesta. Mi cuerpo se encuentra exhaustivamente cansado y mi cabeza va a explotar en algún momento si no tomo un analgésico.

El alcohol no es tan bueno después de todo.

Hago el intento de recordar los eventos sucedidos pero solo se me vienen partes borrosas a mi mente, todo es demasiado confuso. Es como si mi mente me privara de mis recuerdos. No me deja saber que hice o qué pasó exactamente. Y una parte de mi desea que esos recuerdos se queden ocultos, temo haber hecho el ridículo.

Después de varios intentos fallidos en recordar lo que ha pasado anoche me doy por vencida y me dedico a tomar una ducha para aliviar el dolor de cabeza que traigo encima y que no me deja concentrarme en lo que haré hoy. Las resacas son lo peor de la vida, tener esa sensación de mareo y náuseas es agotador. Ya no volveré a tomar, lo juro.

Mis ojos se distraen viendo las gotas de agua fría haciendo contacto directo con mi piel, mi cuerpo logra deshacerse de toda la tensión y el estrés que lo emana, cierro mis ojos por inercia y todo lo que pasó anoche me golpea al mismo tiempo, los recuerdos, las lágrimas, los desconocidos que llegaron a la fiesta, y por último él, Alexander.

Los ojos me comienzan a picar, dejándome saber que las lágrimas se aproximan nuevamente. Odio ser tan débil, nunca he logrado contener mis emociones, ellas me manejan a su antojo. Es malo dejar que las emociones te controlen, lo tengo muy claro, pero nunca he sido lo suficientemente fuerte como mantenerlas bajo control.

Cierro el grifo de la regadera y envuelvo mi cuerpo en una toalla, me abro paso en el baño y me acerco al lavabo, sintiendo el mundo derrumbarse a mis pies. Con la mano limpio el paño creado por el vapor de la ducha y observo mi —no tan agradable— aspecto en el espejo. Me quedo ahí por unos segundos y las últimas palabras de Alexander invaden mi cabeza, sin anestesia alguna recuerdo su rechazo, volviendo a revivir el dolor que sentí anoche.

No te amo Camille, no lo hago ni lo haré nunca solo te deseo como deseo a cualquier mujer hermosa como tú...

Es imposible detener las lágrimas que amenazan con salir de nuevo, ya están resbalando por mis mejillas. Sus crueles palabras hacen eco en mi cabeza como un puto taladro, le he confesado mis sentimientos al hombre que amo y él me ha rechazado de la peor forma, sin importarle el daño que causaron sus palabras.

Sé que no me debe nada y no tiene porque sentir lástima, pero sus palabras arden como fuego en mi piel, ¿cómo le veré a la cara de nuevo? ¿Cómo podré volver esos ojos que tanto me fascinan, sabiendo que no me miran a mi de la misma forma que los miro yo?

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora