Capítulo XXXVI

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Camille

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Camille

Bajo del taxi con rapidez mientras una oleada de nervios se acentúa dentro de mi estómago, saco un poco de efectivo para pagarle al conductor, camino unos metros más hasta llegar a la entrada del mismo bar. Vengo a esta hora porque es muy temprano para que haya mucha gente y mi objetivo es encontrar al mesero que me atendió aquella noche. Aunque estaba borracha, tengo recuerdos borrosos de él, pero no sé ni su nombre, ese es el problema.

Entro al bar, ojeando mis alrededores y no me sorprendo al encontrar el lugar casi vacío, solo hay meseros moviéndose de un lado a otro tratando de organizarse. Camino un poco y me siento en la barra, disimulando el interés que tengo en los meseros.

Se acerca uno de ellos, pero no es el que busco así que pido algo para intentar despistarlo, me sonríe en respuesta y se gira para ir por mi bebida.

Mis ojos viajan por todo el lugar hasta que por arte de magia lo encuentro, el bartender de ese día está en una esquina arreglando unas cajas, dudo pero me levanto de mi silla y corro rápidamente hacia él.

—Hola —digo cuando llego a donde está, me es imposible esconder mi alivio de haber dado con él.

Lo veo detenerse, se gira y me observa curioso, pero confundido a la vez.

—¿Hola? —se sorprende al verme.

—Disculpa —apenas consigo decir—, sé que no nos conocemos, pero necesito hablar contigo, es realmente importante —confieso y él parece pensarlo por unos segundos hasta que termina asintiendo, dudoso.

—No tardaré mucho.

—Está bien —espeta tranquilo mientras se talla las manos en sus vaqueros

—Aquí no —miro el lugar de mala manera—, ¿te parece si salimos afuera? —le propongo.

Parece entender mi incomodidad, hace una mueca de comprensión.

—Claro, después de ti

Comienzo a caminar hacia la salida y él viene detrás de mí, estar en este lugar me trae recuerdos que he intentado borrar, aunque en las noches siempre vuelvo a sentirme igual de impotente que ese mismo día, pero es necesario. Necesito obtener las cintas de grabación, estuve meditando la situación, y creo que si tengo pruebas de lo que Dimitri intentó hacerme podría hundirlo. Ya veré después cómo le cuento a Alexander.

—Me llamo Camille —me presento, esbozando media sonrisa—, sé que tal vez no te acuerdas de mí, pero estoy aquí porque necesito tu ayuda.

Sus ojos me inspeccionan y puedo ver como su rostro luce confundido e impaciente. No dice nada y la duda de que pueda negarse comienza a embargarme haciéndome sentir estúpida, por como he manejado la situación. Después de unos segundos, resopla y la tensión se esfuma.

No estoy lista para soltarte (+18) ✔️©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora